Tegucigalpa, Honduras.- Había una vez un prado lleno de todo tipo de flores: rosas, margaritas, girasoles, violetas y tulipanes.
Las margaritas decían que ellas eran las flores más bonitas de todo el prado. Las rosas decían que ellas eran las más lindas y especiales. Las violetas aseguraban que eran las más coloridas, por su tono morado en los pétalos. Los tulipanes también opinaban que eran las más únicas del lugar. Los girasoles afirmaban que ellos eran los más importantes para decorar cualquier sitio.
Y así, comenzaron a pelearse unas con otras. Anocheció y todas se fueron a dormir, cansadas de discutir.
Durante la noche, una persona tiró una pequeña semilla en el prado. Al amanecer, todas las flores se preguntaban: —¿Qué será esa cosita que se ve allí? Con mucha curiosidad, una de las margaritas dijo: —¡No se preocupen! Eso no debe ser importante.
Al día siguiente, las violetas notaron un pequeño tallo brotando de la tierra. Llamaron a todas las flores para que fueran a ver y se preguntaban: —¿Qué es esa cosa y por qué está allí?
El pequeño tallo creció durante días hasta convertirse en una flor sin color y sin belleza. Las otras flores se reían de ella por ser así. Le decían cosas ofensivas como: —¡Qué fea eres! ¡No vas a durar mucho tiempo aquí!
Todas se burlaban de ella, pero a la pequeña flor no le importaban los malos comentarios. No les prestaba atención; ella tenía una autoestima genial.
En un día soleado, las flores estaban tomando sol. La pequeña flor también quería hacerlo, pero las otras no la dejaban y comenzaron a decirle: —¡Fea! ¡Vete de aquí, no te acerques a nosotras! ¡Nosotras sí somos bonitas, no como tú de fea!
La pequeña flor se fue a su rincón y se puso un poco triste por las cosas que le dijeron las demás.
Al día siguiente, todas las flores notaron que se acercaba una gran lluvia con vientos. Cuando atardeció, comenzó a lloviznar y luego los vientos se intensificaron. Llovía muy fuerte. Cuando terminó la lluvia, el viento seguía soplando con fuerza, empujando a las flores que se inclinaban y se pandearon hacia la derecha.Cuando acabaron el viento y la lluvia, las flores notaron que les faltaban pétalos, estaban inclinadas y sus hojas se habían caído. Se pusieron muy tristes porque se sentían feas.
La pequeña flor las miró y dijo: —Lo siento mucho. Ustedes están muy mal, pero eso no impide que aún sean hermosas. No importa que no tengan hojas ni pétalos, siguen siendo hermosas.
Todas las flores escucharon lo que dijo la pequeña flor y le respondieron: —¿Por qué nos dices esas cosas si nosotras te tratábamos mal?
La pequeña flor contestó: —Aunque ustedes me trataron mal, no significa que yo las tenga que tratar de la misma manera.
Las flores le pidieron disculpas por cómo la trataron durante el verano. Con el tiempo, todas florecieron de nuevo, incluso la pequeña flor, que se volvió linda y colorida.
En el campo, todas las flores volvieron a ser bonitas y vivieron muy felices.