Insisto desde mi “Teoría del inclusionismo” en el fin de la pobreza, y que a eso se deben dedicar los economistas. En mi libro “Desarrollo para la gente” (febrero de 2013), llegué a las siguientes conclusiones: la doctrina social de la iglesia se va enrumbando mejor, la inteligencia del hombre va aumentando, las empresas triunfadoras son postcapitalistas, todos somos “inclusionistas”, hay suficiente teoría económica para el combate de la pobreza, las ONG son las empresas sociales del futuro, de la intolerancia vendrá la tolerancia.
Denuncié los siete pecados capitales del neoliberalismo: egoísmo y competitividad, reduccionismo económico, sistema de apropiación de la naturaleza sin límites al crecimiento, generación de tecnologías excluyentes, insolidaridad descabellada de los grupos vulnerables, opulencia irracional y desigual en las ciudades, irrespeto a los derechos humanos.
Propuse la fórmula del inclusionismo: inclusionismo (no al influyentismo, no al neoliberalismo, no al populismo), asociativismo, evidentismo y cristianismo.
El 24 de noviembre de 2013 el papa Francisco dio a conocer la “Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio): El anuncio del Evangelio en el mundo actual”. Encuentro una asociación entre la exhortación papal para el bienestar de los sencillos y mi invitación a los dominantes para adherirse al inclusionismo.
En adelante, intento trasladar mis aprendizajes económicos significativos a partir de la exhortación y si tienen alguna aplicación en Honduras. Son 142 páginas sobre la reforma de la iglesia, dirigidas a los líderes de todas las religiones, los políticos de todas las corrientes y a la universalidad del pensamiento académico. Del enunciado 17 de la exhortación papal, extraigo dos de las siete líneas de preocupación: e) la inclusión social de los pobres (que es el punto central de la exhortación); y f) la paz y el diálogo social. Acuño el concepto de “la economía de los sencillos” que se revela en la fuerza evangelizadora de la piedad popular: el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo (enunciado 122 de la exhortación…). La piedad popular refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer (enunciado 123). La piedad popular es equivalente a la espiritualidad popular o mística popular (124). La riqueza de la piedad popular es que es una iniciativa gratuita (124). Es la cultura de los sencillos (124): Es una vida teologal de los pobres (125).
Para el Papa, los sencillos son “los más abandonados de la sociedad” o “los últimos”. El problema central, según el Papa: …las causas estructurales de la pobreza y el desarrollo integral de los pobres… (188). Son varios los conceptos de economía que deben reaprenderse (conceptos reconstruidos por el Papa). Solidaridad por generosidad: no son actos esporádicos de generosidad. Es la prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos (188). Es la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde (189). El destino universal de los bienes por propiedad privada: se reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidad anterior a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan al bien común (189). Bienes al servicio de los demás por bienes individuales: los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás (190). Distribución de bienes en contra de la hambruna: nos escandaliza el hecho de saber que existe alimento para todos y que el hambre se debe a la mala distribución de los bienes y de la renta: el problema es la práctica generalizada del desperdicio (191). Trabajo libre versus trabajo esclavizado: en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida (192). Salario justo para no tener empleo con pobreza: El salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común.
Para aplicar la cultura de los sencillos (la economía de los sencillos) y la cultura del encuentro, el papa Francisco orienta dos vías: al camino bueno le llama “primerear”: al camino malo le llama “habriaqueísmo”. Sobre el don de “primerear”: La comunidad… el Señor…, la ha primereado en el amor. …Y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos (24). Sobre el pecado del habriaqueísmo: …nos entretenemos vanidosos hablando sobre “lo que habría que hacer” como maestros espirituales y sabios pastorales que señalan desde afuera. Cultivamos nuestra imaginación sin límites y perdemos contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel (96).
Aquí inserto las preocupaciones contextualizadas a Honduras: ¿Quién está dispuesto a primerear? ¿Quién está dispuesto a abandonar el habriaqueísmo? ¿Quién asumirá la espiritualidad y el paradigma de la exhortación papal? ¿Cómo confluir desde intereses diferentes? ¿Cómo los políticos encuentran el camino de los excluidos si están desconectados de la realidad?
Sencillamente, los excluidos apenas son sus votantes. El mismo día de la exhortación papal se celebraron elecciones generales en Honduras, y puede ser una coincidencia aprovechable. Hay que empezar por hablar de otras cosas. No se supone que el Partido Nacional sigue la doctrina social de la iglesia, que el Partido Liberal sigue el liberalismo social, y que el Partido Libre sigue el Gobierno del pueblo.
