Opinión

La educación prohibida

Lo tercermundistas no nos viene por el aire, ni por los alimentos. Ni aun a quienes lo tienen viciado o los tienen escasos. Tampoco por la corrupción y por la impunidad o por la impunidad y la corrupción.

El orden de los factores no altera el producto. Aunque sin duda y a medida de que más fondo tocamos, ambas se definen como variables con indicadores puntuales.

Lo tercermundista nos viene por el liderazgo. O por su ausencia. El liderazgo acorde a esta realidad: liderazgo tercermundista.

O para ser más precisos: dirigencia tercermundista. Es culpa nuestra. Del electorado, que aunque critica y se queja, no exige. Nos conformamos con lo menos peor. Da pena ver unos debates presidenciales que no son tales: desplantes de arrogancia, muecas para disimular el desconocimiento de los temas. Superficialidad en su abordaje. Aun en los que la experiencia les ha permitido conocer. Cuando cualquiera va a un examen y un debate y en general una campaña electoral, lo son, se prepara. Debieran prepararse.

Estudiar. Aunque el estudio no les haya interesado antes. Tratar de adquirir algún conocimiento que permita presentarse con relativa dignidad.

Aunque sea para salir del paso. No digamos, aprender, si lo que se busca es conducir la nación. Por un mínimo de responsabilidad para con el pueblo hondureño, pero especialmente con los partidos, a los que es falso que les estén haciendo el favor.

Eso para los que asisten, porque los que no asisten quizás por temor a que sus profundas carencias sean más evidentes, igual quedan mal. Se deducen entonces dos características en la dirigencia política: ignorancia e irresponsabilidad.

Propias del tercer mundo. Magníficas iniciativas como la de Foprideh debieran ser precedidas por la exigencia de formación en los aspirantes a dirigentes. De repente trascenderían los seudodebates a la acción gubernamental y quizás en vez de afianzarnos en él, nos comenzaríamos a distanciar un poco del tercer mundo.