Tierra Adentro

Tatumbla, una joya entre los pinares del Uyuca

El municipio 0825 del departamento de Francisco Morazán conserva las huellas de su pasado colonial. Pintoresco y hospitalario, ofrece un clima agradable, historia y tradiciones como sus ferias patronales

FOTOGALERÍA
21.07.2018

TATUMBLA, HONDURAS

¿Ha oído hablar usted alguna vez del municipio 0825?

¿No? Pues déjenos contarle que se trata de Tatumbla, en el departamento de Francisco Morazán. Es una joya entre pinares que descansa en las faldas de la montaña del Uyuca, importante reserva biológica.

Pintoresco y hospitalario, de admirable belleza escénica, Tatumbla, que en lengua mesoamericana significa “abundancia de gallinas”, se encuentra separada de la capital por 13 kilómetros carretera hacia el oriente.

Desde que en el desvío se divisa el rótulo tallado en madera rústica en el que se lee “Bienvenido a Tatumbla, 3.5 kilómetros”, es recibido por el cántico de las aves, un clima fresco y agradable que le invita a quedarse y disfrutar de este rincón de la tierra catracha que tiene una extensión territorial de 81.12 kilómetros cuadrados.

Atractivos y tradiciones

El pueblo, fundado a finales del siglo XVII, en 1684 específicamente, y que perteneciera al Curato de Santa Lucía y a la vez al municipio de San Antonio de Oriente, conserva aún las huellas del pasado colonial y regidas por la arquitectura vernácula.

Estas se ven reflejadas en sus casas construidas con adobes, con los techos de tejas y algunas calles y callejones empedrados.

Como parte del entorno colonial destaca el templo católico, ícono de la comunidad, dedicado al patrón de la ecología San Francisco de Asís, cuya solemnidad es el 4 de octubre.

Según datos históricos, la iglesia se construyó en 1850. Para 1893 un voraz incendio, provocado por mano criminal, arrasó con la iglesia y su reconstrucción data de 1901.

Entre las tradiciones que se conservan en el pueblo están las ferias patronales, una dedicada a San Francisco de Asís y la otra en honor a la Virgen Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Estas son fechas en que el municipio, conformado por seis aldeas y 42 caseríos, se funde en la algarabía de sus días festivos donde la devoción y la sana diversión van de la mano.

Otro inmueble que destaca es el cabildo municipal, construido hace más de un siglo y que en la actualidad se le hace la primera intervención para rescatarlo, por el deterioro que ha presentado por el paso del tiempo.

Igualmente es un emblema la Escuela República de Guatemala, ahora convertida en centro de educación básica, cuyas instalaciones datan de 1915.

Como parte de sus tesoros, el centro educativo donde se forman más de 300 estudiantes guarda entre sus archivos libros autorizados por el destacado licenciado en ciencias físicas y naturales Luis Landa, cuando fungía como ministro de Educación.

Estas reliquias datan de entre 1917 y 1919, pero también se encuentra valiosa literatura.

El centro de salud no se puede dejar de mencionar. Antes en el pueblo la consulta médica se recibía en una casa particular, hasta que se construyó un establecimiento que ha venido a cubrir las necesidades de los habitantes.

La referencia de Tatumbla son las gallinas, por lo que esta ave de corral no puede pasar inadvertida y en honor a ella se realiza el Festival de la Gallina Criolla, que se ha constituido en una tradición.

Este es un evento que une a la comunidad, ya que es una oportunidad para la promoción del turismo. La festividad convoca a ciudadanos de otras localidades del departamento.

Personajes

Más de 7,000 pobladores habitan en el municipio de Tatumbla, entre los nativos y otros que han hecho de este lugar su segundo hogar.

Entre estos vecinos hay unos que destacan y son reconocidos por la labor que realizan y que han sabido dejar huella.

Aunque en cada poblador hay una historia, imposible es dejar de mencionar a doña Andrea Erminta Barrientos, de 82 años. Ella es un ejemplo de trabajo y dedicación, desde hace 32 años trabaja como aseadora en el Centro de Educación Básica (CEB) República de Guatemala y mantiene cada aula reluciente como un espejo.

“Si yo dejo de trabajar me amusepo, cuando hay vacaciones yo siempre vengo a barrer la escuela y a rodear las plantas para que no se vayan a marchitar”, expresó con emoción mientras sostenía en su manos a su inseparable compañera, una escoba de coco.

Y qué decir de la maestra de generaciones Margarita Colindres, originaria de San Marcos de Colón, Choluteca, quien se considera la forastera más vieja de Tatumbla.

Esposa del exalcalde Leónidas Enamorado, llegó al pueblo en la década de los 70 a trabajar de maestra, pero también cortaba pelo, arreglaba uñas, elabora altares fúnebres, costura y en su ratos libres se dedica al crochet.

Allá viene “El Chilero”, gritan en el pueblo cuando ven a Sergio Iván Cardona, quien dice que Dios le reveló la receta para producir “chile Tatumbla” y darle así el toque picante no solo a la comunidad, sino también a otros lugares de Honduras.

Otro destacado es Raúl Fernando López, de 24 años, se trata de un pintor nato y quien dejó sus estudios de medicina cuando cursaba el sexto año para decirle sí al Señor a través de su vocación sacerdotal. Estudia en el Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa.

Keyla Maradiaga será recordada siempre en esta zona por abrir el primer negocio de café, El Café de Lupita, y de esta manera promover el turismo. Su fama se ha extendido tanto que hasta de la capital y otros municipios llegan por un cafecito.

Y la mejor sopa de gallina criolla la prepara Arely Andrade, ganadora del primer lugar en el recién Festival de la Gallina.

Pero aquí entre nos, usted tiene que saber que hay ingredientes especiales para esta sopa: amor, dedicación y orégano.