Todo inició con un diagnóstico equivocado. Bueno, quizá no era tan erróneo, ya que sí estaba enfermo del corazón, enfermo al ver tantas injusticias humanas, sociales y ambientales.
Además, tiene un corazón frágil y demasiado sensible, porque solo un hombre con estas características puede levantar la voz ante la opresión y escribir poesía, cuentos, análisis, investigaciones, columnas y de todo lo que le dé la gana.
Médico, investigador, catedrático, poeta, escritor, analista, político, defensor de los derechos humanos, promotor de la paz, un altruista como pocos en Honduras, el espacio no ajusta para hablar del amplio currículo del doctor Juan Almendares Bonilla, pero no está de más hacer el intento.
¿Por qué decide estudiar medicina?
La inspiración mayor la recibí de mi madre y de mi abuela. Aunque al principio tenía una inclinación para ser sacerdote, cuando llegué al colegio me motivaron dos aspectos, la ciencia y la medicina.
Pero lo que más me incentivó fueron las necesidades de los pobres. Fue difícil, porque no tenía recursos ni dinero para comprar libros, esperaba a que mis compañeros se durmieran para estudiar.
Luego, como no me alimentaba bien, desarrollé un problema de salud, anemia, y me hicieron un diagnóstico equivocado, me dijeron que estaba enfermo del corazón.
Apenas tenía 18 años de edad, en ese entonces cuando a alguien le decían que estaba enfermo del corazón uno creía que se iba a morir. Alguien me dijo, “vos sos pobre y además estás enfermo, no podés estudiar medicina”, incluso en la Escuela de Medicina uno de los médicos me recomendó que no estudiara esta carrera. Pero nada me detuvo.
Luego ganó una beca para estudiar en el extranjero, algo que, prácticamente, cambió su futuro. Primero estuve como practicante en un hospital privado, donde ganaba L 25 al mes.
Luego conocí a los doctores Napoleón Bográn y Manuel Sosa, quienes fueron mis maestros fuera de la facultad, eran personas con grandes valores éticos.
Sumado a eso tuve una influencia social cristiana, esa devoción de Jesús por los pobres me motivó a reforzar mis ideas médicas. Después me entró la inspiración del campo de la ciencia y en un concurso latinoamericano gané una beca y pude optar a ir a cualquier país de América, y decidí viajar a Estados Unidos, en donde viví por cuatro años.
Esa experiencia fue muy valiosa para mi formación humana y social. A pesar de todo lo que dicen de mí, le tengo mucho cariño a EE UU. Estuve en Filadelfia, en la Universidad de Pennsylvania.
Logré estar en dos centros famosos en EE UU, el Instituto Cardiovascular de California y el departamento de Fisiología que tenía uno de los centros más desarrollados en cuestión pulmonar. Además de haber tenido una experiencia clínica, tuve la experiencia de investigación.
También se ha dedicado a la medicina alternativa, ¿por qué?
Bueno, no lo hago porque sea curandero, sino porque necesitamos desarrollar la sabiduría de nuestro pueblo y que las medicinas sean más accesibles. Si las mejores universidades están ávidas de conocimientos sobre plantas,
¿por qué no lo hacemos nosotros? Con los conocimientos adquiridos en EE UU regresa a Honduras allá por 1970, ¿con qué ilusiones o ideas venía?
Siempre quise regresar a Honduras. Tenía inspiraciones un poco vanidosas, de producir trabajos, ser investigador, una persona famosa, pero cuando llegué aquí choqué con una realidad, vi la pobreza. Mi idea era desarrollar, como decía José Cecilio del Valle, una medicina pequeña, pero nuestra.
Regreso con la idea de innovar, servir e investigar.
Luego funge como decano de la Facultad de Medicina, ¿cuáles fueron sus aportes?
Siempre tuve la idea de que la educación era importante y que yo podía contribuir. Quise cambiar cosas como tener una medicina que estuviera más al alcance del pueblo, que el estudiante hiciera un internado rural, que se desarrollara la investigación, que, como médicos, fuéramos coherentes con el ejemplo.
