Aunque solo se trata de un deporte –en medio de graves y múltiples problemas socioeconómicos que empeoran la calidad de vida de los hondureños--, el extraordinario desempeño de los muchachos de la Sub 17 en el campeonato mundial de esa categoría futbolística que se juega en los Emiratos Árabes Unidos es motivo de genuinos orgullo y alegría para los hondureños, igual o más que la reciente clasificación directa al mundial Brasil 2014 por parte de la Selección Mayor.
Y es que no solo se trata de adolescentes, con más cualidades innatas que experiencia, dirigidos por alguien que también viene desde abajo, sin fogueo con equipos grandes, sino que también es una de las categorías que menos apoyo ha tenido de parte de la dirigencia nacional del fútbol o de patrocinadores privados.
Se trata también de un valioso semillero del que van a nutrirse las siguientes categorías futbolísticas en los próximos años, por lo que de alguna manera representa también el futuro del fútbol catracho, cuya Selección Nacional apenas ha ido a los mundiales y recién acaba de clasificar a su segundo en forma consecutiva. De hecho, debió esperar 28 años desde su primer mundial en 1982 para participar en su segundo en 2010.
En ninguna de sus categorías las selecciones nacionales habían logrado ganar siquiera un partido en campeonatos mundiales: una hazaña que acaban de lograr estos muchachos de la sub 17; pero no solo eso, también ubicaron a la nuestra como una de las mejores ocho selecciones del mundo. Incluso ya en los cuartos de final el viernes, durante varios minutos nos hicieron soñar con el pase a las semifinales.
No hay duda que para una nación con tan modesto desempeño en las justas mundiales de fútbol, el logro de estos jóvenes no solo marca un hito histórico, para alegría de este sufrido pueblo que encuentra en el fútbol un indiscutible punto de unión, sino que también plantea un monumental reto para las demás categorías futbolísticas, principalmente para la Selección Mayor que el próximo año se medirá a las mejores del mundo en Brasil.
Por supuesto, el avance de estos muchachos en el escenario futbolístico internacional también representa un desafío para todos los hondureños ya que pone de manifiesto que cuando se hace un buen uso de los recursos de que se dispone, cuando se planifica y se trabaja duro no hay metas imposibles.