Todos se posicionaron desde el cristianismo. Aunque hablan y practican cosas menores. Aquí se habla de: asistencialismo populista, Bono 10 Mil, bono solidario, bono tecnológico, programa Vida Mejor. Del cuido del bien privado por encima del bien de las personas: el bien privado por encima de la seguridad ciudadana.
De la Policía Militar y ciudadana como campaña (no como solución). En tercer lugar, se habla de los derechos de los privados y del sálvese quien pueda. Hay municipios, comunidades y familias en hambruna, en medio de una cultura del consumismo, del desperdicio, de lo desechable.
En quinto lugar, se ofrecen empleos efímeros (temporales) y salarios de pobreza (empleo con pobreza es esclavitud). Y más: las ciudades modelos de ganancia, la refundación “por unos”, la anticorrupción sin modelo de desarrollo… etc., etc.
Un pacto por Honduras: …viene esta idea. No hagan pacto social sin saber de Rousseau. No mencionen a la doctrina social de la iglesia sin saber de Benedicto XVI, Juan Pablo II y Francisco. No reclamen refundación, gobierno del pueblo (el soberano) sin saber de John Locke. No confundan con el liberalismo social siendo apologistas de Popper, Hayeck y Friedman. Cambien la indignación de la gente.
Hagan de ellos unos exhortados: el Papa habla de la solidaridad como devolución, de la posesión privada ligada al bien común, del derecho moral a la renuncia de bienes para liberalizarlos al gozo de todos, de la dignidad laboral. Pregúntenle a la Iglesia. La exhortación papal consta de varios principios para la construcción de un pueblo: el tiempo es superior al espacio (un pecado de los políticos es “privilegiar los espacios de poder: el rédito político fácil, rápido y efímero, no construye plenitud humana” -223 y 224); la unidad prevalece sobre el conflicto (hay que sellar un pacto cultural que haga emerger una diversidad reconciliada -230); la realidad es más importante que la idea (cuidado con los declaracionistas: purismos, totalitarismos, nominalismos, fundamentalismos, eticismos, intelectualismos -231); el todo es superior a la parte (no nos aferremos a los fuegos artificiales del mundo globalizado, ni a museos folclóricos de ermitaños localistas -234). Por supuesto, la iglesia hondureña tiene la experticia para contextualizar mejor estos principios en Honduras: el cardenal Óscar Andrés Rodríguez (coordinador de la comisión para la reforma de la curia) es el llamado a traducir la Exhortación.
El problema es el mundo-eficientista. Se supone que debemos cuidar a los más débiles: Cuidar la fragilidad, dice el Papa. Pero, de siempre, y la economía más –defiende a la clase dominante.
Dice la exhortación: Pero en el vigente modelo “exitista” y “privatista” no parece tener sentido invertir para que los lentos, débiles o menos dotados puedan abrirse camino en la vida (209). El problema es la iglesia-eficientista. Parece ser que ni las iglesias se han salvado de la intromisión del óptimo material: la rentabilidad. Y dice la exhortación: En otros sectores de nuestras sociedades crece el aprecio por diversas formas de “espiritualidad del bienestar” sin comunidad, por una “teología de la prosperidad” sin compromisos fraternos o por experiencias subjetivas sin rostros, que se reducen a una búsqueda interior inmanentista (90). El problema es la economía-eficientista.
¿Por qué la asociación entre cristianismo y la economía? Yo lo veo de esta forma: el mercado es imperial. El mercado toma personalidad y domina, mientras que la gente se cosifica y es dominada.
Entonces, se necesitan fuertes contrapesos, no para derrotar al mercado, sino para humanizarlo: la Iglesia es uno. El pueblo es otro. Y las universidades son el tercer contrapeso. ¿Qué encontramos en la exhortación papal vinculante a los académicos?
Veamos: Es una civilización paradójicamente herida de anonimato (169). No nos hagamos los distraídos (211). Las universidades son un ámbito privilegiado para pensar y desarrollar este empeño evangelizador de un modo interdisciplinario e integrador (134). La riqueza plena de estos principios incorpora a los académicos (237).
La educación y la catequesis están al servicio de este crecimiento (163). Los pastores, acogiendo los aportes de las distintas ciencias, tienen derecho a emitir opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano (182). Este es un llamado a la UNAH: sus aportes a la transformación nacional.
¿Dónde termina todo esto? De no reaccionar los pastores, políticos, el pueblo y los académicos, “todo termina en ciudadanos, no ciudadanos, ciudadanos a medias y sobrantes urbanos” (74), e indignados. Cierro con esto del Papa: “Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano” (58).
En eso quedamos: ¡Exhortados para la construcción del pueblo! Somos “Los exhortados” no pecadores: los beneficiarios de la economía de los sencillos.