Ya estamos en Navidad, aunque aquí en Honduras, específicamente Tegucigalpa, ya desde septiembre vemos anuncios comerciales de temporada, también los clásicos comerciales de juguetes. Desde que tengo uso de razón la Navidad la asocio con regalos, con juguetes, con niños y una gran cena en casa. Desde la visión de un niño, la Navidad es lo máximo pues ya que no hay clases, ni cosas que estudiar, encima te caen los regalos de todos los tíos padrinos y demás familiares que tienen cariño; ahora, años más tarde, me toca estar en el otro lado, tener aquella visión de sacar cuentas de Navidad, para distribuir dinero.
Ahora los regalos incluyen la última versión del producto, un niño no solo pide una consola de Play si no una Play Station 3; las niñas pedirán el set de Barbie Informática (que viene con un iPhone y Mac). También viene a la mente la esposa, la familia, la madre, los hermanos, y si la familia está en algún pueblo conlleva que hay que viajar por fiestas, y también por ello hay que separar gasto para pasajes (encima todos los transportes suben sus precios), para variar tienes que escoger un horario donde puedas: trabajar ese día, salir volando al transporte, pasar Navidad y regresar el lunes; encima, como si el gasto fuera poco, a todo esto se suman: los estrenos (que forman parte de la tradición de aquellos que alimentan su ego y vanidad con un poco de fachada superficial), uvas y manzanas, el gasto de la comida, el gasto del champán o vino para el brindis, y es que pasar una Navidad con la familia no tiene precio, para todo lo demás existe Visa, MasterCard, etc.
¿En qué momento se dañó la navidad?
Por qué la navidad hoy en día se volvió consumismo. Es sorprendente cómo se gasta dinero; se es preso del consumismo, se nos vuelve una obsesión el adquirir cosas, gastamos muchas veces más de lo que debiéramos y lo que es más impresionante es el hecho de que muchas veces no quedamos conforme en lo que invertimos.
Es interesante cómo una costumbre, tradición, nos induce a consumir, a adquirir cosas muchas veces innecesarias; sin embargo, queremos sentirnos felices de que en ese día de la Navidad regalamos presentes a quienes consideramos especiales, no importando lo que ello haya originado en nuestros egresos, con tal de mantener la tradición, de estar cerca de esas personas en un día que hemos considerado especial y, desde luego, hacerles ver que las tenemos presente. No sé cómo, cuándo ni dónde empezó todo esto del consumismo, pero sí que la supieron hacer.
¿Dónde quedó la noche de paz y amor?
Eso mismo me pregunto yo. En teoría todos los 'cristianos' celebran la venida de Jesús a la tierra, por ello esta celebración es para momentos de reflexión y unión familiar. Los judíos, los escandinavos, los chinos y muchas más culturas celebran en este mes de diciembre alguna festividad espiritual; sin embargo, para nosotros más que festividad espiritual la Navidad es símbolo de regalos, de fiesta y parranda, estrenos y comida sin fin (para los que pueden, claro), y es así, lamentablemente, como se está transmitiendo de generación en generación, gracias al marketing y grandes campañas de consumismo para estas fechas. Ahora el consumismo también es 2.0.
La verdad yo he visto muy de cerca esa realidad, sé que la Navidad es de los niños; en esos casos la felicidad de llevar un pequeño regalo ayuda mucho, ya que no solo es algo material, sino también la sensación de que existen personas que hacen el bien y que no se olvidan de un niño, que no tiene muchos recursos.
Por eso esta Navidad regale lo necesario, creo que es mejor dar un regalo que se necesita (y está en sus posibilidades), y si no tiene dinero para esta Navidad, pues el mejor regalo que puede dar es el amor: la mejor fuente inagotable para regalar, cuando emana con franqueza, pureza y buenos deseos.