Opinión

Los médicos, los maestros y el Presidente

No es difícil hacer discurso desde el Poder. Incluso el presidente Porfirio Lobo puede hacerlo.

Pero de decir las cosas a hacer algo realmente significativo, hay un mundo de distancia.

Ya en el terreno de la práctica, ningún jefe tiene autoridad moral para reclamarle a sus subalternos, si es incapaz de cumplirles a estos en lo elemental: el pago de sus salarios.

Y el gobierno que encabeza don Porfirio Lobo no puede estar amenazando, fastidiando, acosando a maestros, médicos y otros empleados públicos si antes no es capaz de hacer que sus ministros por lo menos le paguen a tiempo a la gente.

Ni la educación ni la salud en Honduras van a mejorar con que el gobierno humille a los maestros y a los médicos, o con que les imponga castigos o hasta los despida, porque no son ellos los culpables del desastre que hay en las escuelas, en los colegios, en los hospitales y en los centros de salud: el culpable es el gobierno que prefiere gastar el dinero en la campaña política (miles de compatriotas han sido contratados en los últimos meses para trabajar en la campaña de Juan Orlando Hernández haciendo encuestas y todo tipo de trabajos para elevar la imagen del candidato oficialista) que en medicinas, en la matrícula gratis, en equipo e insumos médicos y pedagógicos.

Cuando cumpla con sus obligaciones, Señor Presidente, tendrá la autoridad moral para reclamarle a los maestros y a los médicos.

El uso de la fuerza, como lo ha demostrado en el Central y pretende utilizar al Ministerio de Trabajo, solo sirve para atraer la atención de los más ignorantes, pero no para quienes sabemos cuál es el fondo del asunto: un gobierno inútil, incapaz, con cero creatividad y que cree que todos los gobernados son borregos que pueden fácilmente manipularse.