Un cambio en las creencias tradicionales surcoreanas sobre el respeto a los antepasados y un fuerte aumento en el costo de las cremaciones han dado lugar al negocio de cenizas transformadas en perlas funerarias.
El dolor intenso que Kim Il-nam ha sentido desde que su padre murió hace 27 años lo llevó a tomar una decisión llamativa: hizo excavar la tumba, cremó los huesos y pagó 870 dólares para que transformaran las cenizas en cuentas.
“Cada vez que miro esas cuentas considero que son mi padre y recuerdo los buenos viejos tiempos con él”, dijo Kim, de 69 años.
“De niño, solía dormirme mientras mi padre me abrazaba”, dice sollozando y mirando las cuentas de color verde azulado, que están depositadas sobre un paño de seda en una pieza de cerámica sobre la mesa.
Hace una década, seis de cada 10 surcoreanos que morían eran enterrados.
Desde entonces ha habido un cambio debido, en parte, a la influencia occidental y a una campaña del gobierno para que los pobladores consideren la cremación como un medio de ahorrar espacio.
Los resultados han sido resonantes: la tasa de cremación del año pasado fue tan elevada que solo tres de cada 10 fueron enterrados.