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Roberto Becerra, el ser humano no es un objeto extraño

El lirismo urbano de un poeta que se niega a ser borrado por la soledad de su ciudad

05.10.2013

'Noctámbulo” es un libro de poesía hondureña del que pocos hablan, que muy pocos conocen, y sin embargo, es de esos libros vitales en el panorama de la nueva generación de poetas hondureños.

Es de las primeras imágenes bien logradas de poesía urbana de los poetas jóvenes de Honduras, y en su momento es quizá el libro más osado de su generación, publicado en formato virtual a inicios de siglo, es un texto mordaz, una voz enérgica marcada por el individualismo y por la rebeldía contra el canon y contra la norma social.

Roberto Becerra, su creador, es el hacedor de una poética que vuelve por la autodestrucción, el caos creativo, la provocación estética, el humor negro y el desasosiego del lirismo urbano. Un poeta que no cede terreno al efecticismo y a las poses, que no es otro imitador barato del genio de Bukowski, de Panero, de Parra y de la Generación Beat. Poeta de una vocación plena y reveladora que se perfecciona en la imperfección y en las negaciones de la soledad que acecha.

En la ciudad, donde muchos creen haber encontrado un lenguaje o un boleto de poetas al Olimpo, Becerra encontró la más cruda desolación que hipócritamente le llamaba a verse como habitante, como ciudadano, como joven, esas máscaras decadentes, arquetipos sociales que el poeta cuestiona con el estoicismo y la entereza de aquel que realmente ha sobrevivido al infierno.

El poeta Fabricio Estrada lo retrata perfectamente en estas palabras: “Roberto Becerra escribe como el herrero que saca de la fragua un metal candente. No esgrime ni la condescendencia, ni la conmiseración, con nadie, ni con él mismo. Conoce a la perfección de cuánta desolación se nutre este oficio, y así lo ha hecho desde que lo conozco, desde aquellas tardes rabiosas en el Taller Casa Tomada, hasta los días que otros llaman presente y él llama eternidad... De eternos abismos nace lo humano, de ciudades hundidas donde las palabras tardan segundos en caer...”

Entregamos aquí algunos fragmentos de una entrevista que le realicé hace un tiempo y una muestra de su poesía.

“Noctámbulo” es la colección de poemas que usted publicó en un formato electrónico en el año 2002 y sin duda es de las publicaciones más importantes de la poesía actual. ¿Cuál es la historia de ese libro?

No sé si “Noctámbulo” sea tan importante para la poesía nacional contemporánea; pero este libro marcó en mí el ascenso de un joven a su madurez y revela mi personalidad de esa época, mi conflicto diario con el ser humano y su naturaleza, mi búsqueda personal y mi confrontación abierta con todo aquel que intentara detenerme.

“Noctámbulo” soy yo entre las pruebas más dolorosas que esta sociedad le pueda inferir a un joven. Con ese libro aprendí el valor de no tener nada, y de crearlo todo, de construir con el pensamiento y la imaginación el futuro, aunque para ello haya que destruirlo. Esta es una empresa que “Noctámbulo” compendia perfectamente, pues si el mundo estaba enfermo, había que curarlo con la muerte y extraer de sus entrañas aquello que podría maravillarlo e iluminarlo.

Hay en su expresión una fuerza que explota continuamente, pero no es una pose efecticista, sino un claro diálogo con la vida. ¿Dónde empieza y termina esa búsqueda?

Mi búsqueda por un lenguaje propio empieza en la soledad total, donde esta sociedad nos somete a prueba y nos advierte de su mortal trato con la vida.

