Es un problema que crece en Honduras ante la indiferencia de las autoridades competentes, que hablan del tema muy de vez en cuando, pero especialmente en fechas como la de ayer, 12 de junio, que se conmemoraba a nivel internacional el Día contra el Trabajo Infantil, instituido por el Organismo Internacional del Trabajo (OIT) en 2002 para concienciar acerca de la magnitud de este problema, visibilizar una de las formas más graves de vulneración de los derechos de niñas, niños y adolescentes: su explotación laboral, y aunar esfuerzos para erradicar el mal.
Según las estadísticas oficiales, este es un problema que crece día a día en el país.
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (Conadeh) denunció en un comunicado que más de un millón de niñas y niños trabajan, “muchos de ellos en condiciones peligrosas, para cubrir algunas necesidades personales o familiares, dejando a un lado su educación y las actividades recreativas, situación que limita sus posibilidades de desarrollo”.
La pobreza en la que viven millones de familias es una de las principales causas que orillan a los menores de edad a trabajar desde muy pequeños, pero no la única, ya que también son muchos los menores de edad que están siendo víctimas de acoso, de abuso sexual o de trata de personas, porque son blanco fácil para las personas que se dedican a esa actividad delictiva, o del reclutamiento forzado por miembros de maras o del crimen organizado para realizar trabajos forzados y peligrosos.
Como siempre sucede en estas fechas, los llamados son para las autoridades competentes para que revisen lo actuado hasta ahora, la eficiencia de las políticas que impulsan para atender la problemática y reorientarlas con el único objetivo de hacerlas más efectivas.
En estos momentos de campaña electoral, no estaría mal que los candidatos a dirigir las riendas del país en el próximo cuatrienio incluyan en sus planes de trabajo propuestas concretas para atender esta problemática.
