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'Los muchachos pierden el habla en la escuela'

Juan Antonio Medina Durón, bisnieto de Rómulo E. Durón, se resistió a ser cura porque el Señor le tenía otros designios.

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22.02.2014

Como era muy bueno con el catecismo, como acólito o asistente de la misa, Héctor Enrique Santos, padre director del Instituto San Miguel lo quería en el sacerdocio.

Pero Juan Antonio Medina Durón - bisnieto de Rómulo E. Durón- se resistió a ser cura porque el Señor le tenía otros designios.

Intentó ser abogado y periodista pero su vocación estaba en la enseñanza. El primero de julio de 1974 ingresó como docente en la antigua Escuela Superior del Profesorado.

Hoy, 40 años después, a sus 70 años, forma parte de los inventarios físicos de esa institución ahora conocida como Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM).

En una conversación amena, Medina Durón hace una reseña de su vida.

¿Usted iba a ser sacerdote?

Yo estaba en la primaria en el Instituto San Miguel y era bueno en catecismo, como acólito, como asistente de la misa, sin embargo, el padre director en aquella época, Héctor Enrique Santos, que después fue arzobispo de Tegucigalpa, me sugirió que fuera a un seminario, pero yo fui sincero y le dije: ‘no yo no tengo madera para eso, pero le prometo que si uno de mis hijos o hijas quiere ser cura o monja no lo voy a impedir’. Yo tenía otros designios.

¿Y cuáles eran esos designios?

En primer lugar, yo quería continuar la carrera de la familia que por definición es la abogacía. Vengo de una larga línea de abogados, soy bisnieto de don Rómulo E. Durón, el famoso historiador que fue rector de la universidad en dos ocasiones; soy sobrino de Jorge Fidel Durón, de Jacinto Octavio, de Francisco José Durón, todos ellos abogados. Mi abuelo Guillermo E. Durón fue el único que no abrazó la abogacía si no que se hizo farmacéutico, pero tenía una gran vocación de docente. Él insistía en que me metiera a estudiar docencia, pero lo que yo menos quería era dar clases y me metí a estudiar derecho y al tercer año me di cuenta que no era lo mío; intenté estudiar periodismo, pero la escuela se cerró porque solo habíamos dos candidatos; después me dediqué a trabajar hasta que un día un amigo me invitó a sustituirle en unas clases porque se iba a casar. Impartí las clases y ahí me di cuenta que había nacido para docente.

¿Entonces estudió español?

Me metí a estudiar ciencias sociales en la Escuela Superior. No quería estudiar español porque lo que yo había recibido no era español, que es lo que le ocurre a muchos niños, alumnos y jóvenes en este país, donde lo que les dan es gramática, y ese es un contrasentido porque el niño no aprende nada en la clase de español, sale totalmente confuso porque cree que el español es gramática por la gramática, no entiende que es comunicación fundamental.

¿Cómo llegó a estudiar español?

Por un examen de admisión me hicieron estudiar español. Me di cuenta que esa era mi vocación, las letras, el lenguaje, la literatura. Me gradué en la Escuela Superior del Profesorado, luego comencé a trabajar, de forma posterior me gané una beca para ir a estudiar lengua y literatura hispanoamericana en Estados Unidos; regresé y trabajé mucho tiempo con la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). En la Escuela Superior del Profesorado comencé a laborar el primero de julio de 1974. El próximo primero de julio de este año voy a cumplir 40 años de docencia. Es una carrera que no cambiaría por ninguna otra.

¿O sea que usted es parte del inventario de esta institución?

Yo soy parte del inventario físico de esta universidad. Ya estoy en proceso de jubilarme porque los horarios ya no me encajan, voy a seguir vinculado con la universidad siempre, pero ya no en la forma que lo estoy haciendo ahora donde asisto al rector en asuntos culturales y doy clases siempre en una forma ad honórem.

Como educador, ¿cuál es su percepción sobre la educación actual?


Yo me preocupo por la educación nacional en función del aula, porque creo que la escuela nuestra no existe, lo veo con los estudiantes que me llegan al aula que son gente enmudecida por el sistema, que no es un sistema, sino un conjunto, porque cuando hablamos de un sistema educativo se supone que es una red de relaciones solidarias que no se puede alterar una porque se desmoronan las demás. Pero aquí no ocurre así. El niño va al aula esperando aprender, pero no aprende nada porque es víctima de unos programas obsoletos hechos a la carrera, realizados por gente que no sabe del asunto, de manera que el niño se confunde todito.

¿Se afecta entonces a los niños en su primer período de aprendizaje?


Llega el niño a la escuela con unas ganas de hablar, quiere saberlo todo, lo pregunta todo, pero el profesor, de forma particular el de español, le dice que ahí no llegó a hablar sino a aprender a leer y a escribir, y el niño, que no es tonto, simplemente se calla, enmudece, no habla y la persona que no habla no puede escribir y la persona que no puede escribir no puede leer y el que no puede leer no puede hablar, o sea un círculo vicioso, en vez de ser un círculo virtuoso.

