¡Imitemos lo bueno! La mayoría de las personas que habitamos en este país somos excelentes imitadores, pero quizás, en la mayor parte de los casos solo imitamos lo improductivo, lo violento y lo inservible. Algo bueno que nuestro gobierno debe imitar son los grandes modelos educativos con los que cuentan los países vecinos y las grandes potencias mundiales que han podido lograr su desarrollo a través de la educación.
Abraham Lincoln expone en unos de sus escritos: “El conocimiento es la mejor inversión que se puede hacer”; pero nuestra situación demuestra que a nuestros gobernantes les interesa poco o nada mejorar el sistema educativo.
Recientes estudios realizados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) establecen que Honduras cuenta con 804,600 habitantes que no saben leer ni escribir, lo que equivale al 14.9% del total de la población; siendo las áreas rurales las que presentan los mayores índices de analfabetismo.
Cómo es posible que en un país llamado por algunos de “cinco estrellas” las respectivas autoridades dejen a los niños y a las niñas recibir clases utilizando como pupitres pedazos de piedra o de madera, al mismo tiempo que se expongan a los radiante rayos del sol y las contaminaciones ambientales para recibir el pan del saber; solo por no contar con suficientes aulas para que estos infantes reciban clases o a las que existen no se les dan mantenimiento.
Realizando un análisis de nuestro sistema educativo actual, en todos los niveles: prebásico, básico y secundario, nos preguntamos: ¿será el ideal para competir con el resto del mundo? O ¿nos están educando para ser uno más del bulto?
Para empezar, algunos de los métodos de aprendizaje utilizados por los maestros para nuestras enseñanzas en el nivel primario están obsoletos, por lo cual, no forja lo suficientemente al niño para que sea responsable en todos los sentidos y que sea un miembro productivo en la sociedad.
Esto nos pasa factura cuando llegamos a la universidad, ya que no llevamos una base de rendimiento adecuado, como lo que sucede hoy en día, que no todos los egresados del nivel medio pueden superar la prueba de aptitud académica, que aplica la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Para colmo, los atrasos de los salarios y los actos de corrupción como las famosas plazas fantasmas que se han conocido en este sector, hacen que algunos maestros de los 200 días de clases que establece el calendario académico, solo impartan un 70% o quizá menos, porque el resto del tiempo se la pasan en huelgas, marchando por las calles defendiendo sus derechos, lo cual dificulta que cumplan su misión.
Mientras los diferentes colegios magisteriales sigan sin resolver sus conflictos y nuestro gobierno no se interese por invertir y solucionar la problemática en educación, seguiremos empapados de esta crisis, sin que cada hondureño y hondureña pueda obtener una formación de calidad.