El indulto de JOH

Su liberación no borra los delitos por los cuales fue condenado, pero sí reactiva una figura que divide profundamente al país

  • Actualizado: 13 de diciembre de 2025 a las 00:00

El indulto otorgado a Juan Orlando Hernández no representa un cierre, sino la apertura de una nueva etapa de tensión en Honduras. Su liberación no borra los delitos por los cuales fue condenado, pero sí reactiva una figura que divide profundamente al país. Para una parte de la población, su salida de prisión es una afrenta a la justicia y una señal de que el poder político aún puede torcer el castigo; para otra, alimenta la narrativa de persecución y victimización que ha acompañado su defensa desde el inicio. Esa dualidad reaviva heridas que parecían haber empezado a sanar con la condena, y devuelve a la vida pública un tema que ya generó suficiente polarización. En términos de estabilidad, el impacto es directo: la confianza en las instituciones se erosiona porque muchos hondureños ven el indulto como un recordatorio de que, al final, la justicia puede ser selectiva. Aunque la decisión fue tomada en Estados Unidos, el golpe emocional y político se siente aquí, donde la expectativa de justicia real siempre ha sido frágil. El regreso de Hernández, además, introduce un elemento de incertidumbre política. Nadie sabe hasta qué punto intentará influir en decisiones, en estructuras partidarias o en alianzas estratégicas; lo cierto es que su sola presencia altera el equilibrio, porque su figura sigue siendo un símbolo tanto para sus seguidores como para sus detractores. A nivel internacional, la situación también complica el panorama. Para un país que ha intentado mejorar su imagen en temas de corrupción, transparencia y lucha contra el narcotráfico, tener al expresidente liberado tras una condena de ese tipo crea dudas sobre la capacidad del Estado para depurar responsabilidades y sostener un rumbo claro. Finalmente, las instituciones hondureñas quedan frente a una prueba: si existen procesos pendientes, deben actuar con firmeza; si no, la percepción de impunidad se profundizará. El indulto no estabiliza a Honduras, sino que la coloca en un terreno más frágil, donde la política, la justicia y la opinión pública vuelven a estar en choque, y donde cualquier paso en falso puede agravar aún más un ambiente ya cargado de desconfianza.

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