Llegó de Guata, Olancho, a la capital cuando tenía nueve años de edad y se abrió camino en el complejo mundo de los alegatos, la presunción, las pruebas, la razón, la verdad y la justicia.
Odalis Aleyda Nájera Medina comenzó trabajando como perito mercantil y contador público, luego como defensora pública, llegó a ser jueza, magistrada y ahora se desempeña como comisionada del Comité Nacional de Prevención contra la Tortura, Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes (Conaprev).
Gentilmente atendió a EL HERALDO. A pesar de su envidiable trayectoria, conserva la sencillez, la sinceridad y la agradable conversación de la gente rural.
¿Usted es paisana de los presidentes Manuel Zelaya y Porfirio Lobo? Sí, soy de la tierra que ha producido dos presidentes, dejémoslo hasta ahí, ja, ja, ja, ja...
¿A qué escuela asistió? A la Escuela Urbana Mixta Francisco Morazán. Mi maestra Enma Cáceres de Ruiz fue mi primera imagen de líder que impactó en mi vida, al grado que cuando me confirmó a los nueve años, mi madre me pregunta ¿quién querés que sea tu madrina de confirma? y yo digo: la profesora Enma.
¿Usted era la más inquieta de todos sus hermanos? Con satisfacción le digo que ellos dicen que yo soy la líder y no precisamente porque sea la mayor. Hay ocasiones que me siento como molesta, porque en mi familia hay más abogados pero cuando se suscita un problema de tipo jurídico solo a mí me buscan y yo les pregunto: ¿y aquí no hay más abogados?, pero es que vos sos la “tatascana”, me dicen.
A lo mejor ven que es buena para los alegatos. Ja, ja, ja, ja, ja, ja… Según ellos, pero la verdad es que sí me gusta, sí me gusta saber que mis hermanos, mis tíos y tías pueden contar conmigo.
¿Verdad que usted era peleona cuando era niña? Fíjese que sí. De hecho tengo varias anécdotas, sobre todo en sexto grado. Organizaba eventos y también defendía a mis hermanos y hermanas, no solo verbalmente sino también físicamente cuando se enfrascaban en esos pleitos que no faltan en la infancia, entonces eso ha contribuido a ganarme ese calificativo pero la verdad no es cierto.
¿A quién defendió más? A Arlen Nájera, que dicho sea de paso hoy en día es jueza en los Juzgados de Letras de lo Civil. A ella es la que más defendía porque la veía más vulnerable.
¿Y su papá qué le decía cuando se enteraba de las peleas? Pocas veces se dio cuenta. Evitábamos eso porque era un hombre muy estricto, muy delicado, entonces procurábamos resolver el problema a nivel nuestro, a nivel de los hermanos o si no a nivel de mamá.
¿Ella era más tolerante? Ella era más comprensiva. Mi papá es el ejemplo prusiano, radical. A mi padre lo admiro muchísimo, es más, me siento muy orgullosa de él. Es un hombre para quien la palabra vale. Para él no hace falta un contrato escrito, no hace falta una letra de cambio, su palabra vale y esas son las características que nos inculcó. Nos inculcó muchos valores morales, el respeto, la honestidad, la integridad.
¿Cuándo se vino de Guata? Justamente tenía nueve años. Lo más lindo es que desde el momento que mi papá nos trajo, nos trajo a vivir a nuestra casa. De hecho, él se vino a Tegucigalpa a trabajar dos años continuos en el taller de carpintería de don Rómulo López en el barrio Morazán y hasta que él pudo reunir la prima para una casa en la colonia Kennedy, nos trasladó. él nos trajo a una casa con todos los servicios básicos y eso se le agradece y se lo he dicho a él personalmente.
¿A qué colegio asistió? Estudié en el Jesús Milla Selva, en la colonia Kennedy, los primeros tres años de ciclo común y los tres siguientes en el Instituto Central Vicente Cáceres, de donde egresé como perito mercantil y contador público en 1982. Me quedé trabajando a medio tiempo donde hice la práctica, en la antigua Moda de París.
¿Cuánto tiempo estuvo en La Moda de París? Unos dos años porque yo siempre anduve en la búsqueda de mejorar condiciones no solamente salariales sino que en ascensos de puestos y luego concurso a una plaza en Bancahsa (Banco de la Capitalizadora Hondureña) y llego al departamento de créditos y cobranzas y luego al departamento legal.
