Crímenes

Selección de Grandes Crímenes: Por el camino de la muerte

Cada día le ganamos batallas a la inseguridad, para que el pueblo no viva con miedo
11.02.2024

Parte 2/2

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- RESUMEN. En Honduras, la muerte violenta de mujeres se ha convertido en un fenómeno social de gran impacto, partiendo del hecho que la mujer es “aparentemente, y desde las viejas tradiciones, débil, y, por tanto, debe ser protegida, valorada, defendidos sus derechos y protegida, moral y jurídicamente, su integridad física y su vida. Así ha sido definido desde tiempos antiguos, tanto, que el Talmud dice claramente que “Dios cuenta cada lágrima de una mujer, y ¡ay! De aquel que la haga llorar”. Y el Corán, dice: “La mujer es delicada y se asemeja a una flor”.

Desde aquí, se debe salvaguardar la vida de la mujer; sin embargo, son cada vez más mujeres las que riegan con su sangre la tierra hondureña; y son cada vez más los gritos de quienes las protegen y las defienden, exigiendo justicia para las que han caído víctimas de la violencia.

Primera parte: Selección de Grandes Crímenes: Por el camino de la muerte 1/2

“Carmilla, estamos trabajando sin descanso para detener a los criminales que, sin piedad, les han quitado la vida a tantas mujeres -dice el ministro de Seguridad-; la vida de cada mujer es valiosa para nosotros, y los asesinos tienen que pagar con cárcel el daño que han hecho. Y ya hemos llevado a muchos de estos criminales ante los tribunales. Pero, para que el trabajo de la Policía en este tema sea más exitoso, necesitamos del apoyo de la población. Y esto, porque los asesinos, los violentos, son parte de las comunidades, viven allí, en los barrios, en las colonias, en los pueblos, en las aldeas, y hay quienes los conocen bien, y bien pueden ayudarnos para identificarlos. Así, más criminales serán castigados, y no sólo les haremos justicia a las mujeres asesinadas, sino que les enviaremos un mensaje contundente a los que se creen con el derecho de martirizar y de quitarles la vida a las mujeres; y el mensaje es que los vamos a buscar y los vamos a capturar, estén donde estén, se escondan donde se escondan, y van a terminar en la cárcel”.

FISCAL UNO. “Siempre se ha dicho, Carmilla, que la seguridad siempre da lo mejor que puede a la sociedad. Ese es el trabajo de la Policía, del Ministerio Público, del Poder Judicial. El problema es que, por desgracia, la pobreza que venimos arrastrando desde hace décadas, lleva a más y más personas, de todas las edades, a participar en actividades fuera de la Ley. El dinero fácil es una tentación que muy pocos pueden evitar, y en los últimos tiempos, en el Ministerio Público, hemos visto que un gran número de mujeres se involucran en delitos verdaderamente graves, y en organizaciones criminales de las que no se puede salir impunemente. Esto hace más difícil que el Estado les dé respuestas a los grupos de feministas que exigen que se detenga ya la muerte de mujeres, sencillamente, porque el Estado, las instituciones encargadas de luchas contra la criminalidad, y las instituciones encargadas de hacer justicia, no pueden evitar que cada quien piense de acuerdo a sus propios intereses; que cada quien actúe de acuerdo a lo que desea y quiere. Y es aquí, cuando un buen número de mujeres, niñas de hasta doce años incluidas, se involucran en actividades ilícitas que las ponen en riesgo constante”.

FISCAL DOS: “Mire, Carmilla -dijo, mostrándome la primera página de un expediente-, aquí, esta muchacha sólo tiene diecinueve años. Dejó el colegio, se enamoró de un hombre mayor, que se dedicaba a la extorsión, y, cuando lo mataron, ella vino a nosotros para pedir ayuda, para que la protegiéramos porque sus antiguos compañeros querían matarla. Y ¿por qué? Pues, porque ella se encargaba de cobrar “la renta” a unos cien comercios, lo que era un trabajo de tiempo completo, y que les generaba grandes ganancias; y el esposo era responsable de reportarle estas ganancias a su banda. Pero, un día, sin informarles a los jefes, decidieron darse unas vacaciones, creyendo que podían recuperar fácilmente el dinero que gastaron. Pero, la Dipampco, que los vigilaba y los perseguía, les allanó la casa, una mañana, y les decomisaron una gran cantidad de dinero en efectivo, que tenían guardado en cajas de zapatos. Una gran cantidad, Carmilla. Ella no estaba en la casa esa mañana. Había viajado a Cedros, un día antes, y el esposo se saltó el muro, cuando los policías rompían el portón, y se perdió entre las calles de tierra del barrio. Dos días después apareció muerto, amarrado de pies y manos. Lo habían torturado, le cortaron los dedos de las manos, le quebraron casi todos los huesos, y después lo degollaron. Y le dejaron un papel clavado en el pecho, que decía: “El pisto de la banda no se toca”. Y la mujer dice que empezaron a buscarla a ella. Por eso, se puso bajo la protección del Ministerio Público, como testigo protegido, y para que le ayudáramos a conseguir asilo en otro país. Yo la entrevisté. Dijo que se había metido a eso por tonta, por enamorada, y por necesidad, porque su mamá y su abuela viven en una aldea de Cedros, y ella quería ayudarles. Pero, que ahora se arrepentía, y vivía con miedo porque sabía que la banda no perdona, y que la buscaban hasta por debajo de las piedras. Por eso quería ayuda, se ofrecía como testigo protegido, nos dio algunos nombres, ya conocidos por la Policía, y pidió que le ayudáramos a conseguir asilo en España... Pero nada de esto se pudo lograr”.

