Autobuses desvencijados traquetean y lanzan hollín de sus escapes mientras se desplazan por las vías y arterias polvorientas de Lima. Los pasajeros se agarran de donde pueden, los conductores hacen todo tipo de muecas. Los peatones se las tienen que ingeniar para no terminar aplastados.
A menudo, tres o cuatro autobuses se disputan al mismo tiempo el pasaje en rutas sobrecargadas donde prevalece el desorden. Los choferes siempre andan de prisa y no reciben su paga si no satisfacen la cuota de dinero que les fija el patrón. Además se ven obligados a trabajar 16 horas diarias siete días a la semana en un oficio que crispa los nervios a cualquiera. La capital de Perú padece de un sistema de tránsito anárquico y corrupto que la nueva alcaldesa Susana Villarán ha descrito como una amenaza que avergüenza. La funcionaria se ha comprometido, contra todas las probabilidades, a corregir el sistema de tránsito y el caos vial que bien podría ser líder en América Latina en cuanto a la hostilidad de los conductores hacia los transeúntes, ciclistas y la salud pulmonar de las personas.
'La ciudad se encuentra yo diría (que) seriamente colapsada, por la cantidad de vehículos, la vejez de estos vehículos y la ausencia notoria de reglas de operación', dijo regidor Rafael García, defensor de un cambio en el sector.
Males crónicos.
Lima no es la única ciudad en América Latina que tiene congestiones de tránsito exasperantes, que casi paralizan la circulación en las principales vías.
Sin embargo, a diferencia de Bogotá, Sao Paulo e incluso la Ciudad de México, no es el incremento de los vehículos privados lo que en Lima causa las pesadillas de tránsito. La capital peruana registra una baja tasa de personas que poseen automóvil y cuatro de cinco utilizan el transporte público. El problema es la mala administración y la corrupción crónicas que datan de hace dos décadas. Los responsables no son solo los autobuses ruidosos, sino también el cuarto de millón de taxis, la mitad de ellos carentes de registro y todos ajenos a cualquier tipo de control.
Hay un taxi por cada 18 habitantes en Lima. La alcaldesa los responsabiliza de más del 70% de los embotellamientos que ocurren en la capital.
Los taxistas, al igual que los conductores de autobuses, paran en cualquier parte, no utilizan los taxímetros y cobran la tarifa que hayan negociado con el usuario.
Sin embargo, el sector más perjudicial es la flota de autobuses que se encuentra en estado lamentable y que es la principal responsable de la contaminación atmosférica en Lima, la cual excede en nueve veces el límite de la Organización Mundial de la Salud. La flota de autobuses viejos coexiste y compite con un sistema de autobuses nuevo y más rápido que utiliza carriles exclusivos y gas natural, que es menos contaminante.
Similar al sistema de transporte Transmilenio de Bogotá, el Metropolitano de Lima fue inaugurado en 2010 y hay planes para ampliarlo, aun cuando a la fecha solo transporta a entre 3 y 4% de los usuarios en la capital.
La edad promedio de los autobuses de Lima excede los 20 años, según el grupo ciudadano Lima Como Vamos.
Miles de unidades tienen problemas mecánicos y representan una amenaza para la vida y la integridad física de los usuarios. En contraste, la edad promedio de un autobús en Sao Paulo es de 4.2 años, dijo el grupo.
Villarán tiene el desafío de componer una situación que surgió a principios de la década de 1990, después de que el entonces presidente Alberto Fujimori emitiera decretos tendientes a amortiguar el impacto de los despidos que resultaron de las privatizaciones.
Cualquiera podía convertirse con un cacharro en empresario del sistema de transporte público. Encima, se levantaron todas las restricciones a la importación de vehículos usados.
Las peores calles de la región.
Las calles pasaron a ser botín debido a que más de tres cuartos de millón de vehículos usados inundaron Perú, dijo Edwin Derteano, presidente de la Asociación Automotriz del Perú. Los accidentes aumentaron 30% y la red de transporte público con autobuses devino en la anarquía.
De la noche a la mañana se hizo posible la 'asignación' de una ruta de transporte renovable cada seis meses aun cuando el interesado no poseyera una solo autobús ni empleara un sólo conductor.
'Todos los incentivos del sistema están hechos para que esto sea una máquina del asesinato, pero todo el sistema', dijo Gustavo Guerra, ex vice ministro de transporte y asesor de Villarán.
