Opinión

El respeto a los trabajadores agrícolas

El actual presidente de la República, Juan Orlando Hernández, anunció en su campaña política, y lo ha ratificado ya en el cargo, su voluntad de facilitar el desarrollo dentro de su plan agrícola, la expansión de los cultivos de la caña de azúcar, palma africana, arroz, maíz, frijoles; establecer un proyecto nacional, técnica y económicamente rentable, de repoblación ganadera y promover los huertos familiares.

En otras palabras, revigorizar con inversiones de capital nacional y extranjero la agricultura y ganadería hondureña, sin dudas, la columna vertebral de la economía de Honduras.

Pero, infelizmente, por algún lapsus no brindó su atención a los valiosos e importantes trabajadores agrícolas.

Se aprecian en los campos, frondosos cultivos de melón, caña de azúcar, palma africana, maíz, frijoles, café, cacao, sandía, cítricos, bananos y plátanos, piña, papa, sorgo, forrajes de corte y pastoreo; una pecuaria bovina aunque disminuida, robusta y productiva en leche y carne, modernas explotaciones de cerdos, una piscicultura que llegue al primer lugar en producción de filetes de tilapia en el planeta, excelentes ejemplares equinos, ovinos y caprinos; una avicultura altamente productiva en carne y huevos y en proceso de exportar a Estados Unidos de América y otros mercados; una camaricultura cada día más floreciente. Todo esto es bueno.

Ciertamente, además de los empresarios, también son responsables de que se muestre una agricultura y ganadería pujante los trabajadores agrícolas. Por lo tanto, el gobierno del presidente Hernández debe hacer un alto, mirar y escuchar el clamor de este sector social que representa una extraordinaria fuerza laboral y productiva.

Los trabajadores del campo vienen pidiendo a los presidentes de turno, y a los representantes del pueblo en el Congreso Nacional, que por favor no estimen solamente los números, las estadísticas, ni los cultivos, ni el camarón, ni la tilapia, menos la ganadería, que por favor se detengan y los miren a ellos.

Ellos vienen increpando a voz en cuello para que les atiendan sus mujeres en labor de parto, que a sus pequeños hijos los rescaten de la subnutrición, disentería y parasitosis. Gritan por una asistencia médica permanente porque sus trabajos en el campo los expones a los fuertes rayos del sol y al consumo de agua no potable, dañando irreversiblemente sus riñones.

Existen estudios médicos que confirman estas causas, daños y muerte silenciosa de cientos de trabajadores y miles en el área centroamericana que trabajan en los cultivos de caña de azúcar.

En la costa norte de Honduras, muchos pescadores aparecen lisiados con daños cerebrales irreversibles porque realizan la pesca de langosta, a grandes profundidades y sin ningún equipo apropiado y una vez enfermos, sin misericordia, los patronos, igual que el Estado, los abandonan sin ninguna protección social.

En el sur, los pescadores artesanales del Golfo de Fonseca son trabajadores agrícolas, salen a pescar y de pronto se convierten en prisioneros en otro país, les quitan sus implementos de trabajo, el producto de la pesca, pagan multas y son liberados; pero, con una gruesa factura que pagar para rehacerse de su embarcación y equipos, durante todo este tiempo de rehabilitación sobreviven con dificultades.

Los trabajadores agrícolas se exponen a accidentes, a agresiones animales, a enfermedades contagiosas, a morir quemados, y de hecho miles han muerto de esta forma quemando caña, al uso de agroquímicos, a mutilaciones y los patrones, sin ninguna sensibilidad humana, los abandonan y sus familias quedan sin protección alguna.

Los trabajadores agrícolas no tienen seguros de vida ni asistencia médica de calidad, ni siquiera acceso a las técnicas y tecnologías de la medicina moderna. Pasan 20, 30, 40 y hasta 50 años trabajando en la industria o campos agropecuarios sin esperanzas de obtener una jubilación, llegan al retiro en circunstancias indignas e indecorosas. Realmente es duro.

El mismo gobierno ha venido permitiendo esa corrupción agrícola, quitando el derecho humano de la seguridad social para los trabajadores agrícolas.

Los obreros agrícolas carecen de un sistema de seguridad social efectivo y se espera que su temporalidad laboral y la falta de asociatividad no sean un obstáculo para que gocen de un sistema de seguridad social, se debe buscar el mecanismo para protegerlos.

Urge prestar atención a este sector social, ellos viven en constante riesgo: insolación, ingieren agua no potable, son afectados por la Enfermedad Crónica Renal (ECR), Enfermedad Crónica Pulmonar (ECP), exposición a agroquímicos, accidentes, drogadicción (consumo de marihuana y cocaína), alcoholismo, sida, irrespeto a la dignidad humana; no basta un salario o aumento del salario mínimo, es vital que tengan un sistema de seguridad social.

Igual sucede con los trabajadores independientes mecánicos, zapateros, albañiles, taxistas, buseros, hojalateros y otros; también se encuentran desprotegidos, fuera del sistema de seguridad social.

Es hora de respetar y blindar la dignidad del trabajador agrícola y que las empresas agrícolas paguen por el daño severo e irreversible al medio ambiente y a la humanidad, retribuyéndole al trabajador y a su familia un verdadero sistema de seguridad social, con acceso a seguro de vida, de accidente, muerte, jubilación y garantizarle un retiro digno.

Finalmente, el artículo 144 de la Constitución de la Republica reza: Se considera de utilidad pública la ampliación del régimen de Seguridad Social a los trabajadores de la ciudad y del campo.

Tienen la palabra el Presidente de la Republica y los señores diputados.