“Ahí me quedaba sentado en el Parque La Libertad (de Comayagüela) viendo la manera de cómo conseguir cinco pesos (lempiras) para comprarme un par de zapatos”, recordó este artista, quien a sus 60 años de edad es uno de los más reconocidos escultores que tiene Honduras.
Además, es de los pocos privilegiados de América cuya obra está en los jardines del Vaticano, lo que le permitió estrechar la mano y recibir la admiración del máximo líder espiritual del catolicismo, el papa Francisco.
EL HERALDO lo entrevistó en su taller, camino al municipio de Valle de Ángeles, donde trabaja en sus obras imperecederas, acompañado únicamente de su leal chihuahua, escandalosa miniatura con ínfulas de un feroz guardián.
¿Cuándo se da cuenta de su vocación de escultor?
De niño ya sentía la atracción sobre las formas, buscaba forma en las raíces, en los troncos de árboles; ahí empecé a educar la imaginación artística. Incluso, desde niño me hacía mis propios juguetes de madera tallados con cuchilla y en la escuela primaria sobresalía por el dibujo.
¿Alguién le motivó a estudiar arte?
Encontré al pintor Carlos Guillermo Garay, que casi todos los días llegaba a pintar a Suyapa. A veces ni iba a clases para ver cómo dibujaba y pintaba. Al ver mi interés me fue motivando, me regalaba carboncillo y poquitos de óleo para que pintara.
¿A cuál escuela asistió?
A la Escuela María Luisa Ben Har. Como mi familia era pobre llegué a estar en el convento durante un año. No dormía ahí, pero las monjitas me daban el estudio. Yo aprovechaba a observar los santos que había en las iglesias.
¿En qué momento comienza a estudiar artes?
Al salir de sexto grado fui a la Escuela Nacional de Bellas Artes, me hicieron un examen de admisión, me aceptaron pero cuando empecé a recibir clases me sacaron -estaba como maestro Raúl Fiallos- porque no permitían cipotes descalzos. Me sacaron varias veces y ahí me quedaba sentado en el parque La Libertad, viendo la manera de cómo conseguir cinco pesos para comprarme un par de zapatos. Busqué trabajo en un taller para conseguir el dinero para unos tenis Caprisa de cinco lempiras. Y cuando me vieron calzado sí me recibieron.
Como en la parte académica era uno de los más sobresalientes, en el tercer año me dieron una beca de 75 lempiras y me aumentaron dos años más de estudio, o sea que en Bellas Artes estuve cinco años.
¿Cuáles fueron sus áreas preferidas?
Me preparé en el campo de la escultura, de la cerámica, del modelado, de la serigrafía, un montón de ramas dentro del arte. Ahí mismo, en Bellas Artes, entré a la docencia, estuve quince años; posteriormente trabajé en un proyecto en el área rural preparando a campesinos en material didáctico, con un programa de la UNESCO en conjunto con el ministerio de Educación, luego regresé a Bellas Artes como maestro, pero de ahí me salí y me dediqué rotundamente a la escultura.
Empecé en serio la forma de la expresión escultórica pero tenía un problema, cuando estuve en Bellas Artes no se enseñaron lo que era la fundición, todos los monumentos, esculturas y bustos eran importados, eran donaciones, entonces nació la necesidad de poder estudiar fundición en el extranjero y con mis propios recursos, allá por 1977 y 7978, así que me fui a la universidad de San José de Costa Rica, luego regresé, pero en Honduras no había un taller de fundición artística en bronce.
¿Y entonces?
Entonces instalé en 1994 la primera fundidora de bronce en Honduras. De ahí para acá, el taller se ha dado a conocer en cuestiones de fundición artística. He preparado a unos escultores sobre el fundido en bronce, pero ellos no se dedican a esto. Es que esto es caro y la cultura que tenemos acá es pobre, no tenemos una visión futura de la importancia de nuestras raíces culturales. Es tal que en Honduras apenas hay unos cuatro escultores activos.
¿Cuál fue su primera obra como escultor?
Desde 1994 me he dedicado a la escultura. Desde que estaba en Bellas Artes hacía escultura en madera y marmolina, pero la primera escultura reconocida fue “El forjador”. En 1994 se hizo un concurso a nivel latinoamericano y lo ganamos, y el premio otorgado por la alcaldía de San Pedro Sula era hacer una escultura de tres metros y medio de altura.
¿Cuáles son las obras que ha realizado y dónde están ubicadas?
