Tegucigalpa

'Le digo a mi familia que le demos gracias a Dios”: taxista golpeado por la crisis

Mientras logra un par de billetes cuando “sale una carrera”, Pedro Lagos está muy conciente que el covid-19 puede ser letal en un adulto mayor

01.06.2020

TEGUCIGALPA,HONDURAS.- “Las desgracias no vienen solas”, es la frase proverbial que el veterano taxista Pedro Lagos, de 70 años, cita mientras sostiene una bolsa plástica con tres mangos. El ruletero llegó a la capital desde Yuscarán en 1963 para buscar otro paraíso.

Conduce un taxi desde 1984 y jamás imaginó que 36 años después sería electrocutado por la factura eléctrica, que su contador de agua sería hurtado y que un policía patearía el Toyota año 2000 que logró comprar.

Mientras logra un par de billetes cuando “sale una carrera” está muy conciente que el covid-19 puede ser letal en un adulto mayor.

Agarrado de la palabra de Dios, detalla que su esposa es diabética e hipertensa. También revela que un hijo y nieto dependen de esa carrera de 160 lempiras.

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Desde que un vetusto portón de madera separa su taxi del concreto de El Manchén, relata que debe dos meses de parqueo.

Es un archivo de historias, y uno de los fundadores de puntos de taxis, pero ni las míticas huelgas por el incremento del precio a los combustibles, recibir golpes con un palo, o amenazas con un arma calibre 45, se comparan al impacto económico de no trabajar y lo difícil que es alimentar tres bocas.

Sus clientes lo llaman, apesarado por rechazar el dinero que tanto necesita para subsistir, responde “es que no puedo circular”.

“Si Dios quiere que esto sea así es su voluntad”, dice.