Los muchachos pierden el habla en la escuela, donde les hacen pensar que deben hablar como Miguel de Cervantes, eso es una sandez.

¿A largo plazo cuáles son los efectos de esa enseñanza?

Cuando estos niños, a los años, vienen como estudiantes universitarios no preguntan ni la hora. Yo digo ‘Señor, qué hemos hecho, por favor Dios, hacelos hablar, devolveles el habla’, pero ellos tienen miedo porque lo han acumulado desde la primaria.

¿Por qué no hay cambios?

Insisto, hemos creído que el español es una lengua pura, un purismo a ultranza, donde usted está preocupado por si lo que va a decir es correcto o es incorrecto. Como no sabe si es correcto o incorrecto no lo dice. Ejemplo, como no saben si la pronunciación es diabetes o diábetes, entonces dice que tienen azúcar en la sangre, lo cual es una burrada. Evadimos llamar a la realidad por su nombre porque nos parece que vamos a cometer un error.

Yo detesto decir que soy profesor de español porque cuando digo que soy profesor de español en una reunión social todo mundo me huye como que yo fuera leproso, porque piensan que les voy a corregir los errores.

¿Cómo debe ser la clase de español?

Basada en la práctica del habla. Explicarle al estudiante que lo importante no es la lengua, sino la comunicación. A mí me buscan para que despotrique contra los mensajitos de los celulares y siempre les he dicho no estoy en desacuerdo con eso porque los muchachos no están escribiendo nada, están hablando. Ellos escriben con ese lenguaje entrecortado para ganar tiempo y saldo. A pesar de que escriben, no escriben, hablan y eso es un milagro para el sistema nuestro. Por primera vez los jóvenes están hablando.

Yo soy profesor de español desde hace 40 años, soy académico, muy cuidadoso de mi lengua, pero si paso entre dos individuos no les digo ‘con el amable permiso de vuestras mercedes’, yo les digo ‘comper’ y se acabó, y ellos me entienden y me dicen propio. De lo que se trata es de comunicar, porque la comunicación es la que me permite sobrevivir.

¿El español es una lengua muy importante en el mundo?


El español se ha vuelto una lengua muy importante; para darle un ejemplo, es la segunda lengua más hablada en el mundo, después del mandarín; somos la tercera lengua en Internet, después del mandarín y el inglés; somos la segunda lengua política más importante en Europa después del inglés, tenemos 70 millones de usuarios en Facebook, 40 millones en Twitter, es una lengua extremadamente maleable, funcional y sobre todo aglutinante. Actualmente, México tiene el mayor numero de hispanohablantes en el mundo, en el 2050 será Estados Unidos. En la medida que lo contamine va a terminar con el inglés.

¿Las lenguas se nutren de otras?


Cuántas palabras árabes no andamos cargando nosotros en nuestro vocabulario, almohada, almacén, alcalde, azúcar, incluso la expresión ojalá proviene del árabe inshallah, que Alá lo quiera así. En el tiempo del descubrimiento y la conquista sobresalían unas 300 lenguas nativas, sobresalía el maya, el náhualt, el quechua. Yo no sabía porque a las niñeras les decíamos chinas, pensaba, seguramente las primeras niñeras eran orientales, pero no, viene el quechua, en el lenguaje de los incas, china era eso, niñera.

El otro día alguien me corrigió porque dije ‘allá viene fulano de tal con sus guaruras’, y me dijo ‘¡hay profesor no hable así, eso es un vulgarismo!’; pero guarura en el mundo azteca significaba guardaespaldas.

¿Si nuestra educación es tan deficiente por qué hemos tenido hombres de la talla de Valle, Herrera, Morazán?

Recuerde que ellos estudiaron en Guatemala.

¿Entonces por qué Guatemala no ha tenido hombres tan ilustres como Valle y Herrera, por ejemplo?

Es que eran gente brillante, inteligentísima. Mire... el hondureño con una mediana educación brilla en el extranjero. Nosotros hemos tenido personajes de primera línea que ningún país centroamericano los ha tenido. (José Cecilio del) Valle, (Dionisio de) Herrera, (Francisco) Morazán, (José Trinidad Cabañas), el padre Francisco Antonio Márquez, Juan Lindo, pero pregúntele a un muchacho de la universidad ¿dónde está enterrado Dionisio de Herrera? El pueblo que no sabe de dónde viene, no sabe para dónde va.

