Editorial

Día Mundial de la Salud

Nuestro hogar común, el planeta Tierra, enfrenta múltiples desafíos, muchos relacionados con el cambio climático, la creciente desigualdad social-económica, la depredación sistemática del medio ambiente por parte de los humanos en acto de autodestrucción, enfermedades supuestamente bajo control que hoy resurgen con fuerza.

Honduras no es la excepción: la tala y quema de los bosques -nuestra principal riqueza natural-, la corrupción crónica inserta en la Secretaría de Salud por parte de redes constituidas por burócratas y políticos que saquea fondos que deberían invertirse en compra de medicamentos y ampliación y modernización de la red hospitalaria, el abuso en la prescripción y automedicación de antibióticos, contribuyen en conjunto al colapso del sistema sanitario público, el descenso en la de por sí precaria calidad de vida de las mayorías, el acceso a los aún disponibles servicios de salud pública.

La tuberculosis, cáncer, dengue, zika, paperas, entre otras afecciones, cobran cada vez más víctimas, a lo que contribuyen el alcoholismo, tabaquismo, desnutrición, diabetes mellitus, hipertensión arterial, enfermedad renal crónica, consumo de comidas y bebidas chatarra e inactividad física.

Las enfermedades no transmisibles constituyen la causa del 66% de las muertes en Honduras, algo agravado por el alto costo de los medicamentos que los torna inaccesibles para los magros ingresos de la clase pobre y media, que debe recurrir a productos genéricos y naturales: nuestro abundante reino vegetal debe ser utilizado en la producción local de los mismos, evitando así la fuga de divisas al exterior.

En tanto no prive la transparencia en el uso de su presupuesto, la Secretaría de Salud continuará con un creciente déficit tanto en recursos como en credibilidad y la población al margen de atención sanitaria de calidad seguirá en ascenso.