Opinión

Guerra contra las drogas llega a Honduras

El corresponsal del New York Times, Thom Shanker, dio la primicia el 5 de mayo de que militares estadounidenses habían establecido tres campamentos base en Honduras para ayudar al país a combatir a los cada vez más poderosos carteles mexicanos. La administración Obama autorizó este nuevo –y potencialmente peligroso– operativo militar sin la aprobación del Congreso o sin el más mínimo debate público. Es una evidencia más de que Obama es tan practicante de la presidencia imperial como cualquiera de sus predecesores.

Pero esta movida no debe sorprender a nadie. En los últimos cuatro años los carteles mexicanos se han convertido en una amenaza importante en casi todos los países centroamericanos, especialmente en Honduras y Guatemala. Cada vez es mayor la preocupación de que uno o más de estos países se conviertan en narcoestados de facto.

El aumento de la actividad de los carteles en América Central es un resultado directo de la vigorosa ofensiva militar contra estas organizaciones en México durante la presidencia de Felipe Calderón. Esa ofensiva ha sido un fracaso para México, dando como resultado la muerte de más de cincuenta mil personas en los últimos cinco años y medio, transformando partes del país en verdaderas zonas de guerra.

Sin embargo, uno de los aspectos clave de la ofensiva ha sido presionar a los carteles para que busquen lugares más seguros para sus operaciones. Este incentivo ha provocado que varias de las organizaciones hayan ampliado considerablemente sus actividades en los países vecinos de América Central, donde las instituciones estatales, las fuerzas de seguridad y la sociedad civil son significativamente más débiles que en México. Es difícil determinar si se trata de un efecto imprevisto o de un objetivo deliberado del gobierno de Calderón. La columnista del Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady, sospecha que es el segundo escenario. Según O’Grady, “México busca elevar el costo del narcotráfico de tal forma que los flujos vayan a otros lugares”…

Pero incluso si no se trata de una táctica deliberada por parte del gobierno mexicano, el impacto es el mismo. Los gobiernos de América Central han externado cada vez más su deseo de mayor asistencia financiera y de seguridad por parte de Washington. Los últimos acontecimientos en Honduras confirman que la administración Obama está determinada a tomar medidas más severas contra los carteles.

Sin embargo, resulta poco prudente enviar militares estadounidenses a Honduras para luchar contra los carteles. Los comandantes militares de EE UU han declarado abiertamente que pretenden aplicar las lecciones aprendidas en Irak a la situación en Honduras…

Dada la proximidad geográfica de América Central, EE UU tiene ciertos intereses de seguridad nacional en juego. Nadie quiere ver a ninguno de estos países bajo el control de un cartel de la droga mexicano. Pero tratar de combatir a los carteles con esta estrategia es como a poner una curita en un tumor. La principal razón por la que los carteles son tan poderosos en México y América Central tiene que ver con principios fundamentales de la economía. Hay una enorme demanda por drogas, especialmente en EE UU, pero también en Europa y cada vez más en otras partes del mundo.

Cuando existe una demanda tan fuerte por un producto, es una certeza económica que entes con fines de lucro tratarán de satisfacer esa demanda. Prohibir el comercio de un producto no elimina esa dinámica, simplemente la pervierte. En lugar de empresas legales que compiten sanamente, el comercio cae en manos de sujetos que no tienen problema con violar la ley, asumiendo todos los demás riesgos que implica el mercado negro. A menudo esto significa que las personas y las organizaciones más despiadadas y violentas llegan a dominar el mercado.

Debido a la prima de riesgo del mercado negro, los márgenes de ganancia son mucho más amplios de lo normal, llenando las arcas de los narcotraficantes y dándoles amplios recursos financieros para desafiar a sus competidores y neutralizar o corromper a las instituciones estatales…

Desafortunadamente la administración Obama se niega rotundamente a reconocer la realidad. En lugar de abandonar la inútil y contraproducente estrategia de la prohibición, el presidente y sus asesores parecen tener la intención de enviar nuevamente una misión militar estadounidense a otra zona de conflicto, esta vez en América Central. El despliegue en Honduras parecer ser un primer y fatídico paso en las arenas movedizas.