Editorial

Los no vacunados, ¿qué hacer?

Un porcentaje de nuestra población continúa rehusando aplicarse la vacuna que protege contra el covid-19 por razones diversas: religiosas, anticientíficas o haciendo eco a las mentiras, falacias y rumores difundidos por personas inescrupulosas que manipulan los temores y credulidad de sus compatriotas con fines inconfesables.

Al sucumbir ante estas mentiras están poniendo en alto riesgo su salud y su vida. Estando ya cercanos al segundo aniversario del arribo de esta pandemia a nuestro país, sin evidencias de que la tasa de infección tienda a la baja, es imperativo el persuadir a tal grupo poblacional, de diversas edades y condiciones socioeconómicas y culturales, a deponer recelos para proceder a vacunarse a la brevedad, al encontrarse en situación de riesgo extremo.

Tal labor de convencimiento, ardua pero indispensable y urgente, debe involucrar no solo al personal de Salud -física y mental-, sino también a los medios de comunicación masiva, empleando para ello enfoques y estrategias convincentes que trasciendan la mera enumeración estadística del numero de personas fallecidas. Deben incluir las repercusiones de diverso tipo implícitas en el no vacunarse, al igual que el hecho de que la mayoría de las muertes y hospitalizaciones ocurren en personas no vacunadas que, con su actitud negativa, contagian a parientes y amistades, multiplicando así el porcentaje de enfermos (as) en progresión geométrica.

Es lamentable verificar la cantidad de vacunas descartadas por haber alcanzado la fecha de caducidad, con el consiguiente derroche en el presupuesto de la Secretaría de Salud, desperdicio que no podemos darnos el lujo de continuarlo indefinidamente.

La negativa a ser vacunado trasciende lo individual, al igual que el declinar tratamiento médico para el VIH-sida, para convertirse en tema de salud pública y seguridad colectiva, que afecta a la totalidad de la población, esté o no inoculada.