Siempre

Cuento: Violeta y el pueblo que volvió a nacer

El cuento de Camila Villela es el ganador del Premio único en la categoría infantil de la XII edición del Concurso de Cuentos Cortos Inéditos “Rafael Heliodoro Valle”
26.04.2023

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Violeta era una niña muy amigable y proactiva, vivía en un pueblo llamado Corcín junto a su abuela Nini y su perro Pulgas. Ellas vendían tamales para vivir. Violeta amaba la naturaleza y a los animales.

Corcín era un pueblo pequeño con muchos bosques y animales, era un pueblo muy distante de los demás, por lo tanto, la tecnología no había llegado, y todos jugaban sanamente, todos se conocían, apenas llegaban unas pocas personas a comprar sus productos.

Un día, un extranjero llamado Finch llegó al pueblo, al ver el potencial para su fábrica de muebles y carros no lo pensó mucho y construyó la más grande fábrica que alguien había visto.

La gente de Corcín estaba muy contenta porque habría trabajo para ellos y la tecnología estaría llegando, y Corcín podría convertirse en un pueblo muy visitado y así ellos venderían más sus productos a los visitantes.

Además de su perro Pulgas, Violeta alimentaba a 10 guacamayas doradas que tenían su refugio en el centro del bosque, habitaban en el único sauce de todo el bosque.

Violeta notó que cada día eran talados muchos árboles, el cielo ya no era azul, estaba lleno de humo negro, y el sol ya no se miraba, ya no miraba a muchos de los animales que ella alimentaba, incluso ya solo habían 8 guacamayas doradas.

Violeta reunió a los niños de Corcín en su casa, todos estaban conscientes que tenían que hacer algo, y fueron a la fábrica a hablar con Finch, pero nunca los recibió.

Los ancianos del pueblo empezaron a enfermar, al igual que los bebés. Nini estaba muy enferma, le dijo a Violeta que debía de cuidar lo poco que tenían, Corcín era su pueblo, su único hogar, y debían luchar por él.

Pasaron los días y nunca pudieron hablar con Finch, todos los ancianos murieron, el cielo cada vez era más negro, el sol no volvió a verse, y de la tristeza por la muerte de su abuela, Violeta olvidó alimentar a las guacamayas doradas, ese día decidió ir a verlas y alimentarlas, y para su sorpresa ya no estaba el sauce, ya no había ningún animal en el bosque.

Corcín estaba muriendo, estaba desapareciendo. Violeta recordó las palabras de su abuela, que debía cuidar lo poco que tenían, que Corcín era su único hogar, así que volvió a reunir a la poca gente que quedaba, como eran muy pocos y varios estaban débiles y enfermos, ella junto con otros 4 niños fueron a pedir ayuda al pueblo más cercano. Hablaron con el alcalde y le contaron lo que estaba sucediendo en Corcín, el alcalde les contó que ya conocía a Finch, que él lo había expulsado de su pueblo porque puso una fábrica que no cumplía con las normas para cuidar al ambiente y a las personas, el alcalde decidió ayudar a los niños y volvió a conseguir los mejores abogados para que esta vez le cerraran definitivamente la fábrica a Finch, ya que siguió incumpliendo con las normas para cuidar al ambiente y a las personas, y estaba por hacer desaparecer al pueblo de Corcín.

Después de conseguir la documentación, Violeta y los niños, junto con el alcalde, los abogados y la policía fueron a Corcín. Muchos de los que estaban enfermos ya no estaban a su regreso, fue muy duro para ellos. Fueron a la fábrica, llevaron encadenado a Finch y cerraron definitivamente la fábrica.

El alcalde y su gente se quedaron unos días para poder ayudar a los que quedaban del pueblo. Después de una ardua tarea de reforestación, limpieza y saneamiento, el pueblo volvió a nacer y a recuperar su brillo, ya el sol se podía ver de nuevo, los bosques volvieron a verse verdes y grandes, muchos animales regresaron, pero la gente del pueblo estaba preocupada, pues con lo que les pasó, ya nadie querría visitarlos, no venderían sus productos y no tendrían cómo sobrellevar la situación.

Mientras intentaban buscar una solución para atraer a los turistas, el alcalde y todos se sorprendieron en ese instante al ver el cielo de Corcín que tenía 2 soles, y uno parecía moverse en dirección a ellos, a medida se acercaba esa bola dorada, Violeta se alegró, vio que eran sus amigas las guacamayas doradas que regresaban, y posaron en ella.

El alcalde estaba sorprendido de ver las guacamayas, pues eran únicas en su especie. Les construyó un refugio que se llamó Refugio Nini, en honor a la abuela de Violeta, que la inspiró a luchar por lo suyo.

Gracias a ella el pueblo tiene una segunda oportunidad, y de repente empezaron a llegar turistas de diferentes lados para conocer las guacamayas doradas y la historia del pueblo que volvió a nacer.