La indiferencia de parte de la autoridades de gobierno y municipales han creado un caos eterno en las principales entradas al Distrito Central.
El infierno vehicular, aguas negras que corren por las calles, proliferación de negocios y ventas ambulantes que se toman las aceras y medianas son la carta de presentación de la capital que reciben los visitantes a su ingreso.
Los rótulos que deben brindar información preliminar a los turistas sobre el territorio capitalino tienen datos desfasados que los desinforman anunciando que la población es de 30 o 800 mil ciudadanos cuando la cifra alcanza los 1.5 millones.
El elevado tráfico que se mantiene en las horas pico es producto del pésimo estado de las calles que permanecen tapizadas de baches y la falta de señalización que provocan una circulación vial a paso de tortuga.
Otro de los graves problemas que aqueja a los visitantes es la falta de señalización sobre hacia dónde se dirigen los diferentes desvíos ubicados a los largo de los ejes carreteros.
Noé Lara, un viajero procedente de Olancho, aseguró que en las pocas ocasiones que viene a la capital tiene que andar preguntando hacia dónde dirigirse porque no existen rótulos que lo guíen.
Sobre este aspecto, Henry Merrian, exalcalde y urbanista, es del criterio que en los últimos 30 años los diferentes ejes carreteros que dan acceso al Distrito Central no han recibido un mantenimiento adecuado, por lo cual en lugar de avanzar se mantienen en un permanente retroceso.
Afirmó que el problema se puede solucionar por dos vías: la reparación total de las calles y una señalización efectiva y moderna en las entradas.
“Es necesario establecer un plan de trabajo que esté alejado de intereses políticos para que esta capital pueda tener un verdadero desarrollo”, consideró.
Según el experto, el verdadero problema radica en la involución política en que ha estado sumergida la historia democrática de la capital cada cuatro años. “No existe un programa de trabajo a largo plazo que se traduzca en desarrollo para la ciudad”, puntualizó.
Materias pendientes
En la salida al norte el atractivo capitalino que aprecian los turistas son obras de infraestructura abandonadas. A la altura de la colonia El Carrizal, el paso a desnivel que prometía desarrollo a la comunidad está paralizado desde hace 39 meses.
Pese a que el Congreso Nacional aprobó 33 millones de lempiras para su habilitación, los trabajos no arrancan y los habitantes de la comunidad han perdido la esperanza de ver el anhelado puente.
Cuatro fallas geológicas impiden la fluidez vial en la carretera al sur y las autoridades de la Secretaría de Obras Públicas, Transporte y Vivienda (Soptravi) se han declarado sin recursos para atender estos problemas.
En la entrada a oriente tampoco sale el sol, vendedores se apropian de los espacios públicos, enormes baches impiden el libre tránsito y los rótulos de bienvenida no se han renovado en los últimos 10 años.
Los habitantes de estos sectores reclaman una mejor suerte para la cara de la ciudad y esperan algún día sentirse orgullosos de invitar a un amigo a conocerla.