Editorial

Las políticas antiinmigrantes del presidente estadounidense Donald Trump escriben un nuevo capítulo con la orden provisional firmada recientemente por el fiscal general de los Estados Unidos, Jeff Sessions, según la cual los jueces de inmigración solo podrán posponer las deportaciones si las personas que enfrentan la expulsión de ese territorio presentan “una buena causa” para permanecer en él.

El estándar de la “buena causa” es la nueva excusa que los Estados Unidos tiene sobre la mesa para continuar (agilizar) los procesos de deportación de inmigrantes indocumentados. Es una acción clara para presionar a los jueces migratorios a que decidan sobre los procesos a su cargo con más celeridad. Se estima que con la nueva orden se reabrirán automáticamente más de 350,000 casos que fueron cerrados en los últimos cinco años, y que la mayoría de las personas podrían estar a las puertas de la deportación.

Si bien en Honduras no se cuenta con cifras de cuántos de sus connacionales estarían en esta condición, sí es claro que la medida les afectará a muchos, entre ellos a personas con bastantes años de residir en aquella nación, pero que nunca regularizaron su situación migratoria.

Nuestro país tampoco cuenta con cifras exactas sobre el número de hondureños viviendo irregularmente en aquel país. Se habla de un millón o más. Lo que sí está claro es que son centenares de personas las que siguen saliendo hacia los Estados Unidos huyendo de la pobreza en la que viven junto a sus familias; de la violencia y de la delincuencia, y lo más grave ante la pasividad de las autoridades gubernamentales, que todavía no encuentran el camino correcto para atender acá las necesidades de sus conciudadanos.

El camino de los migrantes es duro. Son muchos los que no logran alcanzar el “sueño americano”. También son muchos los que retornan con sus sueños truncados y marcas imborrables en sus cuerpos porque “la bestia” les cortó parte de sus sueños. Lo más lamentable es que para los miles de hondureños que sueñan con una vida mejor allá en las tierras del Tío Sam, las nuevas decisiones del gobierno de Trump no son un disuasivo; y las cifras del número de personas saliendo diariamente en busca de ese sueño así lo ratifican.