La indecisión afectiva

Hay una frase que, aunque se exprese con aparente honestidad, suele provocar una gran confusión emocional: “Te quiero como amiga(o), pero también me gustas”

  • Actualizado: 23 de diciembre de 2025 a las 00:00

Hay una frase que, aunque se exprese con aparente honestidad, suele provocar una gran confusión emocional: “Te quiero como amiga(o), pero también me gustas”. Desde la psicología, este tipo de mensaje suele asociarse con lo que se denomina atracción ambivalente.

La atracción ambivalente se manifiesta cuando una persona vive emociones opuestas al mismo tiempo: siente interés, conexión emocional y cierto grado de atracción, pero a la vez experimenta temor al compromiso, inseguridad o dificultad para asumir una relación afectiva. No se trata de falta de sentimientos, sino de una incapacidad para armonizar lo que se siente con lo que realmente se puede ofrecer.

Este tipo de vínculo suele permanecer en una zona gris. La persona disfruta del afecto, la atención y la validación emocional, sin asumir la claridad ni la responsabilidad que implica una relación de pareja. Con el tiempo, esto puede prolongarse durante años en los que nunca tuviste una elección clara. Aunque había palabras, nunca hubo acciones reales para acercarse a tu mundo: conocer tu historia, tus espacios, tus heridas o tus sueños. Las excusas ocuparon el lugar de los hechos, levantando muros que, tarde o temprano, terminan generando desgaste y dolor.

Desde la psicología, existen varias interpretaciones comunes de esta ambivalencia. En algunos casos aparece el miedo a la pérdida: la persona valora mucho la amistad y teme arruinarla si una relación romántica falla, por lo que prioriza la seguridad. En otros, existe un atractivo no completo: hay interés, pero no encaja del todo con su ideal de pareja o hay dudas sobre el futuro. También puede haber una confusión genuina de sentimientos, donde conviven amistad y atracción sin saber cómo gestionar esa dualidad. Finalmente, la inseguridad personal o baja autoestima puede impedir dar el paso hacia algo más, refugiándose en la amistad para no exponerse.

Desde la psicología, ¿qué hacer ante esta situación? La comunicación honesta es clave: expresar lo que sientes, sin exigir ni presionar, puede aclarar el panorama. Observar las señales no verbales también aporta información, ya que el cuerpo suele revelar lo que las palabras no dicen. Trabajar tu autoestima es fundamental para no depender de su validación y recordar tu valor. Y, sobre todo, establecer límites: si la situación duele, es necesario decidir si puedes continuar como amistad o si necesitas espacio para cuidarte.

La falta de decisión también comunica. No elegir es una forma de elegir. Y casi nunca habla de tu valor, sino de las limitaciones emocionales del otro(a). El amor sano no se construye desde la ambigüedad, sino desde la claridad, la reciprocidad y la responsabilidad afectiva.

Porque mereces vínculos donde no tengas que esperar años para ser elegida(o). Mereces un amor que se atreva a quedarse, incluso cuando no eres perfecta(o), cuando dudas, cuando no encajas en estándares irreales de belleza o éxito. Un amor que te vea completa(o), real y suficiente. Un amor que no se quede a medias por miedo, sino que elija con claridad, con presencia y con responsabilidad emocional.

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