Tenemos “Las lavanderas” en el parque central de San Pedro Sula, “El maquinista” en Choloma, “El machaquero” en el parque de Villanueva, en Cortés está “La diosa Temis”, en el parque están “Los pescadores”, un negro y otro mestizo; en El Progreso está “El progresista”, aquí, frente a Jardines de Paz Suyapa tenemos una escultura de dos metros alusiva a la familia; en San Salvador tenemos dos altos relieve en la tumba de Francisco Morazán, una de dos y otra de tres metros de altura, también tenemos esculturas en coleccionistas privados de Canadá, en museos de Nueva York, en el museo latinoamericano en Washington, así como en República Dominicana, en España y México.
¿Un escultor exitoso puede vivir de su trabajo en Honduras?
En Honduras es bien difícil. Si he sobresalido es porque Dios tenía sus propósitos conmigo, pero no es porque en realidad un artista pueda vivir de su trabajo. La mayor parte de los artistas y poetas nacionales han sobresalido fuera de Honduras. En la historia del arte en Honduras yo he sido uno de los más destacados y con humildad se lo digo, formado aquí, capacitado en el exterior y he regresado acá a vivir con los lempiras devaluados.
¿Está dedicado solo a la escultura?
Yo pinto también. El que es artista domina muchas técnicas, uno no se mueve en una sola dimensión, a una sola creación. Es que el arte es intenso. Cuando uno se pone a trabajar no hay feriado, hay muchas horas de trabajo, no hay recreación; esto es mi vida.
¿Las esculturas son imperecederas?
Todo depende del artista. Este se tiene que preocupar para que su trabajo perdure en el tiempo, utilizando materia prima de calidad. Yo siempre me he preocupado para que mis obras perduren por muchos años.
¿Qué siente cuando está tallando una escultura?
Uno se siente como en otra dimensión, que está construyendo algo nuevo y busca que sea mejor que la anterior. Aquí no hay espacio de tiempo para poder dedicarse a otra cosa. En lo personal he tenido tres matrimonios y en los tres he fracasado por cuestión del arte. Incluso a mis hijos los he descuidado por estar trabajando en la escultura, viendo la necesidad de un pueblo. Creo que le he dado bastante a Honduras en materia de escultura y por ello he sacrificado mi propia salud, mi familia, todo.
¿Usted hizo la escultura de Juan Pablo II?
Sí, hemos donado piezas escultóricas como “La Virgen de Suyapa”, que está en Roma. La parte artística no la cobré, eso fue un aporte mío para la comunidad, es una respuesta a un compromiso del artista con su pueblo. También con la obra de Juan Pablo II estuve nueve años para hacerla, a puras donaciones.
¿Gracias a su trabajo usted habló con el papa Francisco?
Tuve la oportunidad de conversar un momento con él, me dijo que estaba contento de conocer al artista que elaboró la réplica de la Virgen María de Suyapa que se colocó en los jardines del Vaticano.
Me felicitó diciéndome que le agradaba mucho saber que mis manos elaboraron la escultura. Yo le dí una réplica en miniatura de la virgen. Pero lo que más recuerdo es que me dijo que orara por él.
¿Y ha orado por el Papa?
No solo por él, yo oro por todos.
¿Usted es muy católico?
No, yo asisto también a una iglesia cristiana (evangélica). Católico así, empedernido, no lo soy, a calentar bancas, no, no, no. Yo creo que Dios es algo más dinámico.
¿Qué reconocimientos oficiales ha tenido su trabajo?
He recibido varios, pero el máximo premio que he tenido son los monumentos que están en diferentes partes del país y del mundo. Esos son los premios legítimos, lo que los gobiernos no dan. Me han dado pergaminos pero eso lo pueden hacer por compromiso, pero para mí un pergamino en cuatro paredes no vale; para mí, mi premio más grande es que la gente pueda ver mis obras en todas partes.
Fíjese que desde que murió Juan Pablo II yo empece a pedir, y es agradable que la gente haya creído en mi como artista.
¿En la parte deportiva usted es karateca?
Eso fue en tiempos de mi juventud. Usted sabe que uno tiene que canalizar las energías para poder salir adelante, luego me metí con más responsabilidad al arte, dejé de ir a los estancos, de ir a tomar cervezas, pero al dedicarme a trabajar ya no tenía tiempo para atender ni a mi familia.
¿Cuánto tiempo practicó artes marciales?
Estuve cinco años, llegué a la categoría del tigre. Yo llevé el estudio verdadero de lo que era el shaolin, donde uno tiene un mayor conocimiento del cuerpo.
¿Y alguna vez puso en práctica sus conocimientos de karate en alguna bronca callejera?
Sí y me metieron preso dos días, hasta que me sacaron.
¿Cómo artista, cuáles son sus expectativas para el futuro?
Es que aquí no hay apoyo para el artista, aquí los gobiernos no tienen una política cultural, aquí el artista se ahoga, se frustra. A pesar de los obstáculos y gracias a mi propio esfuerzo, yo me considero un escultor exitoso.