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El petróleo y la esperanza en el subsuelo hondureño

En los años 60 se hicieron las exploraciones en La Mosquitia y se tomaron las primeras muestras para calcular el rendimiento de los yacimientos, al parecer, de dos mil a tres mil barriles diarios.

22.12.2012

Petróleo significa “aceite de roca”, suena a otra cosa, no al fluido que a tantas naciones ha enriquecido y a tantas ha empobrecido; el que ha motivado guerras y odios por todas partes; el que ha levantado palacios de fantasía, ha fertilizado el desierto, y llevado al hombre a la era de las máquinas. Ahora la búsqueda estará en Honduras y podría cambiar la realidad en cualquier dirección, o emerge o la termina de hundir.

En los psicodélicos años 60 se hicieron las exploraciones en La Mosquitia, en las zonas marítima y terrestre, y se tomaron las primeras muestras, que permitían calcular un rendimiento de esos yacimientos, al parecer, de dos mil a tres mil barriles diarios, y con una calidad aceptable para su comercialización.

Pero en esos años, maravillosos para muchos, el precio del crudo a nivel internacional oscilaba entre dos y cuatro dólares por cada barril; y medio siglo después el aumento del consumo y la disminución de las reservas, ha llevado a una media entre 40 y 50 dólares, y en momentos de mayor crisis hasta los 150 dólares por cada barril.

Probablemente, esto y más han movido a unas 16 empresas a buscar el derecho de exploración en nuestro país y, por supuesto, su explotación. El gobierno se ha decantado por las credenciales de la compañía inglesa BG Group, pero lo que dejará esta relación es todavía muy pronto para saberlo.

EL RECURSO JURÁSICO. Desde siempre nos contaron la leyenda de que el petróleo se formó por la descomposición orgánica de los dinosaurios, aunque algunos estudios señalan que se desarrolló a partir de la sedimentación del plancton, esos bichos unicelulares que inundan los océanos, o por grandes reservas de carbón disueltas desde tiempos inmemoriales.

Cualquiera que sea su origen, se espera que bajo nuestros pies hondureños también la naturaleza haya dejado parte del apetecido oro negro. Además de La Mosquitia, los viejos estudios mencionan que por su geología podría haber petróleo en los departamentos de Intibucá, El Paraíso, Olancho, Comayagua y Cortés.

Los chinos, que aparecen siempre primeros en todo, fueron los que utilizaron petróleo como combustible; los sumerios lo tenían como amalgama para pegar ladrillos, piedras y embarcaciones; los egipcios engrasaban pieles; y los pueblos precolombinos de México lo usaron como pintura para sus esculturas y templos.

Por el siglo IX, los árabes, que también destilaron y crearon el aguardiente, logran la obtención del queroseno a partir de la destilación del petróleo, para uso exclusivo de la medicina y de los militares. A través del Califato de Córdoba, ahora España, llevan su técnica a Europa y así se va la Edad Media.

Hasta el siglo XVIII se mejora el proceso de refinado y coincide con la invención de las máquinas y la fabricación de las primeras grasas lubricantes. Un siglo después logra descomponerse en aceites que sirven como combustible para el alumbrado.

Es la invención del motor de combustión interna lo que convierte al petróleo en el producto más apetecido del mundo. Antes de eso la gasolina era solo un subproducto derivado de la destilación del queroseno y como no tenía utilidad, para que no estorbara, ni incendiara nada, se lanzaba al río.


CONFLICTOS GEOPOLÍTICOS Y PETROGUERRAS. Alguien decía que la democracia es el producto más refinado del petróleo. Y de eso saben mucho los estadounidenses, que han peleado todas las guerras para controlar el crudo mundial, como en Irak, en 1991, que dejó un millón y medio de muertos, la desestabilización de la OPEP, el control de los precios y la correlación de fuerzas a favor de ellos.

Unas décadas antes, mientras desangraban con su guerra a Vietnam, la empresa Mobil se apuntaba con importantes contratos en Vietnam del Sur, y hacia 1990 lograba contratos de exploración en los mismos campos, aunque los abandonó porque no encontró cantidades comerciales óptimas.

También fue noticia mundial la ocupación de Indonesia sobre Timor Oriental, todo para quitarle su petróleo, que además se disputaban el derecho Australia, China, Filipinas, Malasia y Brunei. Naturalmente con muchas balas y muchos muertos.

Una de las reservas más importantes de África está en Angola, y allí la guerra se ha perpetuado entre dos grupos armados: uno controla el petróleo y el otro los diamantes. Pero ha sido el escenario sangriento del conflicto de intereses entre el colonialismo de Portugal, la intervención de la Unión Soviética, Cuba, Estados Unidos y Sudáfrica. Mientras succionan el crudo la Gulf Oil, Union Carbide, Texaco, Mobil y Argo Petro.

La sangrienta guerra de liberación de Argelia, que duró una década, también tenía como telón de fondo las reservas petroleras, explotadas por empresas francesas hasta 1968. En el antiguo Zaire, el dictador criminal Mobutu Sese Soko, a cambio de muchos millones de dólares, pasó el control de su petróleo de compañías de Francia y Bélgica a las de Estados Unidos. Mientras, en Nigeria hay un enfrentamiento permanente desde 1956, cuando Shell perforó su primer pozo en ese país, y muchos pobladores murieron en cacerías atroces.

En las zonas alejadas de Asia también hay importantes reservas y mucha codicia de las empresas extranjeras para quitarles los 115 mil millones de barriles que guardan juntas Kazajistán, Azerbaiyán, Turkmenistán y Uzbekistán. Sin olvidar lo que pasa en Afganistán.

En nuestra América Latina al menos dos conflictos se han vinculado al petróleo: la guerra del Chaco, en la que Paraguay perdió territorio con yacimientos; y la guerra entre Ecuador y Perú.

LO ECOLÓGICO Y LO ECONÓMICO. Claro que hay temor entre los grupos ecológicos del país por los conocidos e inevitables destrozos que la industria petrolera genera. Por ejemplo, calculan que en La Mosquitia afectará la Biosfera del Río Plátano, la reserva Tawanhka Asangni y el Parque Nacional Patuca.

Las exploraciones y luego la explotación petrolera marítima también dañarán seriamente el arrecife coralino de Islas de la Bahía y Cayos Cochinos y promoverá la deforestación de bosques en Olancho, Cortés e Intibucá.

Encima la legislación que dominará estos procesos no considera medidas estrictas de protección medioambiental y las sanciones para las compañías que se salten las normas son irrisorias: será más barato pagar la multa al gobierno hondureño que cumplir con medidas de impacto en el ecosistema.

Muchos países aplaudieron y dieron gracias a la vida por darles petróleo, pero les ha caído como maldición. Aquí deberán encontrarse los mecanismos que eviten el “mal holandés”, cuando el dinero inmediato y a raudales que deja un recurso natural, reprime los otros sectores de la economía y encarece todo, hasta llevar a una nación a un colapso. Quedan muchas cosas por aprender y por decir en este tema del petróleo, ojalá que la inteligencia y la distribución justa ubique a Honduras entre los países que se favorecieron con este mercado decadente, porque otra vez llegamos tarde al desarrollo.

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