¿Cuándo comienza sus estudios de derecho? Cuando estaba trabajando en La Moda de París inicié en la (Universidad Nacional) Autónoma (de Honduras) estudiando pedagogía, pero lastimosamente no pude continuar con esa profesión debido precisamente a que llegué a trabajar a Bancahsa y los horarios ahí eran bastante rígidos, las clases de pedagogía están todas en la tarde, mis padres no tenían la capacidad económica para apoyarme, entonces me fui por la segunda opción que me gustaba que era la abogacía.
¿En Bancahsa conoció algún caso que le motivara a estudiar derecho? Hubo varios puntos que me motivaron a estudiar derecho. Recuerdo haber visto a una familia perder su casa. Ahí comencé a ver el lado humano del derecho y el lado frío de la banca. Entonces decía este puede ser un buen punto para ayudar a alguien porque siento que siempre puede haber una esperanza para quien está en ese problema. Para mí fue bastante traumático decirle por ejemplo a una familia que tiene tanto tiempo para pagar, de lo contrario su caso será trasladado al departamento legal. Incluso en algunas ocasiones tuve ciertas discusiones a nivel de jefes porque siempre estaba alargando los plazos, dándole tiempo a las personas para que pudieran recaudar el dinero para honrar sus deudas.
¿En qué año se gradúa en la universidad? Salgo de la universidad graduada como licenciada en ciencias jurídicas con orientación en derecho penal en 1992 y por razones económicas siempre me inscribo en el Colegio de Abogados hasta 1993, debido a que había que pagar una cuota de alrededor de dos mil 500 lempiras que en aquel momento impactaban en mi presupuesto. En 1994 empezaba el programa de la defensa pública financiada por la AID (Agencia Internacional para el Desarrollo) y se produce una avalancha de 25 opciones que se iban a dar para defensores públicos. Entro a concursar y en mayo de 1994 soy nombrada como defensora pública en el Poder Judicial y ahí empieza mi carrera profesional.
¿Cuáles son las cualidades que debe tener un buen abogado? Un buen abogado siempre debe ser íntegro y apegado a la verdad. El gran problema o la decadencia que hoy día se tiene precisamente a nivel de los abogados es porque no hablamos con la verdad a nuestros clientes. Por eso se dice que los abogados son mentirosos, pero habemos unos que hablamos con la verdad, incluso en juicios donde vemos pocas posibilidades de defensa, sea penal o civil siempre hay que decirle la verdad al representado, las alternativas que tenemos son estas y no darle falsas expectativas y llevarle su caso hasta el final, no dejárselo tirado a mitad de camino como ocurre con muchos colegas.
¿Cómo llega a ser jueza? Para ser jueza concursé, en un primer momento me mandaban para La Ceiba y no acepté por los hijos y esperé. Hice fila. Recuerdo que había una opción en un primer momento que me la habían prometido porque había obtenido una buena nota, pero se la dieron a otra señora que después llegó a ser una alta funcionaria del Estado y pregunté por qué le habían dado esa oportunidad a quien tenía una peor calificación y me dijeron es que fue una recomendación del presidente del Congreso Nacional. Eso fue en 1996.
¿Fue una gran experiencia en ese cargo? A los ocho meses de estar como jueza en los Juzgados Segundo de Letras de lo Criminal en Comayaguela, lanzaron la granada (7 de noviembre de 1996). Fue una experiencia impactante. La granada cayó a pocos metros de donde yo tenía el despacho, de hecho pienso que si el guardia de seguridad, que tristemente murió, no hubiera recibido esa gran cantidad de esquirlas, los muertos hubiéramos sido nosotros.
Era difícil no llorar en ese momento, en primer lugar de agradecimiento a Dios por habernos librado de la muerte y luego de solidaridad y de dolor. Recuerdo que salió un titular en un periódico, como a los periodistas así les gusta titular sus notas, decía “jueza sale llorando de su despacho”, ja, ja, ja, ja… y era yo.
¿Luego se graduó de notaria?
Yo estudié para graduarme de abogada y notaria cuando la daba la Corte Suprema de Justicia. Yo obtengo el exequátur en el 2000. El haberlo obtenido para mí fue una experiencia invaluable, porque del exequátur de notario mucho se habla, criterios a favor, criterios en contra, unos dicen que lo regalan y se lo han regalado a varios, a mí me costó muchísimo, porque no quise hablar con ningún magistrado para que me apoyara. En ese tiempo, yo era juez en el Segundo de lo Criminal y recuerdo que el abogado (Armando) Ávila Banegas era el presidente de la Corte Suprema de Justicia. Cuando le pido fecha de examen, me dijo: ok, le doy fecha pero tenga la plena seguridad que si usted reprueba ese examen yo la voy a despedir como jueza.
¿Y usted reprobó?