¿Ejerció la medicina a nivel público y privado?
Trabajé en el hospital San Felipe ad honórem alrededor de catorce años. Luego lo cerraron y vino el hospital Escuela. Había la voluntad de colocarme en instituciones privadas, pero no fue posible, porque las ideas que tenía yo, que curiosamente las aprendí en Estados Unidos, lo impidieron. Ha habido una distorsión de mi vida, alguna gente cree que estudié en Rusia, en la Patricio Lumumba. Pero si ideas socialistas aprendí, fue en EE UU.
¿Cree que la percepción que se tenía sobre sus ideas le cerró puertas?
Sí. Nunca logré trabajar en una institución del Estado en la parte de salud, a pesar de tener un currículo aceptable. Algunos decían que podía llegar a revolver todo.
¿Y era cierto?
Estaba interesado en transformar muchas cosas, creo que el médico debe tener una cultura amplia y ser sensible al dolor humano. Pero fui rechazado.
¿Fue así como decidió enfocarse al ámbito académico, al frente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras?
Sí. Me tuve que alejar del hospital y decidí participar en otras actividades. Tenía simpatía entre la juventud de ese tiempo y en el profesorado, y me lanzaron para rector.
En ese cargo desarrollé la idea de la investigación científica, el trabajo de extensión universitaria, el acercamiento de la UNAH con los sectores sociales, la parte cultural, el desarrollo académico institucional, la universidad a distancia. Mi objetivo era acercar la academia al pueblo. Siempre he pensando que una universidad que se desligue del pueblo no puede ser universidad, porque este término quiere decir universalidad del conocimiento.
Usted dice que cuando le preguntan en qué momento se hizo defensor de los derechos humanos contesta que eso no es una carrera, sino una práctica de la vida. Pero ¿cuándo empieza a figurar, a destacar públicamente en este ámbito?
La década de los 80 fue muy difícil, y en ese marco me sensibilizo en materia de DD HH. Fue un contexto muy complejo, sin embargo, gano la reelección como rector.
Pero en ese momento John Dimitri Negroponte, de la Embajada de EE UU, en ese tiempo también estaban Gustavo Álvarez y Roberto Suazo Córdova, impiden mi reelección; uno de los magistrados me dice, “si algo me pasa, usted puede contar después esto, porque temo por mi vida”.
él me dijo que los habían llamado para darle la orden de no aceptar mi reelección, porque yo era una amenaza a la seguridad del Estado.
Después de salir de la UNAH quedé muy estigmatizado. Pero, volviendo a su pregunta, la idea de DD HH se desarrolla antes, desde mis inicios en la medicina, cuando iba a hacer brigadas de salud campesinas, a servir a los pobres, esto lo he hecho desde que soy estudiante y lo sigo haciendo, porque estoy interesado en servir a la gente.
En el marco de la década de los 80 mencionó que fue víctima de amenazas. Sí, también hubo persecución, una vez prácticamente me secuestraron del aeropuerto, eran dos tipos con metralletas. Tuve muchas amenazas a muerte, atentados, disparos, me tiraron carros, me aflojaron los tornillos de mi vehículo, casi me mato.
En medio de esta situación, ¿pensó en abandonar el país?
No. Recuerdo que mientras estaba en una reunión sobre tabaco y salud, que se desarrollaba en Bolivia, leí en los periódicos que mi nombre encabezaba la lista de los escuadrones de la muerte. Tenía varias opciones, irme a Europa, a EE UU o a un país latinoamericano, pero, curiosamente, decidí estar en Honduras, yo creo que le debo algo a mi país.
¿No es partidario del exilio?
No. Creo que nunca me van a sacar de aquí, porque estamos obligados a hacer algo y pienso que, de alguna manera, algo estamos haciendo. También estuve condenado por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Pero no soy partidario del exilio, he sido invitado permanentemente para no estar en este país, pero amo a Honduras, me gustan los frijoles, me gusta la gente.
