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Ana Elsy Mendoza, una sencilla luchadora de pensamientos utópicos

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29.05.2016

Tegucigalpa, Honduras
Esta talentosa, honesta y espiritual dama de carácter dulce primero fue secretaria comercial, después, para poder ingresar a la universidad se graduó de perito mercantil, y al final terminó enrolándose en las filas del mejor oficio del mundo: el periodismo.

Tras 15 años como reportera y presentadora del telenoticiero Abriendo Brecha, dio el salto a la comunicación institucional en las oficinas de las Naciones Unidas. Ahora, junto a otros colegas impulsa la firma Sien Comunicaciones. En su hogar, así le respondió a EL HERALDO sobre su vida y sus anhelos.

¿Qué es lo que más le atrae de la vida?
Me atrae todo. Para mí la vida tiene un significado muy amplio, por la mañana me levanto, miro el cielo, a los árboles, a mis mascotas. El saber que estoy respirando, que tengo un nuevo día para luchar me hace feliz. De la vida me gustan las cosas que ayudan a mejorar el mundo que me rodea.

¿En sus 57 años cuál ha sido su mayor logro?
He tenido muchos logros. Pensar en todas las cosas que he hecho, las que no he hecho y aún tengo posibilidades de hacer. Aquí están mis logros profesionales, mis amistades. El solo hecho de tener una vida digna es un gran logro en este país.

¿De dónde viene Ana Elsy Mendoza?
Vengo de una cuna humilde, muy orgullosa de ello, nací en el barrio Concepción de Comayagüela de una madre -Sonia Raudales- que me obligó a estudiar diciéndome: yo no quiero que mis hijas sean como yo. Es que ella llegó hasta sexto grado. A mi mamá le paso agradecida, porque además de motivarme para el estudio me enseñó a pensar en los demás. Me inculcó que cuando uno mejora, también mejoran los demás.

¿A qué escuela fue?
Fui a la Escuela Monseñor Fiallos, pero tengo un grato recuerdo de la Escuela Benito Cerrato de San Lorenzo.

¿Qué rememora de esa etapa de la vida?
Hace unos siete años Ferema me pidió que le apoyara en una campaña de educación y yo salía en un anuncio donde decía que cuando estaba en la escuela escribía hombre sin h, con n y v. La gente creyó que eso era mentira, pero es totalmente cierto. En 1969 yo llegué a San Lorenzo con una ortografía horrorosa. Las compañeras se reían de mí diciendo: miren, la capitalina que ni escribir sabe.

¿Y cómo hizo para mejorar?
Estaba en quinto grado y la profesora Ena de Juárez comenzó a darme reforzamiento, que fue como empezar de nuevo. Al terminar ese año yo tenía una ortografía increíble, nada que ver como había llegado. Desde ese momento me hice una fanática de la ortografía y la gramática y del sabor de la buena escritura.

¿Y por qué se fue a estudiar a San Lorenzo?
Allá estuve solo un año. Mi papá Julio Muñoz me llevó porque como trabajaba en la ENEE entonces lo mandaron a laborar a San Lorenzo, después regresamos.

¿O sea que durante un años tuvo el mar a la disposición?
Me encantaba. Cuando la marea crecía nos íbamos a bañar y sacábamos almejas, cazábamos cacaricos y los íbamos a cocinar, fue una época divina. Mirá que íbamos a los manglares a sacar curiles y los comíamos.

¿Y el colegio?
Estudié en el Instituto Central, pero luego, como la mayoría de las jóvenes en ese tiempo -y sigue pasando-, tuve un embarazo precoz, entonces salí de ese colegio y pasé al Cultura Nacional, donde me gradué de perito mercantil, pero antes había estudiado secretariado comercial en el Instituto Alpha. Es que yo quería trabajar, a mí no me ha gustado que me mantengan. Estudié secretariado para poder trabajar y perito para poder ir a la universidad.

¿Y trabajó como secretaria?
Sí, y gran parte de mi vida. Me gradué de perito y el sueldo que me ofrecían era menos que el que ganaba como secretaria. Pero ya con una hija en ese tiempo no iba a dejar mi trabajo de secretaria solo para que digan que laboraba como perito mercantil. Es que entre una secretaria y un perito mercantil, la gente cree que es mayor el perito.

¿Cuál fue su primer salario como secretaria?
¡Uf! Creo que fueron 250 lempiras, trabajaba con la Secretaría de Cultura y Turismo.

De seguro era la secretaria más guapa en esa institución.

Ja, ja, ja... Trabajé en la dirección de cultura con el señor Manzanares, ya murió, era un folclorólogo; luego trabajé con don Joaquín Medina Oviedo, que era el viceministro de cultura, y ahí empecé a sentir la pasión por el tema del turismo.

