Columnistas

Teguz como destino turístico

En el vidrio frontal de un bus ponían en cartulina: “Excursión al mall. Sábado, 10:00 a.m.”. Era un pueblo en las cercanías de Tegucigalpa. A los capitalinos que nos acompañaban les pareció curioso y hasta simpático, porque para ellos ir al “mall” es una rutina forzosa, lejos de descubrimientos y perplejidades.

Fuera de eso, Tegucigalpa tiene mucho que mostrar al resto de los hondureños que viven cerca o lejos, a aquellos cuyas resplandecientes playas ya les son habituales, o los que ven como cotidianas las inconmensurables montañas, o los que quieren algo más de la consuetudinaria belleza de sus pueblos y ciudades.

¿Alguien viene a Tegucigalpa a hacer turismo? Casi no, pero hay quienes han pensado en ello y sin mayores resultados; me lo decía un amigo que conocí esta semana y subrayaba algunos sitios que por costumbre los que vivimos en la capital -abrumados por el tráfico y la carga de vida- no solemos mirar, pero podrían cautivar a los visitantes.

En muchas capitales las sedes de gobierno las frecuenta el turismo; el que va a Moscú no pierde fotografiarse con el Kremlin, o la Casa Rosada en Buenos Aires, la Casa Blanca en Washington, el Palacio de Nariño en Bogotá, el Palacio Real en Madrid o el Palacio de Elíseo en París.

Los emblemáticos edificios parlamentarios también posan para las cámaras foráneas en Londres, Budapest, Ottawa, Nueva Delhi o Berlín. Además de las majestuosas construcciones se trata de las históricas decisiones que han atestiguado. Casi todos tienen oficinas de turismo con visitas guiadas, no siempre gratis, no siempre baratas.

Si extrapolamos esas promocionadas peregrinaciones a nuestra modesta realidad, para muchos compatriotas en Colón, Atlántida, Cortés, Copán o Choluteca, por ejemplo, sería interesante una gira turística tegucigalpense que los acercara a los edificios públicos famosos. Y que no los cohíba la inseguridad, porque al final es casi la misma de todo el país.

En Teguz tampoco podemos presumir de muchos museos, pero los que hay guardan envidiables muestras de nuestra historia que merece la pena conocer, y tendría que ser visita obligada para quienes vinieran a turistear a la centenaria e histórica capital.

Nuestros compatriotas que solo vienen en ocasiones laborales o médicas a Tegucigalpa, podrían redescubrir ese casco colonial del centro con sus antiguas iglesias, los vetustos edificios, las calles anteriores a la invención del vehículo, la peatonal, los parques, el teatro.

Y está la zona moderna de altos edificios, centros comerciales, restaurantes, cafés. Como muchos estadios del mundo, el Nacional “Chelato” Uclés podría acondicionarse para el turismo, o la Basílica de Suyapa; o promover el cerro Juana Laínez y El Picacho con su impresionante estatua de Cristo.

Aunque muchos la malquieren, Tegucigalpa tiene mucho que dar; si quisiéramos, si pudiéramos sería un fantástico destino turístico. Es la capital de todos.