+ Selección de Grandes Crímenes: Una dolorosa despedida

CARMILLA: “¿Por qué?”

AGENTE UNO: “Se escapó de la Casa de Seguridad donde la teníamos. Nadie supo cómo lo hizo. En la mañana, a la hora de desayunar, ya no estaba. Pero, una tarde, dos o tres días después, llamó a la fiscal”.

FISCAL DOS: “Recibí un mensaje. Me decía que perdonara, y que me iba a llamar. Dos horas después, me llamó. Me dijo que se había escapado porque tenía miedo de que los jefes de la banda le mataran a su mamá y a su abuela, y a toda su familia, porque ellos sabían bien donde vivía. Y que iba a hablar con ellos. Yo le dije que si se acercaba a esa gente, la iban a matar. Ella me dijo que era lo más seguro, pero que ella se había metido a ese mundo de la extorsión, y le había robado dinero a la banda, y sabía lo que le esperaba. ‘Creí que el billete fácil me iba a resolver todos los problemas -me dijo-, y me equivoqué. Y hay otras chavas en lo mismo, creyendo que el pisto que le pagan por cobrar la extorsión es un pisto bendito, y están peor que yo. Ahora, me toca pagar con mi vida, para que no maten a mi familia... Gracias porque sólo usted y los policías me quisieron ayudar de verdad... Perdone las molestias’”.

La fiscal hizo una pausa. Se ha dicho que los fiscales son de corazón duro, y que, porque representan al Estado en la lucha contra el Crimen, así en mayúscula, no tienen sentimientos. Pero, la verdad es que a esta mujer se le rodaron las lágrimas, y no pudo seguir hablando. Al final de unos segundos, dijo, con voz entrecortada a causa de la tristeza:

“Yo le dije que la íbamos a proteger; que le íbamos a proteger a su familia; y que íbamos a capturar a todos los miembros de la banda... Es más, hasta le dije que el fiscal Johel Zelaya estaba preocupado por ella, y que nos autorizó para que le diéramos toda la protección que necesitara; y que el ministro de Seguridad nos ofreció personal para cuidar a su familia... Pero ella me respondió, llorando, que ‘esa gente no perdona, abogada. Libres o en la cárcel, van a seguirme, y me van a encontrar. Lo mejor es que termine con esto de una buena vez... Lo siento mucho por las chavalas que siguen cobrando extorsión, vendiendo droga en las esquinas, llevando drogas a los presidios, y transportando armas para los gatilleros de la banda... Son bastantes mujeres las que estos menes usan para seguir en este trabajo, abogada, y me da pesar porque cuando no las necesiten más, les van a dar pa’bajo... Las van a matar... Pero, es que nosotras mismas nos la buscamos’”.

Calló de nuevo la fiscal, y se limpió una lágrima.

FISCAL UNO: “Las lágrimas también son parte de este trabajo, Carmilla -me dijo su compañera-; nos toca ver cosas horribles, de las que vamos a hablar más adelante... Pero, una verdad que no se puede negar es que, por desgracia, la mayoría de las mujeres que son asesinadas, es porque están metidas en el Crimen Organizado. Aquí están las pruebas. La Policía investiga la vida de las víctimas, y nos encontramos con que estaban metidas en organizaciones criminales... Y que fueron ajusticiadas... Más adelante va a comprobar esto que le decimos”.

AGENTE UNO: “Nosotros tenemos órdenes expresas del ministro de resolver estos casos y capturar a los criminales. Y vamos avanzando, ganando batallas cada día, como él mismo dice. Yo quisiera que haya una campaña que le demuestre a las mujeres que meterse a delinquir, que hacerse delincuentes lo que les va a dejar es la cárcel o la muerte... Y creo que desde la Secretaría de Seguridad se va a hacer esta campaña. En el nombre de Dios”.

+ Selección de Grandes Crímenes: Una dolorosa despedida (parte II)