Por Megan Specia/The New York Times
Suffolk, Inglaterra — Para Daisy Greenwell, dar un smartphone a su hija mayor parecía inevitable. Pero para principios del año pasado, cuando su hija tenía 8 años, el hecho la llenaba de pavor. Cuando habló con otros padres, “todos dijeron unánimemente: ‘Sí, es una pesadilla, pero no tienes opción’”, recordó.
Una amiga, Clare Fernyhough, había compartido sus preocupaciones sobre las cualidades adictivas de los smartphones y el impacto de las redes sociales en la salud mental, así que crearon un grupo de WhatsApp para crear una estrategia. Entonces, Greenwell, de 41 años, que vive en la zona rural de Suffolk, en el este de Inglaterra, publicó sus pensamientos en Instagram.
“¿Y si pudiéramos cambiar la norma social para que en nuestra escuela, nuestra ciudad, nuestro país, fuera una decisión extraña darle a tu hijo un smartphone a los 11 años?”, escribió. “¿Y si pudiéramos postergarlo hasta que tengan 14 o 16 años?” Añadió una liga al grupo de WhatsApp.
En 24 horas, el grupo se vio inundado por padres que querían unirse. Hoy, más de 124 mil padres de niños en más de 13 mil escuelas británicas han firmado un pacto creado por Smartphone Free Childhood, la organización benéfica fundada por Greenwell, su esposo Joe Ryrie, y Fernyhough. El pacto dice: “En el mejor interés de mi hijo/a y de nuestra comunidad, esperaré al menos hasta el final del 9º curso antes de comprarle un teléfono inteligente”. (Los alumnos de 9º curso suelen tener entre 13 y 14 años).
El movimiento se alinea con un cambio de actitud más amplio en Gran Bretaña, a medida que aumenta la evidencia de los daños que la adicción a los teléfonos inteligentes presenta para cerebros en desarrollo. En una encuesta realizada el año pasado, el 69 por ciento de los encuestados consideró que las redes sociales afectaban negativamente a los niños menores de 15 años. Casi la mitad de los padres afirmó tener dificultades para limitar el tiempo que los niños pasan en los teléfonos.
Una mañana reciente, docenas de padres se reunieron en el auditorio de la Primaria Colindale, en el norte de Londres, para una presentación de Nova Eden, líder regional de Smartphone Free Childhood. Eden describió datos alarmantes —por ejemplo, que el niño promedio de 12 años en Gran Bretaña pasa 21 horas a la semana en un teléfono inteligente, y que el 76 por ciento de los chicos de entre 12 y 15 años pasan la mayor parte de su tiempo libre en las pantallas.
Eden, de 44 años, citó estudios que muestran que las tasas de ansiedad, depresión y autolesiones entre adolescentes se han disparado desde la introducción de las redes sociales. Describió batallar para encontrar el equilibrio adecuado para sus hijos, de 5, 10 y 13 años.
“No pretendemos decir que la tecnología es mala”, dijo Ryrie. “Simplemente decimos que necesitamos conversar como sociedad sobre cuándo es apropiado que los niños tengan acceso sin restricciones a estas tecnologías”.
© 2025 The New York Times Company