Robar, donde sea y lo que sea, es delito y pecado; pero robar en un hospital de pobres, donde el ladrón se llena las bolsas de millones mientras se escucha y se ve a los pobres sufriendo por enfermedades y por falta de medicinas es un pecado que merece el castigo eterno.
El director del IHSS además de manchar de vergüenza a sus hijos, merece cárcel de por vida, sin excusas. He ahí un buen reto, señor presidente Hernández. Queremos ver su mano dura con los delincuentes de cuello blanco.