Durante los últimos años, y con el afán de seguir políticas populistas de algunos gobiernos extranjeros, en Honduras se está regalando más de lo que producimos y con el fin de ganar votos para las campañas electorales los políticos en el poder han inventado los bonos estudiantiles, de la tercera edad, el bono tecnológico, el bono de los 10,000 lempiras, las subvenciones millonarias a los taxistas y a los buseros, así como cualquier cantidad de asistencias a los activistas.
En el caso del Brasil de Lula, su fortísima economía le respalda financieramente para regalar cuantos bonos quiera; en nuestra empobrecida Honduras no nos podemos dar tales lujos; por otro lado, acá estamos asfixiando a la clase media del país con nuevos impuestos, cobros exagerados por el costo de la energía eléctrica, financiamientos escasísimos y con altas tasas de interés y para colmo de males, con mucha inseguridad y poca o inexistente protección contra el pago del “impuesto de guerra” de miles de delincuentes extorsionadores, quienes ahora también lo están cobrando en pulperías y casas de habitación de los barrios y colonias de nuestras ciudades.
Ojalá que los 165,000 millones de lempiras del presupuesto de la República para el año 2013 no sirvan para regalárselos en su mayoría a los buseros, taxistas y activistas de los partidos políticos, sino para apoyar a la producción nacional.
Honduras tiene un inmenso potencial para desarrollarse, pero no es regalando el pescado que podrá salir adelante en estos tiempos de crisis económica mundial. Debemos ser creativos para salir adelante y esto implica que debemos fomentar la producción y volver al camino que seguimos en décadas pasadas, cuando a los valles de Jamastrán, Comayagua, Sula y del Aguán se les consideraba el granero de Centroamérica. Apliquemos el ejemplo del cultivo del café, donde somos ahora el sexto país productor del mundo.
Utilicemos la riqueza hídrica que tenemos para producir energía y vendámosla a toda Mesoamérica, utilizando represas en nuestras 19 cuencas, que además de producir energía limpia, también sirvan para brindar agua potable a nuestras ciudades y riego a nuestros campos labrantíos.
Implementemos políticas adecuadas para el aprovechamiento racional de nuestros bosques, con un alto valor agregado, exportando no solo los árboles de la foresta, sino los muebles, juguetes y otros productos elaborados. Lo mismo se aplica a los yacimientos metálicos de nuestras minas, cobrando lo justo y no regalando nuestro oro, plata y demás metales a cambio de valores infinitamente menores a los precios del mercado mundial.
Paremos la costumbre de solo andar con la mano extendida pidiendo dinero a todos los países desarrollados y empecemos a ser los forjadores de nuestro propio destino, impulsando la producción técnica y artesanal en las zonas rurales e incentivando la mano de obra calificada y habilidades, con el apoyo del Infop y la UNAH en áreas técnicas, brindando capacitación y oportunidades de empleo en los 298 municipios del país; hagamos que nuestros campesinos regresen al campo y cultiven de nuevo, démosle acceso a la tierra y brindémosles financiamiento con facilidades de pago.
Dejemos de regalar el pescado y enseñemos a pescar; solo así podremos salir de estas honduras y emprender el verdadero desarrollo hacia nuevos estadios de riqueza y prosperidad.