En Guatemala, el presidente Jimmy Morales declaró non grato al jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad, creada bajo el auspicio de la ONU, jurista Iván Velásquez, conminándolo a abandonar el país, acción que ha sido protestada por ese organismo mundial, la Unión Europea y Estados Unidos.
El Poder Judicial guatemalteco, por medio de la Sala Constitucional, ha fallado en el sentido de que el Ejecutivo no puede expulsar a dicho funcionario.
Tanto Velásquez como la Fiscal General guatemalteca, Telma Aldana, han aportado pruebas relativas a que el partido político que postuló al entonces candidato Morales no reportó donaciones anónimas durante la campaña presidencial de 2015, tal como estipula la legislación electoral, correspondiendo a la Corte Suprema de Justicia decidir si levanta la inmunidad al mandatario.
Corresponde al más alto tribunal decidir si envía la petición solicitada por Velásquez y Aldana al Congreso Nacional, para que sea el Legislativo quien decida en última instancia.
Recuérdese que el antecesor de Morales en el cargo, General Otto Pérez Molina, debió renunciar a la Presidencia tras comprobársele que dirigía una red de altos funcionarios y prominentes empresarios que defraudaban al fisco, adulterando facturas.
Las masivas movilizaciones populares contribuyeron a su dimisión, junto a la de cercanos colaboradores incluyendo a la entonces vicepresidenta.
El hermano pueblo guatemalteco, que sufrió una dramática guerra civil que cobró la vida de al menos 200,000 personas y recién concluyó en 1996 con la firma de los acuerdos de paz definitivos, enfrenta una gran desigualdad social y económica, violencia y narcotráfico, y merece gobiernos honestos y capaces en que el bien común sea el eje transversal y el quehacer fundamental de sus actuaciones.
Es de esperar que el actual enfrentamiento entre los poderes del Estado se resuelva conforme a Derecho.