Votar es una de las formas esenciales de participación democrática. Votando se eligen los representantes que dirigen el futuro de nuestra nación y parte de nuestra vida en el país.
El poder de elegir un candidato a un cargo de gobierno a través del voto es uno de los mayores regalos que se nos da, una de nuestras más importantes elecciones.
Estamos obligados entonces a tomar una elección y nada más brillante que tomarla basada en valores.
Benjamín Franklin abordó las decisiones basadas en valores cuando dijo que cada elección se realiza en el contexto de cualquier sistema de valores que hayamos seleccionado para gobernar nuestras vidas y que al seleccionar ese sistema de valores somos verdaderos al tomar una decisión.
Dicho así, cuando se mantiene la elección en el modelo de nuestros valores, la elección correcta rápidamente se vuelve obvia; además, alinear las decisiones con los valores personales también garantiza un pensamiento claro acerca de las consecuencias de esas decisiones, buenas o malas.
Para hablar sobre cómo se relacionan la decisión de votar por un candidato y nuestros valores personales necesitamos tener claro que los valores son la mayor fuerza de motivación porque categorizan el cómo las personas dan significado e importancia a las cosas.
Cuando los valores de una persona encajan con los valores de otro, esa persona se siente completa y satisfecha; por el contrario, si los valores no encajan, hay un sentido de insatisfacción e incongruencia. He aquí la pregunta: ¿cuáles son esos valores que nos permiten elegir bien a un candidato? Con exactitud, todos: la honestidad, el respeto, la gratitud, la lealtad, la solidaridad, la generosidad, la responsabilidad y la bondad, entre otros.
Pero basta seleccionar uno para decidir sin titubeos. El valor de la responsabilidad, por ejemplo, adopta muchas facetas, una de ellas está vinculada a los deberes, compromisos y obligaciones con terceros.
La responsabilidad se convierte entonces en un valor necesario del candidato a un cargo de gobierno.
En la antesala de las elecciones primarias o generales, los candidatos anuncian con gran pompa sus valores. Constantemente los medios de comunicación publican informaciones que revelan sus hechos, virtuosos o de corrupción, relacionándolos con la responsabilidad de éstos.
Alguno es vinculado en actos de corrupción y no es de su interés esclarecerlos; a otro se le glorifica en sus pequeños hechos virtuosos cuando realizarlos es parte de su trabajo y él se presta a admitir su gloria; un tercero lleva años siendo electo sin hacer nada y continuamente busca ser reelecto; y un último que defiende con elocuencia a otros candidatos tachados de corrupción.
Si somos conscientes de la importancia de saber elegir en valores sabremos votar por candidatos en los que veamos valores que nos representen, sin olvidar que la elección de ese candidato es un reflejo directo de los nuestros.