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Por Lara Jakes / The New York Times
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BRUSELAS — Hace unos tres años, cuando comenzaron a aparecer unos drones misteriosos sobre plataformas petroleras y parques eólicos frente a la costa de Noruega, las autoridades no estaban seguras de dónde provenían.
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No obstante, “sabíamos lo que hacían”, afirmó Stale Ulriksen, un investigador en la Real Academia Naval de Noruega. “Parte de ello era espionaje, en el que trazan muchas cosas. Creo que otra parte era posicionamiento en caso de una guerra o una crisis profunda”.
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Se sospechaba que los drones habían sido lanzados desde barcos controlados por Rusia en el Mar del Norte, entre ellos algunas embarcaciones que se hallaban cerca de oleoductos submarinos, comentó Ulriksen. Noruega no podía hacer mucho para detenerlos, dado que volaban sobre aguas internacionales, añadió.
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A fines de noviembre e inicios de diciembre, también se avistaron drones sobre bases militares en Inglaterra y Alemania donde se hallan estacionadas fuerzas de Estados Unidos. Analistas militares han concluido que esos drones podrían haber estado en una misión de vigilancia patrocinada por un Estado, declaró un funcionario estadounidense quien pidió el anonimato.
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Algunos expertos dijeron que la presencia de los drones apuntaba a un ataque híbrido o de “zona gris”, en el que se utilizan una serie de tácticas —militares, cibernéticas, económicas y psicológicas— para atacar o desestabilizar de manera encubierta a un enemigo.
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A medida que Rusia, Irán y otros estados hostiles se vuelven cada vez más audaces en sus ataques híbridos contra países de Occidente, funcionarios de Defensa se enfrentan a un reto espinoso. ¿Cómo disuadir tales actos sin desencadenar un conflicto más amplio y potencialmente letal? ¿Y cómo repartir culpas cuando los ataques están diseñados para evadir culpabilidad?
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Uno de los ataques híbridos potencialmente más letales ocurrió en julio, cuando tres paquetes estallaron en Europa. Los paquetes, con sellos postales de Lituania, contenían máquinas eléctricas de masaje con una sustancia altamente inflamable a base de magnesio en su interior. Dos explotaron en instalaciones de carga de DHL en Gran Bretaña y Alemania, y el tercero en una compañía de mensajería polaca.
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Funcionarios occidentales e investigadores polacos dijeron creer que los paquetes eran una prueba realizada por la agencia de inteligencia militar de Rusia para colocar explosivos en aviones de carga con destino a Estados Unidos y Canadá.
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Los funcionarios dijeron que Rusia, en particular, ha desplegado ataques híbridos como sabotaje encubierto contra aliados de la OTAN desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte del Kremlin en el 2022. El año pasado, agencias de inteligencia de Estados Unidos y la OTAN descubrieron un complot ruso para asesinar al director general de Rheinmetall, un coloso armamentista alemán, que ha construido armas y municiones valuados en millones de dólares para Ucrania, de acuerdo con funcionarios de Occidente.
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Luego, a inicios de diciembre, aparecieron drones sobre la Base Aérea Ramstein, en Alemania, uno de los puestos militares estadounidenses más grandes en Europa. También se reportó que algunos fueron avistados cerca de instalaciones propiedad de Rheinmetall. Rusia ha negado una y otra vez haber lanzado ataques híbridos contra la OTAN.
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