A la edad de 14 años, y como una recompensa al esfuerzo que desde pequeño había realizado para ayudar a sus padres con el sostenimiento de su casa, estos le obsequian su primer par de zapatos.
“Mi niñez fue difícil”, recuerda entre suspiros Luis Ernesto Tábora Molina, actual presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Danlí (CCID) y un asiduo protector de las personas con carencias económicas.
En la actualidad es un empresario de éxito y ha sido uno de los pocos ciudadanos que ha logrado obtener el título de alcalde en dos de los más importantes municipios de la zona.
Pese a haberse convertido en una personalidad importante en El Paraíso no pierde la humildad y agradece a sus padres todo el amor, la disciplina, los valores y la caridad que le inculcaron desde que era un niño.
En una retrospectiva de lo que fueron sus primeros años de vida, de las razones por las cuales lo expulsaron de la Escuela Agrícola Panamericana, cuando estaba a punto de graduarse, y por qué decidió cambiar su afiliación política, Tábora comparte con EL HERALDO algunos episodios de su vida.
¿Cómo fue su infancia?
Mi infancia estuvo rodeada de pobreza, de muchos sacrificios, conocí el dolor de la miseria, pero gracias a ello hoy puedo decir que soy un hombre que ama el servicio y que ha logrado obtener todo lo que tiene con esfuerzo propio. Nací y culminé mi primaria en la ciudad de Danlí, pero luego de varias situaciones me tuve que mudar a la ciudad de El Paraíso, donde viví por varios años.
¿Quiénes fueron sus padres?
Mis padres se llamaban Ernesto Tábora Guillén y Luisa Molina de Tábora, quien falleció cuando yo tenía 16 años, a causa de cáncer en el hígado, razón por la cual mi papá se convirtió en padre y madre para mí y mis tres hermanos.
¿Qué recuerda de sus padres?
Mi padre era un hombre estricto y disciplinado con todo lo que hacía, de él aprendimos el amor al trabajo y la honradez para desempeñarnos en cualquier esfera de la vida, y de mi madre recuerdo ese cariño incondicional que tenía por sus hijos y admiraba esa creatividad que empleaba en cada cosa que le encomendaban.
¿Cómo influyó en su vida el haber crecido en la pobreza?
(Hace una pausa y suspira profundo, el silencio se apodera del ambiente unos segundos y luego reponde). En esa época mis padres empezaban la lucha de criar a cuatro hijos. Mi madre se dedicaba a elaborar dulces, a hornear pan y en algunas ocasiones destazaba cerdos, ella hacía todo lo que estuviera a su disposición y mi padre la ayudaba en todo, por lo que ambos se volvieron expertos en lo que hacían y mediante esté trabajo nos sostenían. Yo soy una persona que me vine a calzar, es decir, tuve mi primer par de zapatos a la edad de 14 años y todo gracias al esfuerzo de mis padres. Pasé mi primaría descalzo y, durante todo ese tiempo, salíamos con mis hermanos a vender dulces, pan y carne, los productos que mi madre preparaba.
La recompensa que mis padres me brindaron por la ayuda que les prestaba fue un par de zapatos y cuando me los dieron me sentí la persona más afortunada.
No recuerdo qué estilo eran pero sí recuerdo que me encantaron. A pesar de la pobreza en que vivíamos, nuestros padres siempre fueron honrados y trabajadores, lo que nos hizo querer imitarlos.
¿Cuál fue el momento más difícil durante su infancia?
El día en el que mi mamá murió. Yo tenía 16 años y con la ausencia de mi madre, sumado a que había perdido a su compañera de hogar por más de dos décadas, mi papá tuvo que asumir la responsabilidad de criarnos. Luego de algunos años de estar viudo, mi papá decidió rehacer su vida. En ese momento nos envió a Tegucigalpa para que cursáramos los estudios de media y luego nos regresamos a El Paraíso, para ayudarle en el negocio que había iniciado.
¿Qué título de educación media obtuvo?
En aquel momento no había muchas opciones, así que me decidí por el magisterio, por lo que mi papá me inscribió en la Escuela Normal de Tegucigalpa, donde obtuve mi título de maestro.
¿Ha ejercido su carrera de maestro?
En el magisterio solo trabaje dos meses, tiempo que duró la licencia que me exoneraba como maestro, pero mi verdadera vocación estaba centrada en el área de administración de negocios y fue precisamente en este sector en el que me desarrollé, ya que me asocié con uno de mis hermanos en diversos proyectos y luego me independicé allá por los años 60 cuando puse la primera sucursal de mi tienda de electrónica en la ciudad de El Paraíso. De forma posterior la trasladé a Danlí y allí ha funcionado desde aquel entonces.
¿Ingresó en la educación universitaria?
Sí, siempre fui dedicado a mis estudios porque mi papá era inflexible en ese sentido. Por lo que me gané una beca para estudiar, junto a 36 hondureños más, en la Escuela Agrícola Panamericana. Había cursado dos de los tres años necesarios para graduarme de ingeniero agrícola cuando me expulsaron por mala conducta. De todos los hondureños que habíamos ingresado en mi promoción, yo era el único que había quedado dentro de la escuela, pero en aquellos tiempos la disciplina del centro educativo era rígida, por lo que no permitían ni la menor falta de indisciplina. Un buen día se me ocurrió que necesitábamos una fiesta, la planifiqué y me costó el título.
¿Qué es lo que más le apasiona?
Me apasiona el servicio a la comunidad, he sido presidente de diversas organizaciones que ayudan a las personas más necesitadas de la región, tales como el Club Rotario y otros. Me encanta el buen café, pero me gusta tomármelo rodeado de buena compañía, por eso cuando mis amigos y mis clientes me visitan siempre les ofrezco una taza de café.
