Decálogo de este opinador

La escritura creativa tiene que ver más con la presentación de las ideas que con la ficción o la fantasía. No hay que cansarse de buscar la palabra justa, la forma más bella”

  • Actualizado: 23 de diciembre de 2025 a las 00:00

Con el paso del tiempo, pero sobre todo con el paso de la lectura y la escritura construí mis ideas sobre el ejercicio de escribir opinión. Hoy quiero hablarles de lo que podría considerarse un decálogo, mi decálogo sobre este ejercicio.

Primero, el lector no es el recipiente de mi enojo. Hay quien confunde hacer periodismo de opinión con expresar sus molestias e, incluso, dejar ver sus rencillas personales. No es así como se construye el pensamiento. Para mí, no escribir desde el enfado es un acto de respeto hacia mis lectores

Segundo, es mi obligación buscar la belleza. Es un error pensar que los textos bellos solamente pueden encontrarse en la literatura. Los textos periodísticos también pueden (y deben) buscar la belleza. La escritura creativa tiene que ver más con la presentación de las ideas que con la ficción o la fantasía. No hay que cansarse de buscar la palabra justa, la forma más bella.

Tercero, para encontrar la belleza es necesario corregir, dos, tres, cuatro veces, las que sean necesarias. Hay que releer el texto en voz alta, poner a la computadora a que lo lea, porque como aprendí de un buen amigo, un punto, una coma mal puesta puede sacar del texto al lector que, con tanto esfuerzo, habíamos logrado introducir. Esto incluye mejorar la conciencia lingüística.

Cuarto, no publico todo lo que escribo. No todo lo que escribe una persona es publicable. Yo me he quedado con textos engavetados (por decirlo de una manera) porque considero que su estructura no está bien lograda, las ideas no son demasiado originales o, definitivamente, es un mal texto. No tengo reparo en desechar un artículo al que no le veo futuro. También me pasó que, escribiendo las ideas, me di cuenta de que necesito revisar algunas posturas. Estaba equivocado.

Quinto, a veces el silencio está bien. Es claro que hay temas que no conozco y si no tengo un pensamiento propio, mejor no digo nada. No necesito ni puedo tener una opinión sobre todo.

Sexto, trato de no repetirme. Sé que esto es lo más difícil, pero creo que basta con que el espacio en el que publique no sea monotemático. Es también un ejercicio de la creatividad.

Séptimo, no debo olvidar que pensar es hermoso.

Octavo, debo leer. Leer es el primer paso hacia cualquier tipo de escritura. Y considero que es necesario leer de todo: literatura, filosofía, historia, actualidad, biografías, otras opiniones, etcétera. Leer y subrayar. Releer. Conversar sobre las lecturas hechas. He comprobado que esa es la manera de enriquecer la escritura.

Noveno, debo escribir algo más que opinión. Así como hay que leer otras áreas, hay que experimentar otros tipos de escritura, desde un ensayo, que sería un género más cercano hasta un poema, que sería más lejano. Ambos ejemplos, ensayo y poesía, enriquecen de manera distinta la escritura. Esta es un ejercicio y hay que tratarla como tal.

Décimo, debo ser feliz escribiendo. Para mí, la escritura que no nos hace felices no vale la pena. Hay que disfrutar todo el proceso, desde la emoción de encontrarse con la idea de lo que pudiera ser un artículo, pasando por la escritura y la corrección, hasta verlo publicado. Incluso se puede disfrutar la retroalimentación y diálogo con los lectores. De lo contrario, yo pensaría dos veces esto de opinar.

Josué R. Álvarez
Josué R. Álvarez
Escritor y docente

Autor de “Guillermo, el niño que hablaba con el mar”, “Instrucciones para un taxidermista” y “De la estirpe del cacao”. Ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Concurso de Cuentos Cortos Inéditos “Rafael Heliodoro Valle” y el Premio Nacional de Poesía Los Confines.

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