¿Cuál es el elogio más grande que le han manifestado?
Ummm... ¿Como profesional? ¿Como mujer? Ja, ja, ja... dejémoslo así...

¿Y el piropo más elegante que le han dicho?
Ja, ja, ja... Cree que no me gusta hablar de esas cosas, eso me ruboriza, es que piropos siempre se los tiran a uno en la calle, le dicen cosas, por supuesto mi esposo Harold Rodríguez siempre me dice piropos, él siempre ha sido una persona muy detallista.

¿Cómo se metió en el periodismo?
Siempre tuve claro que mi área eran las ciencias sociales, nunca me gustaron las matemáticas y siempre iba a recuperación. Yo siempre me destaqué en estudios sociales, historia, todas esas clases que tenían que ver con la sociedad. Cuando fui a la universidad no sabía si estudiar trabajo social, periodismo o filosofía o letras. Pero de entrada quité letras argumentando que con eso no iba a comer. Un compañero con el que me llevaba muy bien me dijo matriculate en periodismo, ahí me matricularé yo. Así entré.

¿Y cuál fue su primera experiencia como comunicadora?
Allá por 1982 empezamos a hacer periodismo con Sandra Maribel Sánchez. Íbamos al Noticiero Diez que tenía el periodista José Ochoa y Martínez a las 10:00 de la noche en Radio Comayagüela. Luego entré a trabajar en la Secretaría de Prensa y después fui a una entrevista a Abriendo Brecha y me quedé, ganando 200 lempiras menos que lo que devengaba en la Secretaría de Prensa. Para mí era una oportunidad para ver el otro lado del periodismo.

¿Y qué tal le fue en la televisión?
Me fue muy bien, aprendí mucho, cubrí todas las fuentes sociales, Chico Mejía me decía “la abogada de las causas perdidas” porque en aquel tiempo el tema de derechos humanos estaba muy poco posesionado en los medios de comunicación.

¿Alguna vez la amenazaron o la intentaron linchar?
Recuerdo que una vez llegó un médico muy molesto porque yo había divulgado una información de que él se había apoderado de un equipo y se lo había llevado, la información me la habían dado las enfermeras, por supuesto que yo no tenía documentación, me dijo que si no me retractaba me iba a meter a la cárcel y le dije que me metiera, que no me iba a retractar porque sabía que era cierto. Entonces don Rodrigo Wong Arévalo habló con él, de lo contrario estaría presa todavía.

¿Y por qué se fue para Naciones Unidas?
Ya tenía casi 15 años de trabajar como reportera, entonces salió la oportunidad de hacer una consultoría para el Fondo de Población de las Naciones Unidas para la presentación del informe del estado de la población y ahí me quedé. Para mí fui importante esa transición. Es una riqueza el haber estado en medios de comunicación y luego hacer comunicación institucional.

¿Revolucionaria o demócrata?
Demócrata. Pienso que toda persona que le apuesta a la democracia es revolucionaria, porque la revolución significa cambios.

¿Es usted soñadora?
Por supuesto. El ser humano para crecer tiene que ser soñador. Las utopías, como dice Eduardo Galeano, sirven para avanzar. Las cosas que uno logra es porque las soñó. Yo soñé con ser periodista y soy periodista; soñé con ser una buena madre, no sé si lo logré, pero mis dos hijas ahí están. Soy una soñadora permanente.

¿Cómo quisiera ver a Honduras?
Quisiera un mejor país, donde la solidaridad sea permanente, donde los intereses colectivos sean prioritarios, en lugar de los personales; donde no hubiera hambre, donde nadie se acostara sin comer, donde no existiera tanta violencia, donde las mujeres no fueran maltratadas, donde la comunidad LGTB no fuera agredida y asesinada, anhelo una Honduras donde todos nos respetemos y que no haya discriminación.

Si pudiera cambiar algo de usted, ¿qué cambiaría?
Lo de ser impulsiva. A veces digo cosas muy directamente, luego me arrepiento. He mejorado bastante, antes era muy radical.

¿Qué talento le hubiere gustado tener?
El tocar un instrumento musical, tocar la guitarra, nunca lo pude hacer. Como dice German Reyes, cantó bien, pero se me oye mal.

¿Cristiana o atea?
Soy cristiana, católica, abrazo muchos conceptos de la religión budista. No soy religiosa porque esta lo puede llevar a uno al dogmatismo, me considero una mujer espiritual.

En los próximos diez años, ¿dónde se ve?
Dirigiendo una fortalecida firma consultora que hemos creado. Aspiramos a que Sien Comunicaciones se consolide ofreciendo servicios de excelencia.

¿Es usted amante de las mascotas?
Si le contara... a mí no me gustaban los perros, pero mi compañero de vida, Harold, es un apasionado de los animales y es un apasionado compasivo, no le gusta que agredan o golpeen a los perros. Ahora tenemos cuatro animales y les tengo mucho cariño.