Los productores hondureños de café, muestra viviente, real, de la democracia económica en acción -por la gran cantidad de compatriotas dedicados a ese negocio-, son quizás el mejor ejemplo de lo que podemos hacer, pese a las limitaciones, trabajando duro en el aprovechamiento máximo de los recursos de que se dispone.
Contrario a otros países -como El Salvador, donde la caficultura está en manos de la misma élite que controla el poder económico y político de ese país-, en Honduras son más de cien mil familias las que se dedican al rubro, la inmensa mayoría en pequeña escala.
Lo anterior significa que, igual que el resto del campesinado, el caficultor hondureño por lo general ni siquiera cuenta con escritura pública del predio que cultiva, dificultándosele hasta el acceso al crédito. Por supuesto, tampoco cuenta con otras facilidades ni influencias que tienen los miembros de los grupos de poder.
Con todo y las limitaciones, igual que su debilidad ante los intermediarios y exportadores del grano que obtienen pingües ganancias, los productores de café han logrado en los últimos años mejorar cualitativa y cuantitativamente la producción del grano, a tal grado que en vez de 'castigo' ahora reciben sobreprecio y ya superan a los guatemaltecos y salvadoreños, que antes eran los principales de Centroamérica.
Pero los productores de café no solo siguen incrementando la cantidad de divisas para beneficio de la economía nacional, sino que también constituyen una fuerte barrera para contener la migración del campo a la ciudad, además de contribuir a la conservación del ambiente con sus sembradíos bajo sombra.
Contrario a los grandes industriales y capitalistas, los productores de café no pasan presionando por leyes que les favorezcan -exoneraciones, condonaciones- ni por lograr contratos con el Estado. Más bien ellos, junto a los demás miembros de la llamada Cadena Agroindustrial del Café, sostienen su propia institución que rige la actividad.
Por si eso fuera poco, los caficultores han logrado superar la negligencia gubernamental en la apertura y reparación de caminos para las zonas productoras al crear un fondo especial para tal fin.
Los productores de café deben continuar por ese buen camino por el que transitan, el que les ha permitido beneficiarse de los buenos precios que actualmente tiene el aromático; el gobierno debería ayudar más y no solo hacer politiquería con el rubro, y los demás productores nacionales deben imitar ese buen ejemplo.