Nunca había reprobado en la Unah. Me retiré tres meses a estudiar a tiempo completo y cuando llego a hacer mi examen, bajo mi óptica lo había pasado porque uno se autoevalúa, pero como es un examen tan subjetivo, que dicho de paso no es por escrito la calificación que a uno le dan sino que queda a la apreciación y libre albedrío de los examinadores, que eran los 9 magistrados en aquel momento. Yo sentí que había pasado, cuando la secretaria de la Corte me dice: Odalis, siento mucho decirle que usted no aprobó su examen, entonces le digo: no puede ser, yo respondí para pasar. ¿Y cómo usted apela o pide revisión si es un examen verbal? Se me vino el mundo encima, pensé que me quedé sin trabajo.
¿Y qué pasó después? Eso fue un viernes y el lunes tenía que ir a trabajar ya, es una experiencia horrorosa llegar al trabajo después de haber reprobado un examen. Lo primero que hice, pasé muy tempranito por la presidencia de la Corte Suprema de Justicia y entregué mi renuncia, ahí le decía en seguimiento a sus palabras vertidas en tal y tal fecha que me cancelaría si no aprobaba mi examen de notario, estoy interponiendo mi renuncia, adelantándome, verdad. Se la dejé con su secretaria y me fui a mi despacho a trabajar, cuando llega el presidente, llama a una amiga mía que es magistrada en la Corte Primera de Apelaciones y le pregunta por mí, ella le responde que estoy trabajando, entonces le dice que quiere hablar conmigo y me manda a llamar ese mismo lunes y me dice: quiero que sepa que yo sé en qué condiciones usted reprobó y, es más, me dice, no comparto la reprobación suya, mire lo que hago con su renuncia (la rompió), no se la acepto y desde ya le doy fecha para que haga de nuevo su examen de notaria y me da un plazo de tres meses.
¿Y cuál fue su reacción?
Le digo, usted está engañado. En tres meses no puede ser, el reglamento interno habla de seis meses como mínimo. Entonces me dijo él, hágale frente, usted tiene que hacer ese examen porque está capacitada, usted no necesita ni siquiera estudiar, porque usted contestó, usted respondió para hacerse notaria. Luego me mandó a llamar el abogado José María Palacios y muy dolido me dijo: Odalis, siento mucho lo que pasó, usted no debió haber reprobado. Yo estaba cerrada totalmente en no volver a hacer el examen, pero esa amiga que es magistrada, Yolet Calderón, me dice: Odalis, volvé a hacer tu examen ya que te dan fecha, muchos quisieran hacerlo. Entonces volví a aplicar y aprobé.
¿Qué otros cargos ha desempeñado? Después de que me hago notaria, el abogado Ávila Banegas a la siguiente semana me está nombrando -yo siento que fue una reivindicación que él hizo conmigo- como magistrada suplente integrante en la Corte Primera de Apelaciones y ahí estoy dos años, luego en ese medio la abogada Linda Lizy Rivera, directora de la defensa pública, renuncia, y para ese momento está el abogado Miguel Ángel Rivera Portillo, en su segundo período y solicito que se me dé la oportunidad de ser directora de la Defensa Pública y así llego a ese puesto.
¿Y cómo llegó a ser comisionada del Conaprev? Una oferta que me hace el doctor Juan Almendárez Bonilla y la licenciada Alba Mejía del CPTRT (Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura), yo ya había trabajado varias reformas de proyectos de ley como el trabajo comunitario, trabajé en el primer borrador del instituto penitenciario, la misma ley del mecanismo de prevención contra la tortura, entre otros tantos, como voluntaria. Yo surjo como representante de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan el tema de privados de libertad. Es un cargo muy relevante, de mucha trayectoria, reconocido más a nivel internacional que a nivel nacional.
¿Cree que la situación penitenciaria puede cambiar? Yo lo veo cuesta arriba porque el país en sí mismo está volcado a una política penitenciaria eminentemente punitiva, no resocializadora.
¿Los políticos han hecho negocio del tema carcelario? Sí, sí, yo diría que sí, en el tema carcelario no veo voluntad política, porque desde ahí se gestan negocios muy lucrativos. A mí me da tristeza cuando escucho que la resolución del tema carcelario lo fincan nada más en la dotación de presupuesto, cuando en los centros penales se cobra por todo, desde una visita conyugal.
¿Contenta como abogada? Satisfecha como abogada, le voy a decir que dentro del Poder Judicial el único cargo que no he desempeñado es el de magistrada de la Suprema. Le confieso que eso es un anhelo que todos los abogados notarios tenemos, pero me siento muy contenta, muy satisfecha, creo que Dios ha sido muy generoso conmigo y me ha dado mucho más de lo que merezco.