Por: Raja Abdulrahim/ The New York Times
La primera demanda de rescate llegó en un mensaje de texto al teléfono de Sami al-Izoo 10 días después de que presenció el secuestro de su hermano, quien fue obligado a subir a una camioneta por seis hombres enmascarados.
Fue seguido por un video en el que dijo que su hermano, Abdulrazaq al-Izoo, de 60 años, aparecía con las manos atadas y una bolsa negra en la cabeza, gritando mientras era golpeado con un palo. Los videos y las amenazas han seguido llegando al teléfono de Al-Izoo mientras batalla para reunir los 400 mil dólares que exigen los secuestradores.
Al-Izoo no es rico y dijo que no sabe por qué su hermano fue víctima. Vendió un par de autos y está tratando de vender sus tierras, pero duda que sea suficiente. “Si vendo todo lo que tengo, no alcanzaré esa cantidad”, dijo desde su casa en Talbiseh, un suburbio de la ciudad de Homs, en el centro de Siria.
Este caso es parte de una oleada de secuestros en Siria desde que tomó el poder la coalición rebelde que depuso al Presidente Bashar al-Assad en diciembre. Una de sus primeras medidas fue destituir a todos los agentes de policía y seguridad.
Las fuerzas de seguridad eran instrumentos del régimen opresivo de Al-Assad, pero algunos sirios han criticado la decisión de disolverlas. Aunque el nuevo Gobierno ha reemplazado a algunos de los funcionarios, esta fuerza no puede cubrir todo el país.
Las tensiones sectarias, la delincuencia oportunista y el deseo de venganza convergen en medio de un vacío de seguridad que ha dejado a muchos sirios con temor a salir de noche. Hubo secuestros en los más de 13 años de guerra civil, pero la situación pone a prueba la capacidad del Gobierno para mantener la estabilidad en Siria. El riesgo de agitación quedó de manifiesto recientemente cuando estallaron enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad gubernamentales y hombres armados leales al régimen de Assad en la región costera de Siria, dejando veintenas de muertos.
Se desconoce cuántas personas han sido secuestradas en los últimos tres meses y quién está detrás de los secuestros. Sin embargo, familiares y grupos de monitoreo han reportado al menos una docena de episodios en Siria. Los sirios están exigiendo más policías y puestos de control en las calles para reprimirlos.
“Tienen que mostrar su fuerza”, dijo Al-Izoo sobre los nuevos líderes. Añadió que solicitó ayuda a las nuevas fuerzas de seguridad locales, pero no había obtenido resultados. Funcionarios de seguridad en Talbiseh y Homs afirmaron estar dando seguimiento al secuestro, pero no dieron más detalles.
Los nuevos líderes sirios han minimizado en ocasiones las preocupaciones de seguridad y afirmado que esperaban problemas de seguridad y crímenes mucho peores tras décadas de dictadura.
“Hay seguridad, aunque hay pequeños incidentes aquí y allá”, declaró Ahmed al-Shara, Presidente interino de Siria, a un canal de televisión sirio el mes pasado. Sin embargo, añadió que décadas de “malas políticas no se pueden revertir en cuestión de días o semanas”.
La situación de seguridad es agravada por otros problemas, como un serio desabasto de electricidad que deja algunos barrios a oscuras por la noche. En varias ciudades, los residentes dicen haber instalado puertas de metal para protección contra los ladrones, y algunos padres han dejado de enviar a sus hijos a la escuela.
Las autoridades afirman que están entrenando a reclutas de policía, y cada dos o tres semanas se gradúan entre 800 y mil elementos. El Ministerio del Interior ha declarado que el País necesita 50 mil policías y tiene muchos menos.
Una mañana reciente, en el barrio de Zahra, en Homs, gente llegó a raudales a una frutería para consolar a su dueño, Husam Kashi. Una semana antes, dijo, dos hombres robaron su auto y lo secuestraron.
Su comunidad cristiana y su iglesia recaudaron 28 millones de libras sirias (unos 2 mil 100 dólares) para liberarlo.
Desde entonces, ha estado intranquilo. “Queremos sentirnos seguros”, dijo Kashi, padre de dos hijos.
Muhammad Haj Kadour contribuyó con reportes.
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