¿Qué opina de la situación actual de Honduras en materia de DD HH?
Es grave. La pobreza ha aumentado, y ser pobre es una de las peores violaciones a los derechos humanos.
También es promotor de la paz...
Estoy contra la guerra nuclear, mi lucha es porque construyamos una política de paz.
¿Qué religión practica?
Me sensibilizo a través de las cuestiones cristianas, sobre todo de la Iglesia Católica. Después, quizá con la influencia de la ciencia y el trabajo, tomo la opción de ser de una visión ecuménica, o sea, como me decía mi madre, “respeta todas las religiones, pero nunca te apegues a una de ellas”.
Si hay una cosa que aprendí es tratar de investigar y ser coherente con la verdad. Hubo un proceso en el que, no le puedo negar, sí tengo ideas socialistas, simpatizo más que todo con un socialismo humanista, mi filosofía está enfocada en el respeto de la vida y la idea de compartir, de servir, en eso soy coherente, me formé como médico. Tengo muchos años brindando un servicio médico y nadie le puede decir que yo cobro.
¿Qué se perdieron los hondureños al no elegirlo como Presidente?
Hay que hacer constar que la campaña presidencial comenzó una semana antes de las elecciones. No habían recursos. Yo, objetivamente, sabía que no era posible ganar, y acepté bajo la idea de unificar sectores que estaban problematizados en el seno del movimiento social.
Era una cuestión de buena voluntad. No tenía ninguna intención de participar en la política, quería entregarme totalmente al servicio de la salud. No obstante, pudimos dar algunos mensajes, no hemos perdido la esperanza de que nosotros, me refiero al pueblo y sectores organizados, luchemos por transformar Honduras. No he perdido el optimismo.
¿Cree que ha bajado su perfil político?
Tal vez en el marco de no estar, porque en realidad no estoy aspirando a ningún cargo. No me interesa figurar. Para mí la idea de compromiso es trabajar con la gente, tengo trabajo en 26 comunidades, allí las mujeres han organizado los huertos familiares. Hemos trabajado introduciendo las ideas de la medicina alternativa.
¿Aspira a una nueva candidatura presidencial?
No. Me han ofrecido algunas cosas, pero no estoy interesado. Aspiro, más bien, a que el poder lo tome el pueblo. Estoy a favor de una constituyente, a favor de la participación de las nuevas fuerzas sociales, como las mujeres, de salir de un sistema representativo presidencialista.
¿Quién cree que será el próximo presidente (a) de Honduras?
Si hay algo que domina a Honduras es la incertidumbre. Los fenómenos metereológicos son impredecibles, pues más o menos así está Honduras. Honestamente no sé si habrán elecciones o, si hay, quién ganaría.
La situación es tan compleja que pueden haber alianzas entre partidos emergentes entre sí, entre emergentes y tradicionales, y entre tradicionales. Es cierto que las encuestas dan un margen para un análisis, pero no me atrevería a decirle quién va a ganar.
¿Vivimos en un Estado soberano?
Aquí se habla de seguridad militar, pero no hay soberanía militar; se habla de seguridad alimentaria, pero no hay soberanía alimentaria, no hay soberanía en nada; la soberanía significa la capacidad que tengamos de decidir qué nos conviene, de autodeterminarnos, de tener dignidad.
Usted ha destacado en diferentes campos tanto científicos como humanísticos, ¿qué más le queda por hacer?
Estoy interesado en pintar. Me interesa la jardinería, la botánica, eso me hace falta desarrollarlo. En este momento estoy en una fase interesante desde el punto de vista teórico, que es cómo articular las diferentes sabidurías en el proceso de la vida. Esa reflexión me está llevando a encontrar caminos y enfoques diferentes en la medicina. Estoy tan ocupado que no tengo tiempo para deprimirme.