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La luz de un médico hondureño brilla en la ONU

César Antonio Núñez Zúniga es el director regional de Onusida para América Latina.

22.06.2013

La lucha que inició 22 años atrás a favor de las personas que viven con VIH-sida lo condujo a ser un hondureño exitoso en la Organización de Naciones Unidas.

Hoy en día el doctor César Antonio Núñez Zúniga, de 50 años, es el director regional de ONUSIDA para América Latina, con residencia en la ciudad de Panamá.

Aunque desde hace 13 años abandonó el país, Núñez aseguró que su corazón siempre estará en su tierra natal Honduras, a la que volverá algún día.

Su historia, sus logros y sus planes a futuro fueron plasmados en esta entrevista que brindó a EL HERALDO.

Doctor César Núñez, hablemos de su infancia, ¿quiénes eran sus papás?, ¿dónde creció?

Mi infancia la pase en la ciudad de Tegucigalpa, mis padres, Marco Núñez y Fidelina Núñez. Ellos desde temprana edad me inculcaron la honradez. Pasé los grados de la escuela y kínder en el jardín de niños Federico Froebel, y mi secundaria en el instituto salesiano San Miguel.

¿Cómo recuerda a esa Tegucigalpa?

Recuerdo a Tegucigalpa con un ambiente más tranquilo en todo sentido, menos vehículos, más fresco y de pronto ausencia de agua y electricidad. Era una Tegucigalpa que muchos añoramos, pero también vemos hoy en día la importancia del desarrollo como una ciudad donde uno nace, crece y se desarrolla.

¿Cuántos hermanos tiene?

Soy el mayor de cuatro hermanos, tengo dos hermanos varones y una hermana mujer. Uno de ellos es agrónomo; ella, abogada; y el menor, ingeniero industrial.

¿Todos crecieron juntos?

Crecimos junto a mis padres en Tegucigalpa. Todos fuimos a la escuela y ya en la secundaria los varones fuimos al San Miguel y mi hermana al María Auxiliadora.

¿Cómo recuerda a su padre? ¿Era estricto?

Bueno sí, la verdad que sí, un hombre de principios, cumplidor en el área laboral, siempre nos inculcó los valores y nos reiteró en más de una ocasión que su herencia iba a ser la educación, que me permitió a mí alcanzar las oportunidades. La educación es tan importante para todos, y ahora en mi trabajo en las Naciones Unidas me enfatizo en asegurar esa educación para todos.

¿Su padre a qué se dedicaba?

Fue perito mercantil y contador público, trabajó en lo que se llamaba el Impuesto sobre la Renta, hoy en día la DEI (Dirección Ejecutiva de Ingresos), en todos esos temas de auditorías y después de cumplir más de 30 años de labor se jubiló. En su retiro se dedicó a su esposa y a los nietos que venían poco a poco.

¿Su padre murió?

Bueno, los procesos de hoy en día en las personas de la tercera edad en Honduras se dan las enfermedades neoclásicas, los cánceres... fue una enfermedad lenta, pero infelizmente hace tres años se fue al encuentro con el Creador.

¿Su madre cómo es?

Mi madre es una mujer como tantas de la época que se dedicó a sus hijos, a atenderlos, a ayudarlos en ese proceso de aprendizaje de la escuela y enseñanza amorosa... Todavía el día de hoy, llegó de un viaje y yo sé que tendré mi desayuno esperándome o va a estar pendiente de a qué horas retorno en la noche.

¿Se comunica con ella de forma constante?

Nos comunicamos por Skype, ella ha aprendido a manejar el Skype. De pronto estoy en mi oficina a las nueve de la mañana, ella me mira que estoy conectado y me llama, me dice: ¿Qué tal? ¿Cómo estas?

Qué bueno que hasta el día de hoy en Honduras nos podemos comunicar con nuestros familiares y más aun con las personas de la tercera edad.

¿Salir del país era lo que soñaba?

Creo que a veces hay una idea casi mágica de que el hondureño que sale del país a trabajar a una organización internacional se la pasa viajando, conoce lugares lindos, que tiene prebendas y debería ser la compensación de estar fuera.

Pero nos perdemos los bautizos de nuestros sobrinos, los cumpleaños de nuestros padres; esas fiestas familiares en las que todos hablan de qué buena está la sopa, qué buenos están los nacatamales, qué buena estuvo la música y ese sabor familiar que apenas sentimos cuando regresamos a las fiestas de Navidad, que eso sí lo hemos tenido desde que dejé el país en 1998.

¿Cómo fue su etapa de adolescente? ¿Tuvo muchas novias?

En esa época tal vez fui un poco más tímido, tal vez fui un poco más dedicado a los estudios, estar más pendiente del grupo de amigos cercanos.

Realmente no recuerdo en mi adolescencia... tal vez alguna que otra amiga. Creo que en ese sentido tenía algún un propósito en mi vida de llegar al matrimonio, tener una familia, y lo hice hasta después de haberme graduado de médico.