'Igual que en Honduras, en Tegucigalpa, en San Pedro Sula: las peores ciudades latinoamericanas', afirmó Guerra. Dijo que estas son las únicas ciudades grandes en la región que están peor que Lima en este terreno. Ivo Dutra tiene una razón desgarradora para que se ponga fin a lo que llama la 'batalla permanente' en las calles de Lima, en una de las cuales murió su único hijo.
La muerte ocurrida en agosto de un fotógrafo de 25 años, también llamado Ivo, movilizó la ira de la ciudadanía hacia los autobuses, a los que las autoridades responsabilizan de más de las casi 400 muertes anuales de transeúntes en accidentes viales en Lima.
'Mi hijo fue arrollado y despedido entre 12 y 15 metros', dijo Dutra en referencia a un autobús cuyo conductor, dice Dutra, se pasó una luz roja mientras hacía una carrera a gran velocidad con otra unidad similar.
El conductor es enjuiciado por homicidio culposo, en el primer caso de su tipo en Perú, según el abogado Gustavo Ore, quien asiste a la familia Dutra. Antes, en los casos de muertes de personas arrolladas, los conductores afrontaban la acusación de homicidio imprudencial. El conductor podría ser ahora sentenciado a 20 años de prisión. Dutra también le considera víctima.
'Estos choferes salen con una pistola en la cabeza cada día a tratar en primer lugar de conseguir la cuota que debe de pagar cada noche a los empresarios', agregó.
Hasta la fecha han fracasado todos los intentos para retirar de la circulación a los autobuses viejos, aunque por ley todas las unidades y taxis mayores de 15 años debían haber desaparecido de las calles el 1 de julio de 2009, dijo Luis Quispe, director del grupo ciudadano Luz Ambar.
En busca de una solución.
El villano es un sistema carente de rendición de cuentas: los conductores y dueños de autobuses son trabajadores independientes contratados por concesionarios, quienes consiguieron rutas de la oficina de tránsito de la ciudad mediante procesos opacos en los que los sobornos, no las licitaciones, determinaron a los ganadores.
'¿Qué hace? Congestionar, contaminar, generar accidentes', dijo en entrevista la alcalde Villarán, quien asumió el cargo el 1 de enero. 'Monstruosa'.
Villarán ha convocado a las partes interesadas a que participan en conversaciones que se efectúan con regularidad para lograr lo que ninguno de sus antecesores había intentado: poner orden y transparencia.
Los concesionarios declinaron responder a la petición de que revelaran sus ingresos.
'Este es un lucro de los mil demonios', dijo el conductor de autobús Javier Días, de 55 años, mientras se disponía a tomar su almuerzo de pescado frito con arroz durante su descanso de media hora al mediodía.
Díaz asegura que gana el equivalente a 20 dólares por una jornada de 16 horas, más o menos lo mismo que el resto de sus colegas. 'No tengo pensión, el día que me vaya, el dueño del vehículo no me dará indemnización, no recibiré nada', agregó.
Villarán dijo que es necesario un cambio.
La ciudad ha dispuesto que a partir de julio de 2012, todos los concesionarios de rutas deberán poseer autobuses y emplear conductores asalariados y comenzar a desechar las unidades viejas y contaminantes.
Para entonces, se reasignarán rutas con paradas establecidas en la ciudad, dijo la gerenta de transporte urbano de Lima, María Jara.
Para lograr esta meta, la ciudad ha exigido a las empresas de transporte que integren consorcios para que tengan suficientes autobuses y puedan cumplir las normas tendentes a lograr un aire más limpio.
En la actualidad, unos 40 concesionarios distintos tienen rutas en cada una de las vías más transitadas de Lima. La cifra será reducida a cuatro por vía.
Parte del problema es que Lima no tiene control sobre todos los autobuses que recorren las calles. El puerto adyacente del Callao es 20 veces más pequeño que Lima, pero tiene más de 8,000 autobuses en sus calles.
Cuando se dispuso un cambio de rutas para alentar el uso del Metropolitano, se produjeron disturbios que las autoridades atribuyeron a los concesionarios del Callao. Al menos 22 personas fueron detenidas.
La socióloga Claudia Bielich, que ha estudiado a fondo el sistema de tránsito de Lima, elogió los intentos de Villarán para poner fin al caos vial.
Sin embargo expresó su escepticismo debido al fracaso de planes previos de reforma porque afectaban los bolsillos de gente muy influyente.
Además, dijo Bielich, también será necesario persuadir a los pasajeros.
'El limeño está acostumbrado a ir a la esquina de su casa, levantar a la mano y subirse al carro', apuntó.