Y como todos los humanos somos distintos y tenemos diversos gustos, y para cumplir con esta costumbre que adquirí con los años, tuve que comprar una máquina dispensadora de café, la cual prepara el aromático de diversas formas.
¿Cómo incursiona en la política?
Desde siempre había sido simpatizante de las ideas liberales, por lo que cuando puse mi negocio en la ciudad de El Paraíso comencé a involucrarme en la política, y al ser docente, aunque ejercí por poco tiempo, confirmé las necesidades que se tenían en este sector, por lo que comprendí que mi única forma de ayudar a las nuevas generaciones era siendo alcalde. Es por ello que durante el período presidencial de 1970-1972 fui electo por la población como edil de El Paraíso, donde fungí de manera gratuita, ya que dediqué mi salario al mejoramiento del sector educativo.
¿Cómo llega a convertirse en alcalde de las dos principales alcaldías del departamento de El Paraíso?
Luego de finalizar mi período de mando en El Paraíso, me traslado a vivir a Danlí, pasan 10 años y un grupo de correligionarios del Partido Liberal me convencen para que me postule como alcalde y fue así que de 1980 al 82 asumí el sillón municipal de Danlí.
¿Qué proyectos logró concretar durante su administración en ambas alcaldías?
Me enfoque en el tema de educación, sin descuidar el mejoramiento de la red vial. Además, apoye la construcción de centros de salud y otras obras de infraestructura que aportaron un desarrollo en ambos poblados.
¿Cuál fue la razón que lo motivó para cambiarse de afiliación política?
Los hechos previos, durante y posteriores al golpe de Estado fueron claves para que me desilusionara del accionar de mis correligionarios liberales en aquel momento, ya que para mí es inconcebible cómo los mismos liberales pudimos darle un golpe de Estado a nuestras autoridades.
Es por ello que decidí incluirme en las filas del partido Libertad y Refundación (Libre), quienes durante las recientes elecciones políticas me dejaron competir por la alcaldía de Danlí.
¿Cuáles cree usted que fueron las razones por las que no obtuvo el sillón municipal de Danlí durante las pasadas elecciones?
Mi campaña política se redujo a dos meses y ese es poco tiempo para tratar de convencer a los votantes de las propuestas que teníamos para la comunidad.
¿Cuáles son sus aspiraciones políticas actuales?
Mis aspiraciones políticas son que el país cambie, que regrese la seguridad para los ciudadanos, que exista trabajo, que la educación se convierta en una prioridad para los gobernantes, ya que soy del criterio que solo con un pueblo educado saldrá adelante Honduras.
¿Qué espera de los políticos del país?
Que sean más abiertos e incluyentes, que tanto los ricos como los pobres tengamos las mismas oportunidades, que las generaciones anteriores les brinden oportunidades a los jóvenes, quienes con sus ideas y nuestro asesoramiento ayudemos a la democracia. Es necesario que nosotros como políticos y quienes nos representan se preocupen más por el desarrollo de nuestras comunidades.
Fortalecer el sentimiento de patriotismo en el país es uno de los principales temas que tiene que trabajar las nuevas autoridades.
¿Cuántas veces ha fungido como presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Danlí y qué representa?
De la Cámara de Comercio de Danlí he sido presidente en tres ocasiones y de la Federación de Cámaras de Comercio a nivel nacional en una ocasión.
Ser presidente de tan importante organización es un privilegio, porque tenemos la posibilidad de acercar a nuestros socios con destacados inversionistas internacionales de los cuales tenemos que aprender.
Uno de los problemas que enfrentan estas entidades es que no cuentan con el reconocimiento ni la importancia que requieren, ya que los gobiernos las han mantenido alejadas, siendo que la empresa privada es quien sostiene la economía del país.
¿Cómo visualiza el desarrollo económico del departamento de El Paraíso?
La comunidad debe comenzar a trabajar en diversas estrategias que nos ayuden a dejar de ser tan dependientes de las industrias del tabaco y el café; ambos rubros dependen de la economía internacional, por lo que en cualquier momento pueden tener problemas y marcharse, dejando sin empleos a centenares de personas en el departamento. Por lo que se hace necesario que tanto las autoridades nacionales como locales se sienten y busquen la manera de potenciar los recursos con los que contamos, es decir, la agroindustria y la ganadería, por mencionar algunas.
¿Usted tiene una esposa e hijos?
Sí, me casé en el año de 1971 con la doctora Yelba Rodríguez, con quien tengo tres hijos, Luis Ernesto, Marielena Montserrat y Dulce Delfina Tábora Rodríguez, además de mi hija Melissa Tábora, fruto de otra relación.
Tengo también nueve adorables nietos que llenan de alegría mi vida.
¿Cuál ha sido su labor social en el departamento?
Debido a todos los sacrificios que tuve que pasar cuando aún estaba pequeño, yo me propuse que si un día llegaba a tener los recursos económicos para ayudar a la población lo iba hacer. Dios me ha permitido la oportunidad de hacerlo y es por ello que junto a mi esposa decidimos crear un proyecto que beneficia a personas de la tercera edad, que en muchos de los casos no cuentan con el apoyo familiar suficiente para vivir.
¿En qué consiste la ayuda que ustedes les brindan?
Bueno, tenemos destinado un aporte mensual para donarles alimentación semanal, además les damos los medicamentos que los médicos les recetan y toda esta donación la unimos al tema religioso, por lo que el día sábado, cuando mantenemos las reuniones, antes de entregarles la donación, mi esposa imparte una charla a los ancianos beneficiados donde les hablamos de Dios y sus bondades para con sus hijos.