¿Está casado?

Tuve mi carrera de médico y casado a los 29 años y tengo ahora mismo 21 años de casado. Tengo dos hijos, una en la universidad y el segundo aún no termina la secundaria.

¿Cómo describe a su esposa?

Es una mujer ordenada, dedicada a su hijos, es una profesional de la odontología y con un compromiso hacia el hogar, hacia la pareja, que ha sido demostrado al haber tomado la decisión de acompañarme en mi trabajo, pues hemos vivido en por lo menos tres o cuatro países en donde ella no puede ejercer su profesión.

¿Qué son sus hijos para usted?

Son las transmisión, es nuestra herencia en el mundo, es como dejar un poco de la pareja, en este caso en dos personas que ya interaccionan con el mundo, y he tenido el privilegio de poder interactuar con mis hijos desde el momento que nacieron, los he visto llegar al mundo, les he escuchado su primero llanto, y escuchar su primer aliento, y he visto como poco a poco han ido creciendo; me ha costado un poquito el estar más cerca de ellos, pero muy contento de cómo ellos han crecido, de la manera que son criados por mi esposa.

¿Cómo decide usted estudiar medicina?

Yo desde que recuerdo en los primeros años de secundaria, en el colegio, tenía la firme convicción de que iba a ser médico.

¿Sacó especialidades después?

Yo tuve una especialización que se llama salud pública internacional, que fue a través de una beca del programa Poverty y que la cursé en la ciudad de Seattle, en la universidad de Washington, Estado Unidos.

¿Cuál fue su primer trabajo como médico?

Recuerdo que había la necesidad de un sustituto para el médico de la emergencia para el hospital Mario Mendoza, el hospital psiquiátrico. Como yo había hecho mi tesis sobre un tema neurológico, el director general de aquella época, a quien mi padre acudió para buscar oportunidades, me dijo: “Mira, está este puesto temporal de médico en la emergencia del Mario Mendoza”.

¿Y después qué hizo?

Mire, lo que son las coincidencias o la línea que va marcando la vida, allí el director de servicio del hospital, el jefe de turno, era uno de los asesores del Programa Nacional de Sida, y al ver mi desempeño, me invitó a trabajar en el programa otra vez por contrato, y efectivamente a partir de 1991 ingresé yo al Programa Nacional de Sida a hacer el trabajo de vigilancia epidemiológica.

¿Cómo llega a ONUSIDA?

Pues yo estuve con el Ministerio de Salud Pública y desde que entré en el puesto inicial de vigilancia epidemiológica fui asumiendo varias funciones. También hice mi maestría y en el año 96, inclusive el director de la época me nombró director del programa. O sea que yo fui jefe del programa de sida durante ese año, en el año 95 y 96, y a finales de ese año me hicieron la oferta para salir en mi primer trabajo internacional que fue con un proyecto de la USAID, un proyecto financiado por los Estado Unidos en la ciudad de Guatemala.

Se había iniciado un programa regional con responsabilidad desde Guatemala hasta Panamá, incluyendo Belice, siete países. Me invitaron a ser el subdirector, inmediatamente entro a un puesto de gestión senior para la región centroamericana y nos fuimos con mi esposa, ya estábamos con mis hijos, tenía año y medio uno y tres años la otra, y nos fuimos para Guatemala. Permanecimos en Guatemala prácticamente ocho años y medio, eventualmente se dio la oportunidad de que ONUSIDA estaba abriendo la posición de director regional para América Latina, después de muchas conversaciones con mi esposa, aspiré, apliqué a la posición con la fortuna de ser seleccionado en el mes de agosto de 2006, mi primer día de trabajo fue el 7 de enero de 2007 en Panamá, donde hemos permanecido desde hace seis años.

¿Ha estado en tres países, cuál de ellos es el verdadero hogar?

Nosotros con mi esposa pues ya pensamos en qué vamos a hacer cuando llegue el momento de retirarnos y todo nuestro pensamiento es regresar a Honduras, la nostalgia de Honduras, somos unos consumidores de productos nostálgicos. Yo ahora que me regreso a Panamá llevo quesillo, llevo queso ahumado, queso con chile, porque es un producto que no logramos encontrar con facilidad allá, claro que hay quesos, claro que hay todo eso, pero siempre el de acá sabe mejor.

¿Se siente realizado?

Creo que he tenido la fortuna de poder realizar a lo largo de mi vida aquellos planes que me propuse desde muy temprano, ser médico fue una meta que cumplí, completar estudios de posgrado fue una meta que cumplí, y usted mira como se va encontrando con personas que le van facilitando ese camino. Cuando yo le dije a mi padre “quiero estudiar inglés”, me dijo: “No hay problema, hijo. Matricúlese y yo veo para que usted tenga su educación”. El haber aprendido inglés a mí me abrió una cantidad increíble de puertas, creo que sí me siento realizado, he sido bendecido con una familia, con un trabajo que me permite contribuir.