Un improvisado taller formado por paredes de adobe y rústicos mesones es el sitio donde a diario se moldean las vasijas más famosas de la zona oriental del país.
El artesano que se ha ganado este reconocimiento en la ciudad de Danlí es Santos Sevilla, de 56 años.
La faena inicia desde el amanecer, pues siempre hay trabajo pendiente por concluir, aseguró Sevilla.
Y es que pese a que las ventas han disminuido de forma considerable por la abundancia de los artículos plásticos, son 35 años los que lleva el artesano en la fabricación de los cántaros decorativos, así como una variedad de figuras que son utilizadas como adornos.
Los productos que se cocinan en el horno de Santos son comercializados en los mercados del municipio y el resto del departamento.
“Yo siempre procuro que todos los trabajos que hago tengan un buen acabado”, expresó Sevilla.
Los precios de las artesanías están entre los 50 y 500 lempiras, pues depende del tipo de utensilio de barro que el cliente solicite.
Santos es uno de los escasos artesanos del barro y la arcilla con que cuenta la localidad.
De acuerdo con el entrevistado, unos se han retirado por la edad y otros porque el negocio no genera ganancias para su manutención. La atención de los clientes es otro de sus secretos para mantener los pedidos, según Sevilla.
“Conversar con mis clientes es una de las cosas que siempre me ha gustado hacer, ya que les genero confianza para que vuelvan a visitarme”, aseguró.
Herencia
El alfarero aprendió sus conocimientos a través de la enseñanza de su padre cuando aún era un niño.
“Desde que estaba pequeño aprendí de mi padre el arte de la alfarería, y este oficio me ha ayudado a criar y graduar a mis dos hijos”, contó.
En la actualidad sus hijos le han solicitado en varias ocasiones que abandone sus faenas, porque ellos le proporcionarán el sustento diario, pero se niega a retirarse del oficio, pues ama su trabajo.
“La alfarería es algo que me gusta hacer, con mi talento se pueden crear figuras, es algo que no voy a dejar hasta que Dios me lo permita”, dijo.
Actualmente Sevilla anhela reparar y ampliar su taller, pues siempre ha deseado convertirlo en una microempresa que genere empleo en la comunidad.
También sueña con enseñar el oficio a otras personas para que continúe el arte en la comunidad.
Lo único que detiene sus sueños es la falta de recursos económicos para cumplir sus proyectos, aunque aún no abandona las esperanzas de que alguna organización no gubernamental lo apoye.
Mientras esto sucede, él continúa con su labor artesanal.
“Voy a trabajar hasta que Dios me lo permita”, concluyó.