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'De estudiante iba a protestas y a huelgas de hambre”

Amaya recibió a EL HERALDO
en su casa para sostener una rica plática de anécdotas, de recuerdos de su vida como, colegiala, secretaria, abogada y madre.

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12.05.2012

Apasionada de los gatos, siempre tiene un felino como mascota y a todos los ha llamado Bonito.

Pues el ingobernable Bonito casi mata una paloma que entró en la casa de la fiscal de la Mujer, Grisel Amaya, pero ello logró controlar a su animal y la cosa no pasó a más que un susto y un reguero de plumas de la afortunada ave.

La sencillez, buen trato y hablar sosegado son cosas que definen la forma de ser de la acusadora pública.

Esa calma no le impidió ser parte de la fiebre estudiantil de los 70 y 80 en los que era una infaltable en manifestaciones, incluso en huelgas de hambre, y su madre nunca supo esto.

Amaya recibió a EL HERALDO
en su casa para sostener una rica plática de anécdotas, de recuerdos de su vida como, colegiala, secretaria, abogada y madre.

¿De dónde es Grisel Amaya?

Pues nací aquí en Tegucigalpa, viví en el barrio El Bosque y de ahí nos trasladamos a la colonia Kennedy; ahí me crie, ahí estudié, la primaria en la escuela Esteban Mendonza y la secundaria en el colegio Jesús Milla Selva y la UNAH.

¿Siempre quiso ser abogada?

Bueno, lo de ser abogada nació de mi primer trabajo, cuando yo trabajé como secretaria en el bufete del abogado Leo Valladares Lanza (excomisionado de los Derechos Humanos) y ahí me nacieron dos vocaciones: una, de los derechos humanos, y dos, estaba decidiendo si estudiaba trabajo social o derecho y el doctor Valladares me dijo que lo pensara bien, que él miraba mi futuro en derecho y por eso estudié derecho.

¿Y ahora qué le dice el doctor cuando la mira?

Somos muy buenos amigos con el doctor y con su esposa y siempre nos hemos encontrado en reuniones de trabajo y me recuerda cuando no me decidía qué estudiar y siempre me dice que está orgulloso del camino que yo tomé.

¿En qué tiempo fue secretaria?

Estuve del 1982 a 1986, muy pequeña.

¿Le tocó vivir alguna amenaza por las violaciones a los derechos humanos en los 80 por ser empleada de Leo Valladares?

Bueno, yo recuerdo que mi hermano Óscar Amaya estudiaba en Bellas Artes, él es artista y pintor y catedrático y vivíamos la zozobra de que a mi hermano lo perseguían mucho, siempre andaba en huelgas y manifestaciones.

¿Y usted participaba en marchas?

Cuando estaba en el colegio estaba en marchas y huelgas de hambre porque el Milla Selva era un colegio muy combativo y yo siempre estuve en grupos políticos estudiantiles.

¿Y rayaba paredes?

Je, je, no nunca rayamos paredes, lo que hacíamos eran huelgas de hambre de un día, la verdad es que lo hacíamos para apoya al Ida ( Instituto de Aplicación) y al Central.

¿Y la detuvieron por andar en esas protestas?

No, nos tocaba salir corriendo. Hay una cosa que no sabe mi mamá y se va a enterar por esta entrevista y es que yo participaba en estas protestas, ella sabía que yo iba a los marchas del primero de mayo porque le decía que nos iban a dar puntos en las clases.

Ella me decía que yo era muy calmada, calladita en el colegio, pero que me gustaban muchos esas de las protestas.

Mi madre no sabía que iba a las huelgas de hambre, yo era muy delgatida y nos daba copitas de suero.

Yo no me iba un rato a las protestas, no me quedaba durmiendo porque mi mamá era muy estricta, le tenía miedo.

Cuénteme de esas dificultades por las que pasó para salir adelante.

Yo provengo de una familia de escasos recursos económicos, que nos costó a todos. Mi madre fue... mi madre es una madre totalmente abnegada, a quien yo admiro porque nos sacó adelante a todos, mi papá estaba en Estados Unidos, así que a ella le tocó educarnos a ellos.

Nosotros somos una familia de ocho hermanos.

Mi padre vino muchos años después, pero la mayoría ya estábamos saliendo de la educación; estudiamos en colegios publicos y creo que la educación de antes era una educación de calidad, donde sabíamos desde los ríos de Honduras hasta los ríos de Europa, donde en la clase de Moral y Cívica nos enseñaban el respeto en general.

¿Fue duro para su madre?

Mi madre tuvo que vender golosinas y nosotros apoyarla a ella para salir adelante, Dios la bendijo porque multiplicó todos sus esfuerzos.

Todos somos profesionales y se los debemos a ella, a levantarse temprano.


No teníamos lo que ahora le podemos dar a nuestros hijos, un televisor, una computadora, yo muchas veces no tuve los textos de estudio y me tocaba estudiar con los textos de mis compañeros porque era difícil criar ocho hijos en una época en donde mi madre no era profesional y tenía que hacerlo por medio del trabajo informal, la venta de golosinas, básicamente comida.

