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Coronavirus y subempleo: 'De un día al otro, no eres nadie”

En Israel, los expertos dicen que la cifra de subempleados como resultado de la pandemia va de algunos miles a decenas de miles

23.07.2020

TEL AVIV, ISRAEL.- Hace un año, Cijay Brightman estaba encargado del sonido y la iluminación de una presentación de Madonna en Israel. Hoy, en que el coronavirus obliga a suspender todos los eventos en vivo, prepara sándwiches, corta queso y atiende a los clientes en una tienda de comestibles de Tel Aviv.

Brightman se pasó 15 años perfeccionando su oficio y haciendo lo que más le gusta como técnico de escenarios. Pero la pandemia lo obligó a hacer a un lado la profesión que tanto quiere y -al igual que miles de personas en Israel y en el resto del mundo- a buscar cualquier trabajo que le permita sobrevivir.

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“A veces me enloquezco”, dijo Brightman, de 36 años, mientras rebanaba unas salchichas. “Trabajas con las estrellas más grandes del mundo, con Madonna. Te ocupas de su escenario. Y al día siguiente te das cuenta de que no eres nadie”.

El subempleo --cuando la gente se ve obligada a aceptar trabajos por debajo de sus capacidades-- es un fenómeno mundial. Si bien no hay estadísticas, se espera que aumente a medida que se profundiza la crisis económica ocasionada por la pandemia, según el economista Roger Gomis, de la Organización Internacional del Trabajo.

En Israel, los expertos dicen que la cifra de subempleados como resultado de la pandemia va de algunos miles a decenas de miles.

Inicialmente Israel reaccionó con firmeza al brote. Cerró escuelas, estadios, teatros y restaurantes. Logró contener el avance del virus, pero la paralización generó un desempleo que llegó al 28%, incluidos despedidos y licenciados hasta nuevo aviso. Muchos de los afectados fueron trabajadores autónomos que no cobran beneficios de desempleo.

En mayo había pocas docenas de infecciones diarias y se empezó a reactivar la economía. Sin embargo, se lo hizo de una forma torpe y acelerada, lo que trajo una nueva ola de infecciones y la imposición de nuevas restricciones.

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Los casos siguen subiendo y el primer ministro Benjamin Netanyahu dijo hace poco que Israel está “a un paso de una nueva cuarentena”.

El desempleo bajó un poco, al 21% según el Servicio de Empleos Públicos de Israel. De todos modos, es más de cinco veces el promedio de 3,9% que había antes de la pandemia.

La necesidad de generar ingresos se hace más acuciante porque los programas de rescate del gobierno no resuelven los problemas de los cientos de miles de trabajadores autónomos.

El gobierno asignó el equivalente a 30,000 millones de dólares para ayudar a la gente que busca trabajo. Pero esa asistencia se ve entorpecida por trabas burocráticas y la gente dice que ha recibido poco dinero o nada. La desesperación reinante provocó manifestaciones de protesta en Tel Aviv, en las que se exige al gobierno que cumpla sus promesas. Cientos de jóvenes se enfrentaron con la policía el sábado en una de esas movilizaciones.

Netanyahu respondió prometiendo acelerar la ayuda a los autónomos, garantizándoles un ingreso mensual de 2.200 dólares y beneficios de desempleo hasta bien entrado el año que viene.

Las historias de personas que tienen que aceptar cualquier trabajo que encuentren llenan los noticieros ahora. Un actor de teatro creó una compañía de entregas con el nombre del teatro nacional israelí y contrató a decenas de actores desempleados. Una redactora creativa despedida por una compañía publicitaria está limpiando casas. Para no herrumbrarse, escribe blogs sobre las cosas raras que encuentra en las habitaciones de las casas.

Mucha gente dice que no puede depender de la ayuda del estado y se ve obligada a aceptar trabajos que pagan mucho menos que los que pueden percibir.

La situación es parecida en otros países. En Lima, Gianmarco Vargas trabajaba como payaso antes de la llegada del virus. En un giro macabro, ahora construye ataúdes para una compañía que tiene abundante trabajo a raíz de la cantidad de muertos por el virus.

“Esto va a pasar y volveré a ir a las casas de los chicos”, dijo Vargas. “Nos vamos a volver a reír. Vamos a jugar. Voy a volver a hacer mis trucos mágicos”.

En Nairobi, Hillary Muthusi era un barman dueño de una empresa que organizaba eventos. Ahora vende bananas desde su camioneta.

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“Lo importante es volver a casa con algo”, expresó.

Economistas israelíes dicen que hay una feroz competencia por trabajos que no requieren mucha preparación, lo que dificulta conseguir empleo. Al ganar menos, la gente paga menos impuestos y gasta menos dinero, lo que agrava el panorama de la economía.

Momi Dahan, profesor de un centro de estudios de políticas públicas y gobierno en la Universidad Hebrea de Jerusalén, dijo que el desempleo ayuda a corto plazo. Pero que si la pandemia se prolonga, es posible que no vuelvan muchos empleos porque se tornan obsoletos. La experiencia y los conocimientos de la gente de esos campos no servirán para nada.

Ante esa posibilidad, los expertos dicen que el gobierno debería invertir en programas de capacitación para que la gente pueda encontrar trabajo en sectores nuevos y no se vea marginada por los cambios.

“Algunas personas no tendrán otra opción que aprender algo nuevo para ganarse la vida. Los beneficios sociales no alcanzarán”, dijo Gal Zohar, del Servicio de Empleos Públicos.

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