Opinión

Extraordinario potencial

Honduras posee una enorme y múltiple riqueza étnica, ecológica, histórica, geográfica, arqueológica, que aún está por conocerse y aprovecharse, para beneficio de su población local, del Estado y del visitante en búsqueda de ambientes naturales no contaminados, de paz y tranquilidad, de seguridad, de contacto directo con las maravillas de la naturaleza.

Gracias al aislamiento secular en que ha transcurrido la existencia en la región nororiental del país, actual Departamento de Gracias a Dios -uno de los últimos pulmones vegetales en América Latina-, aún se preserva esa vasta región de los efectos negativos de la ganadería extensiva y de la tala irracional de sus bosques, conservando, en lo esencial, medio ambientes y ecologías que, de otra manera, ya hubieran sucumbido ante el “progreso y “civilización”, conceptos entendidos como explotación sistemática de la población local, sus patrimonios culturales y recursos naturales, para provecho de las transnacionales mineras, forestales, farmacéuticas, energéticas y sus testaferros nativos.

La Amazonia, los países africanos, Indonesia, Honduras, son ejemplos de las políticas de desarrollo económico que excluyen el desarrollo humano equilibrado y sostenido, en contraste con naciones ricas y en vías de desarrollo: Canadá, Finlandia, Costa Rica, que sí logran un balance que toma en cuenta ambas variables, lo que se traduce en prosperidad y crecimiento simultáneos.

Para poder desarrollar la industria turística local, un requisito esencial es desarrollar entre nuestros compatriotas una conciencia ambientalista que haga posible proteger bosques, aguas, suelos, atmósfera, y recibir al viajero con hospitalidad y cortesía, no buscando obtener ganancias indebidas a costa de él, y, por el contrario, comprendiendo que el turista aporta divisas esenciales para la nación huésped, y que, cuando retorna a su patria, puede convertirse en un agente multiplicador que persuada a otros (as) de las bondades encontradas en su recorrido.

Así, “la industria sin chimeneas” es mucho más que la construcción de hoteles: es seguridad, atención personalizada, galerías, museos, monumentos, guías debidamente capacitados, ambientes limpios y acogedores.

Honduras posee más, muchas más atracciones que Costa Rica, en todo sentido. Pero mientras allá se preserva y defiende el medio ambiente, aquí se aniquila y contamina, en un afán autodestructivo que ya cobra factura y que repele al turista antes que atraerlo.

La labor divulgativa de EL HERALDO, mostrando al lector las maravillas con que nuestros antepasados y natura nos han favorecido, merece un público reconocimiento, ya que forja un sentido de identidad y protección de lo nuestro indispensable para aprovechar de manera racional e inteligente ese patrimonio, que pertenece tanto a nosotros como a la humanidad entera.

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