(En medio de la plática el gato Bonito, la mascota de la fiscal, trepa al sillón de la sala de la casa de Amaya y comienza a golpear la grabadora. La fiscal le hace unos ademanes con la mano que no disuaden al felino, por lo que la entrevista continúa).

¿Cómo inició su etapa de fiscal?

Recuerdo que estaba trabajando en la Corte Suprema de Justicia, yo era relatora de la Secretaría de la Corte y fue cuando inició el Ministerio Público y comenzaron a hacer el llamado para los interesados en ser fiscales, para hacer el examen en junio de 1994.

Yo me acababa de graduar, me casé seis mese antes de graduarme, primero tuve a mi hijo mayor y después me gradúe y precisamente cuando me gradúe nace la oportunidad de hacer el examen para ingresar al Ministerio Público.

Fue un examen fuerte porque lo hizo una compañía, Cader, era la primera vez en mi experiencia laboral, le primera vez que se hacía un concurso para funcionarios y empleados de una institución pública.

Pasé el examen de conocimiento, recuerdo que todas las tardes estudiaba tarde y noche, todas las leyes, para pasar el examen, era complejo porque yo no me dedicaba a la litis (litigar) ni sabía qué era ser fiscal.

La fiscal especial de Derechos Humanos de ese entonces, Sonia Marlina Dubón, me eligió a mí para estar dentro de su grupo de trabajo y era un grupo muy bonito y nos tocó abrir el telón de la violación de los derechos humanos, las investigaciones de los desaparecidos.

¿Cuál fue su recorrido por la Fiscalía?


Mi amiga Sandra Ponce, que estaba en la Fiscalía de la Mujer, me pidió que cambiáramos de puesto, hicimos el cambio, comencé como auxiliar en la Fiscalía de la Mujer y me gustó muchísimo el trabajo porque yo miraba el resultado de inmediato, no como en Derechos Humanos, que era bastante investigación para llevar un caso a proceso ( entablar un juicio); creo que llevé dos casos a procesos y en la Fiscalía de la Mujer desde el primer día tenía detenidos y procesos por violencia contra la mujer y violencia intrafamiliar.

Posteriormente pasé a la Fiscalía del Consumidor y de ahí subí a ser fiscal de impugnaciones en la Fiscalía de Casación, donde aprendía muchísimo y donde aprendí la técnica de interponer recursos casación; presenté los primeros recursos de casación y para bien se anularon esos juicios, trabajé con el abogado Joel Cerrano, un maestro realmente.

Posteriormente hubo una baja en la jefatura de la Fiscalía de la Mujer, hubo el segundo concurso para ese puesto y apliqué para esa plaza y la obtuve en 2004.

¿Le ha tocado vivir violencia intrafamiliar?

Bueno, creo que me tocó vivir violencia psicológica, que fue el motivo de mi separación (divorcio). Como yo ya estaba en la Fiscalía de la Mujer tuve otra arma para poder enfrentar y que esto no afectara tanto y poder decir basta en el momento oportuno.

La mayoría de las mujeres en el país viven violencia de esta manera, la violencia contra la mujer se da en muchos ámbitos y en el hogar mucho mas.

¿Cuánto tiempo vivió ese tipo de violencia?

No recuerdo porque fue una época que pasó y ya la superé, la olvide, no puedo estar viviendo del pasado, soy una mujer que siempre enfrenta el futuro y el presente.

¿Cuáles son sus metas?

Respecto a mi trabajo, el poder lograr que la violencia contra las mujeres sea vista como un problema de importancia pública y que el Estado establezca qué tenga que hacer, que haya una casa refugio y tener la logística para poder ayudar a la mujer.

Como madre quiero criar a mis hijos en los cánones de respeto y tolerancia y culminar sus carreras y que sean ciudadanos de bien.

¿Sus hijos quieren ser abogados?

No, a ellos les da temor por lo que está pasando socialmente (violencia); nosotros en una época hemos recibido amenazas y entonces ellos han tenido que cohibirse.

¿Qué tipo de amenazas?

Recuerdo que la última fue cuando los hechos del golpe de Estado (en junio de 2009, contra el expresidente Manuel Zelaya), que me llamaron amenazando a mi amiga Sandra Ponce (exfiscal de Derechos Humanos), que si no hacíamos lo que teníamos que hacer íbamos a sufrir las consecuencias, que ya sabían donde estábamos, quiénes éramos y que sabían dónde estaba nuestras familias.

Yo me impacté porque nunca había recibido una llamada de amenazas, había recibido amenazas de que dicen que alguien, una persona presa, me iba hacer dañó, pero gracias a Dios... yo confío mucho en Dios y la Virgen y no pasó nada malo.

Pasaron ciertos eventos, pero no pasó a más.

¿Conoce casos de fiscales que golpeen a sus mujeres?

Sí, hay bastantes casos y a los cuales les hemos hecho proceso, se les ha seguido el proceso penal y disciplinario.

(Al final de la entrevista, Bonito sigue haciendo de las suyas: aruñaba el hombro de Grisel Amaya y ella, como siempre hace, lo termina consintiendo, pese a que “le quiera las patas a los adornos”.

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