Hábleme de ese padre Márquez


Es un hombre que nadie conoce, se graduó con mejores calificaciones que Valle. Márquez era cura, nació en Tegucigalpa, brilló en la asamblea legislativa en tiempos del gobierno morazánico. Está enterrado en Güinope, adónde fue exiliado por la Iglesia Católica. Juan lindo, es otro gran personaje, fue presidente de El Salvador, les creó la Universidad de El Salvador, luego se vino acá donde fue Presidente, y le dio la luz verde al padre (José Trinidad) Reyes para crear la Universidad de Honduras. Un personaje de película, está enterrado en Gracias pero nació en Tegucigalpa. Cabañas, la fama que hoy tiene es que era tonto porque fue honrado, ¡va, qué bonito! Si yo le pregunto a un mexicano qué es México, ellos dicen México es Hidalgo y Costilla, es Pancho Villa, México es Zapata; pero si yo le pregunto a un hondureño me contesta: ‘no hay otro pueblo más macho que el pueblo catracho del cual vengo yo’.

¿A Valle se le conoce como un hombre muy inteligente?

En México le dicen el maestro Valle, pero aquí nadie lo conoce, nadie sabe que fue canciller de Iturbide en México y que su retrato está en Tlatelolco. A nosotros no nos importa, lo vemos en ese parquecito mal oliente, que es un estercolero, abandonado totalmente.

Es increíble, hablamos mucho de la identidad nacional y la única identidad que tenemos es la cédula, pero no pasamos de ahí. Eso no se enseña en casa, se enseña en la escuela, ahí donde el niño le pregunta al maestro ¿quién era fulano de tal? y la respuesta que obtiene es, ¡ahh! ese era un bandido, un forajido, por eso yo crecí creyendo que a Morazán le falta una oreja porque le habían pegado un tiro por andar en leperadas, que había falsificado escrituras públicas, que se había lucrado con el Estado, cuando no fue así.


¿Por qué en estos tiempos no tenemos hombres de la talla de Morazán o Valle?

Los tiempos han cambiado, la modernidad ha trastocado los valores de la persona. Hoy la persona brilla por lo que tiene, no por lo que sabe. La idea de un sabio como Valle cayó en desuso, ahora lo que importa es tener una tres tarjetas de crédito aunque no tenga nada en la cabeza. La cultura no se compra. Se puede tener mucha plata pero no se pasa de ser un burro con pisto.

¿Cree que algún día podamos tener un gobernante tan honrado como Cabañas?

No lo creo. Es muy difícil hacer retroceder la historia, máximo cuando no se enseña. En este país la gente no conoce su historia. Será muy difícil que pueda aparecer un gobernante como Cabañas, un hombre honrado a carta cabal. No es que no los haya pero ya no es la línea de conducta. A esa gente la formaban hasta cierto punto como nos formaron a nosotros en la escuela. Yo no soy un asesino porque en la escuela me pusieron orden. Yo cometía una falta en la escuela y el maestro me decía bájese los pantalones mijo y ¡paaa!... el reglazo, incluso uno no podía ni apuntar a alguien porque mamá nos decía: ‘no apunte que es mala educación’. En ese tiempo el maestro estudiaba, podía ser muy pobre pero estudiaba, tenían vocación. Hoy son maestros por la estabilidad laboral no porque tengan vocación.

¿Ustedes han vivido esta experiencia en la universidad?

En la universidad el profesor lo ve a uno como perro, si aprende bueno o le pide un libro que solo él tiene y los estudiantes andan como locos buscando el texto que no van a encontrar porque solo él lo tiene.

¿O él lo ha escrito?

O él lo ha escrito y lo quiere imponer. Mercado cautivo. Ahorita en la universidad le ponen mucha atención a Julieta (Castellanos) porque ha puesto orden, la cuña para que apriete tiene que ser del mismo palo.

¿Sobre su vida personal qué nos puede contar?

Yo soy casado dos veces, soy soltero por divorcio, tengo ocho hijos. He procurado ser un buen padre como he procurado ser un buen maestro. He procurado ser el profesor que nunca tuve. Mantengo una magnífica relación no solo con mis hijos, sino que también con mis exesposas, parece que uno se lleva mejor cuando está separado que cuando se está unido.

¿Es su tiempo como asistente de asuntos culturales, la Pedagógica ha traído a grandes escritores?

Pero aquí no se queda bien con nadie. Cuando esta universidad trajo a Ernesto Cardenal nos dijeron ñángaras, comanches, ya van a ver lo que les va a pasar, bueno... entonces trajimos a don Víctor García de la Concha, director de la Real Academia de la Lengua Española, entonces nos señalaron de conservadores, reaccionarios. Uno no queda bien con nadie, pero sí van a las presentaciones a que les firmen un libro. También trajimos a Eduardo Galeano, Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez y eso para mí ha sido un honor.

¿Cuándo se jubila?

La necesidad no me dejaba jubilarme y cuando decido hacerlo resulta que estoy haciendo cola, tengo que esperar para junio o julio.

¿A sus setenta años cuál es su sueño?

Sueño gozar de una jubilación tranquila, ver crecer a mis nietos, así como escribir y publicar mi primer y última novela, aunque me la pirateen.

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