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Rasgos de la auténtica amistad

Supongamos que recibimos una llamada de un amigo en la madrugada.

-Estoy en aprietos -Nos dice.

-De forma imprudente seguí apostando en un juego de cartas y me dejarán salir del bar hasta que pague mis deudas por trescientos dólares. Disculpa que te moleste a estas horas pero si no fuera necesario no te habría llamado. Tengo miedo y eres mi última esperanza para conseguir que me dejen salir de aquí. ¿Podrías prestarme el dinero y traérmelo?... Si un amigo te llamara en esas circunstancias, ¿qué harías?

Este experimento lo plantea la cerveza Carlsberg en uno de sus anuncios de televisión tal vez para resaltar un aspecto fundamental de la auténtica amistad: la lealtad. En el video se ve cómo algunos que llaman a sus amigos reciben respuestas diversas, algunas negativas. Sin embargo, resulta que dos valientes sí acuden al antro dispuestos a prestar el dinero. Cada uno por su cuenta, se topa con diversas dificultades; un bar ubicado en una zona peligrosa, unos guardias mal encarados en la puerta que les revisan de pies a cabeza, una pelea dentro del establecimiento, etc. Cuando los implicados abren la última puerta descubren que se trata de un montaje y les invitan para celebrar la amistad con una cerveza, marca Carlsberg por supuesto.

Cuando comenté este anuncio con algunos amigos recibí diversas respuestas. Algunos dijeron no se veían inclinados a ayudar al amigo en problemas. Pareciera que el hecho de estar en una actividad inconveniente les dispensaba de prestar la ayuda. Además, tratándose de alguien mayor de edad en teoría responsable, debería cargar con las consecuencias de sus actos.

La auténtica amistad genera deberes de lealtad. Es verdadero amigo el que no se avergüenza del otro en ninguna circunstancia, el que siempre lo defiende, el que siempre habla bien del otro. El amigo quiere el bien para su amigo y esto en ocasiones incluye el deber de ayudarle a salir del error, si tiene la desgracia de encontrarse en él. Es más, es en las circunstancias adversas cuando la presencia de los amigos se vuelve más necesaria.

Recordé entonces la definición de amistad que me dijeron hace tiempo: “Un amigo es alguien a quien puedes acudir con tus problemas a cualquier hora”, de hecho, el que daba esta definición decía que a veces recibía llamadas en la madrugada de un amigo que estaba en otra parte del mundo y que pasaba por una
crisis matrimonial.

La amistad, decía Aristóteles, es la que solamente se da entre personas virtuosas. Pero, ¿qué ocurre cuando descubrimos que alguno de los nuestros está involucrado en acciones deshonestas? Obviamente, si no queremos entrar en el ámbito de la complicidad tenemos la obligación moral de advertir que no estamos de acuerdo con su forma de proceder. Pero, aún en estos casos, tenemos que hacerle sentir a nuestro amigo que estamos a su lado para
ayudarle a enmendarse.

La auténtica amistad nos llevará a procurar dar buen ejemplo en primer lugar, especialmente en los aspectos en los que encontramos que los demás necesitan ayuda. Más que con las palabras, la auténtica amistad facilita la enmienda mediante acciones concretas que manifiesten la comprensión y la cercanía.

La doctrina cristiana nos enseña que “el amigo da la vida por sus amigos”. La amistad es buscar el bien del otro, es sacrificio y entrega desinteresada, es compartir servicios, ilusiones y proyectos. Ojalá que aprendamos a valorar y a cultivar la auténtica amistad, de esto depende buena parte de nuestra felicidad