Editorial

Los logros del Triángulo Norte

Durante la pasada Conferencia sobre la Prosperidad y la Seguridad de Centroamérica, el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kelly, aseguró que los países del Triángulo Norte han protagonizado sus propios milagros en la reducción de la violencia.

Las declaraciones del que fuera entre 2012 y 2016 jefe del Comando Sur suponen un reconocimiento a los esfuerzos de Honduras, El Salvador y Guatemala en la lucha contra uno de sus mayores flagelos y causas de la emigración hacia Estados Unidos, particularmente de niños.

“Hace cinco años eran los países más peligrosos del planeta, con los mayores índices de homicidios”, dijo el funcionario, quien puso como ejemplo el “milagro de Colombia”.

“Cuando la gente me dice que no se puede ayudar a los países en Centroamérica, les digo: miren el milagro de Colombia, miren dónde estaban hace 20 años y miren dónde están ahora”.

En su gestión en el Comando Sur, “pude ver de primera mano lo que la violencia está haciendo a nuestros vecinos de Centroamérica”, expresó, y que “la seguridad y la seguridad van de la mano, no puedes conseguir una sin la otra”.

En medio de la incertidumbre por las políticas del presidente Trump, el mensaje de Kelly es alentador pues reconoce que “nosotros -Estados Unidos- tenemos mucho que ver con esta región, no es solo de seguridad, se trata de narcotráfico, tráfico de humanos, migración masiva, asuntos ambientales, organizaciones transnacionales criminales... y en ese sentido detener el contrabando, el comercio ilegal y facilitar los viajes legales y el comercio legal”.

Se trata del respaldo de un poderoso aliado que ha reconocido su responsabilidad compartida ante muchos de los problemas que enfrenta una región que está en la ruta del narcotráfico. Pero nuestros países deben asumir un papel más activo para lograr los cambios para un mejor futuro.

Debemos recordar el mensaje que nos ha enviado Estados Unidos sobre el Estatus de Protección Temporal (TPS), cuya renovación es motivo de zozobra para unos 60 mil compatriotas a quienes después de casi veinte años Honduras aún no está en condiciones de recibir sin temer un enorme impacto social.

Nunca hay que olvidar que somos nosotros el principal factor de cambio de una realidad que nos agobia todavía demasiado.