Tegucigalpa, Honduras.- Para calcular el Índice de Masa Corporal (IMC) hay que dividir el peso en kilogramos entre la estatura en metros al cuadrado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que existe sobrepeso cuando el índice de masa corporal es igual o superior a 25 y que hay obesidad si esta cifra es igual o superior a 30.
No obstante, hay personas que, sin llegar a un índice de masa corporal de 30, tienen un exceso de grasa. Así, la Enfermedad Metabólica Asociada al Exceso de Adiposidad (EMEA) es más prevalente que la obesidad.
En este sentido, Juana Carretero, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y médico internista del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Badajoz (oeste de España), explica que la grasa o adiposidad “puede producir enfermedad de dos maneras: al depositarse en exceso en lugares donde no debe estar, como las articulaciones, las vías respiratorias, el hígado o el corazón.

O porque esa grasa es disfuncionante por distintas razones: su tamaño, ya que los adipocitos son grandes (hipertróficos); por el exceso de adipoquinas inflamatorias que llevan a una inflamación basal que puede conducir a enfermedades como la insuficiencia cardíaca o la fibrilación auricular o por inducir fibrosis del tejido adiposo que influye en las patologías previas, como la enfermedad metabólica hepática o la enfermedad renal crónica”.
Existen personas con exceso de grasa corporal que no alcanzan un IMC de 30, considerado el umbral para diagnosticar obesidad, pero presentan un elevado perímetro abdominal. Por ello, las guías médicas recomiendan iniciar tratamiento desde un IMC mayor a 27 o cuando el perímetro abdominal supera los 102 cm en hombres o los 98 cm en mujeres.
Consejos que le serán de utilidad
La actividad física, especialmente el ejercicio aeróbico y de fuerza, no solo ayuda a reducir grasa corporal, sino que mejora la sensibilidad a la insulina, regula la presión arterial y disminuye la inflamación sistémica. Se recomienda al menos 150 minutos de ejercicio moderado por semana.
-Evite el sedentarismo. Pasar muchas horas sentado, incluso si se hace ejercicio regularmente, se ha asociado con mayor riesgo de enfermedad metabólica. Levántese cada hora, camine unos minutos y realice estiramientos.

-Dieta antiinflamatoria. Reduzca los azúcares refinados, las grasas trans y los alimentos ultraprocesados. Prefiera alimentos frescos, integrales y ricos en fibra, como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescados grasos y aceite de oliva.
-Realice una evaluación. Más allá del peso o el IMC, una medición por bioimpedancia puede brindarle una imagen realista de su porcentaje de grasa corporal y masa muscular, y ayudar a identificar riesgos ocultos.
-Controle factores de riesgo. Revise periódicamente su presión arterial, niveles de glucosa y perfil lipídico (colesterol, triglicéridos). La grasa disfuncional está directamente relacionada con diabetes tipo 2, hipertensión y dislipidemias.
-Mantenga una buena higiene. Dormir menos de 7 horas por noche o tener sueño de mala calidad se asocia con aumento del apetito, almacenamiento de grasa y mayor inflamación corporal.