Mi lenguaje primario, entonces, era callado, tímido, pero lleno de búsquedas oníricas e imaginativas. El juego de la creación era fundamental. Con el tiempo mi lenguaje fue cambiando de lo contemplativo a lo inquisitivo, a lo destructivo, pues solo aquello que se destruye logra renovarse, ese era mi pensamiento de ese entonces, reconocerme como una persona con ideas distintas de los demás, ideas que al entrar en confrontación y al no ser aceptadas por la mayoría, o ni siquiera por la minoría, recargaban mi mente con angustia y desinterés por la vida; derrotar la mediocridad no solo personal sino ajena, se convirtió en mi estandarte. La fuerza motriz de “Noctámbulo” viene de su confrontación abierta con la sociedad, una sociedad que burlona y sarcástica aceptó la idea de que otro loco vagabundeara por ella. “Noctámbulo” es la imagen viva de lo que realmente somos, de cómo realmente luce esta ciudad (Tegucigalpa), sin mentiras, sin engaños, sin miopía mental y humana, por eso el fin último de “Noctámbulo” es su propia muerte, una muerte humana próxima al renacimiento intelectual, algo que muy pocas veces fue entendido, o siquiera examinado en su contexto.

La búsqueda de “Noctámbulo” termina cuando se alcanza la madurez intelectual, donde el hombre al descarnarse y al quedar develado en el tiempo y la historia como solo un individuo más, comienza su verdadero trabajo, desligado de todas aquellas perversiones y sentimientos negros que sirvieron de combustible para su máquina interna.

La ciudad, ese escenario de “Noctámbulo”, cruje entre las sombras y entre un continuo fragor, no hay cabida para la armonía y la bondad. Es todo lo contrario de la ciudad que retratan otros poetas, casi idílicamente, usted destruye ese ideal y nos da el caos.

El caos es en ciertas culturas, filosofías y pueblos el comienzo de la vida. Al enfrentar aquello que nos horroriza, el alma se libera. “Noctámbulo” parte de esta esencial idea al confrontar abiertamente la sociedad y llevarla al hastío, para que la mente despierte a la verdad por un momento, y para que sepan que, aquello de lo que se burlan y se ofenden es la esencia de ellos mismos. “Noctámbulo” no solo es el retrato de mi mente, sino de la mente de todos.

¿Por qué escogió ese ímpetu verbal y trató de manera visceral algunos temas como el amor, el abandono, el tedio y la muerte?

La construcción catafórica del libro es llana, casi no existe; es un lenguaje simple y entendible; de allí su fuerza visceral, de no tropezar con el idealismo retórico y constructivista de la metáfora clásica, sino de acentuar y remarcar lo obvio, pues claro está que un lenguaje más sencillo y simple sería entendido por mucha más gente, y el fin de “Noctámbulo” era llegar a las personas con un mensaje claro, abierto y concreto.

Los seres que deambulan en su poesía son vistos sin bondad alguna, son incapaces de crear o corregir su destino y viven estigmatizados por una fuerza manipuladora. ¿Qué fuerza es esta?

Es el terror que yo mismo enfrenté y enfrento diariamente, es esa cadena pesada que inmoviliza y te deja casi muerto, los personajes de “Noctámbulo” son así, entienden el terror pero no pueden evitarlo, entienden que la vida puede ser más noble, bondadosa, llena de experiencias reconfortantes, pero la muerte y la soledad es algo con lo cual se nace y no se puede evitar la confrontación diaria, vivir con el terror de tus fracasos, de tus sueños, con el terror de la impotencia mental y humana, con el terror de la mediocridad, a no tener una mente lúcida que explique los fenómenos que vivimos cada día.

El terror es la fuerza que empuja y colapsa a “Noctámbulo” y que sus personajes padecen.


¿Hay alguna especie de compromiso entre el escritor y sus lectores?

El único compromiso que lectores y escritores tenemos es el conocimiento mismo, elevar el nivel científico e intelectual en el ser humano. Los compromisos no deben de ser un ancla para la creación, sino puntos de partida para realizarla.

Indudablemente, la obra del creador es su pensamiento y reflexión sobre el mundo. El ser humano no es un objeto extraño a la naturaleza del mundo, por lo tanto la obra del artista será reflejo del mismo.

Basilio Suazo tío de Aurelio Martínez lo recordará como un gran ser humano
Basilio Suazo, tío del reconocido cantautor garífuna Aurelio Martínez, expresó su profundo respeto y admiración por su sobrino, destacándolo no solo como un talentoso artista, sino también como un gran ser humano.
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