TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Sea cual sea la razón que lo llevó o llevará a vivir en otro país, si con usted irán sus hijos, sepa que tendrá que acompañarlos emocionalmente para que esa transición puedan asimilarla de la mejor manera.
Alejar a los niños del entorno en el que hasta ahora han crecido, de las personas a las que han querido y de las tradiciones que los hacen sentirse identificados con su país no es un asunto menor en la salud emocional.
Quizá en un principio impere la emoción por lo desconocido, la expectativa por las nuevas experiencias y la curiosidad por el entorno, pero luego puede haber una fase donde todo eso se presente como un reto que no es fácil de asumir.
Estamos hablando de que vivir en un país con tradiciones y costumbres diferentes, quizá con un idioma también distinto, será un proceso dilatado de aceptar y hacerlo propio. En el camino puede haber miedos e inseguridades.
Al respecto, el psicoterapeuta individual y de pareja Antonio Escobar señala que existen diversas formas de ayudar a los niños a enfrentar un cambio tan significativo en sus vidas.
Lo primero, es “brindarle al niño un espacio seguro y abierto donde puedan expresar sus pensamientos, sentimientos y dudas sobre la mudanza, que sienta que se le está tomando en cuenta mientras se le explica la razón por la cual eso está pasando”.
El experto también aconseja preparar al niño desde antes de que se lleve a cabo la mudanza, y explicarle lo que puede esperar de esta nueva experiencia, “esto para que su incertidumbre sea mínima y darle razones para enfrentarse a la situación con emoción y buen ánimo”.
Al estar en un país diferente al de origen, de una u otra forma adoptará la forma de vida del lugar, la resistencia al cambio puede hacer que no se sienta parte del entorno y afectar la forma en la que percibe los estímulos externos.
Por ello, Escobar recomienda apoyarle a que aprenda el idioma de ese país, en el caso de que no sea el español, y explorar abiertamente la cultura del nuevo hogar, “así no desarrolla temores o inseguridades y comienza a generar un sentido de pertenencia con su nuevo entorno”.
Igualmente no favorecer a una ruptura total con su país de origen, fomente siempre la conexión con las personas que ha dejado allí, tanto familiares como amigos y conocidos.
Y para que el cambio no sea tan abrupto, “se debería mantener la rutina a la que está acostumbrado lo más posible. Esto le brindará un sentido de seguridad, aunque se encuentre en un lugar nuevo”, señala el psicólogo, que agrega: “de ser necesario, el apoyo profesional puede ser de gran ayuda, tanto para la adaptación del niño como para ayudarle a los padres a enfrentar los retos que su hijo o hija tendrá que afrontar luego de la mudanza”.
