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Rodríguez y Bergoglio comparten la misma visión

El cardenal hondureño es, según un diario romano, un fuerte candidato para ocupar el cargo de Secretario Vaticano porque tiene un gran prestigio mundial e igual que al papa Francisco, le preocupan los más pobres.

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23.06.2013

La noticia de que el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga podría ser electo por el papa Francisco como nuevo secretario del Vaticano sonó como música al oído para los latinoamericanos.

Al prelado salesiano, a quien el diario romano “Il Messagero”, -que difundió la semana pasada la noticia- se le denomina como “el candidato mejor colocado” de lo que se conoce coloquialmente como los “hombres de Paco” (los ocho cardenales nombrados por el Pontífice para estudiar a fondo todos los problemas que podría arrastrar una profunda reforma de la Curia vaticana).

De ser cierto el anuncio, como detalla un artículo de diario El Imparcial, el importante puesto al lado del Pontífice sería algo así: “De salesiano, Bertone, a salesiano, Maradiaga”, eso sí, con métodos completamente diferentes.

Y el mismo podría ser anunciado el próximo mes de julio, poco después del viaje del Papa a Brasil con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Río de Janeiro.

EL PERFIL DEL CARDENAL

Pero ¿qué es lo que convierte a Óscar Andrés Rodríguez en el candidato ideal para el puesto?

Según el diario romano, Maradiaga tiene un gran prestigio en todo el mundo católico, ya que es Presidente de Cáritas Internacional y ha mostrado siempre su gran preocupación por los más pobres.

Además de haber sido en los últimos dos cónclaves uno de los “papables”, según los vaticanistas, es un profundo conocedor de los problemas de la política latinoamericana y conoce personalmente a muchos mandatarios de esa área, con algunos de los cuales mantiene amistad personal.

Diario Il Messagero detalla también que “Maradiaga y el Papa comparten la misma visión del mundo y la misma atención a los pobres”.

El arzobispo hondureño ha expresado su disgusto por la gestión financiera de la Santa Sede y en varias entrevistas privadas, ha dicho que “el IOR no es un verdadero banco y necesita una remodelación en nombre de la transparencia, ya que San Pedro no tenía un banco”.

El cardenal es un políglota que habla seis idiomas (además de español, habla inglés, francés, italiano, alemán y portugués) y conoce los problemas del istmo.

Fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 1970 en Guatemala por monseñor Miguel Obando Bravo, entonces Arzobispo de Managua y más tarde Cardenal.

Durante 13 años fue profesor de música sacra y química en la Escuela Salesiana Don Bosco, Guatemala, y en otras escuelas salesianas en Honduras y El Salvador.

Profesor de Teología Moral y Eclesiología, secretario de la Facultad de Teología de la Universidad “Francisco Marroquín”, Guatemala, 1974-1976; rector del Instituto Salesiano de Filosofía, Guatemala, 1975-1978.

Su ordenación episcopal fue el 8 de diciembre de 1978, en Tegucigalpa, por monseñor Gabriel Montalvo, nuncio en Honduras. Y más tarde fue nombrado administrador apostólico de la diócesis de Santa Rosa de Copán, 1981-1984.

Desde el 8 de enero de 1993 es Arzobispo de la Diócesis de Tegucigalpa.

Creado cardenal el 21 de febrero del 2001; recibió la birreta roja y el título de Santa María de la Esperanza. Es miembro de la Congregación para el Clero, del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Comunicaciones Sociales; de la Comisión para América Latina y del Consejo Especial para América del Secretariado General del Sínodo de Obispos.

Es presidente mundial de Cáritas, puesto para el que fue nombrado en 2007 por Benedicto XVI y fue reelecto en 2011.

LA ELECCIÓN

Aunque suenan nombres como el cardenal Bertello, o el cardenal Filoni o los obispos Baldisseri, Ventura o el actual nuncio en Washington, Viganó, la preferencia del papa Francisco por Rodríguez no es para nada extraña, ya que desde que inició su pontificado, Jorge Bergoglio ha demostrado su gran confianza en
él.

La prueba es que en abril pasado, un mes después de haberse sentado en el trono de Pedro, nombró a ocho cardenales de todos los continentes para que le aconsejen en la revisión de la curia romana y designó al cardenal hondureño como coordinador del grupo. Y es que el cardenal y Bergoglio tienen una estrecha relación que data desde hace varios años.

Rodríguez Maradiaga reconoció en una entrevista para canal 48 que “nos conocemos desde hace tiempo, pero también somos hermanos en creación de cardenalato, porque ambos fuimos ordenados cardenales en el 2001 por el papa beato Juan Pablo II”.

Y que el Papa “me trata de vos”, con el tono característico de los argentinos, ya que han trabajado juntos en diversas ocasiones. Aunque él, por su parte, lo llama “Su Santidad”.

EL CARGO

Pero qué significa ser Secretario de Estado Vaticano, además de ser el segundo hombre fuerte de la Iglesia Católica.

La Secretaría de Estado de la Santa Sede es el más antiguo dicasterio en la Curia Romana, que colabora más de cerca con el Sumo Pontífice en el ejercicio de la Iglesia Católica Romana.

Su origen se remonta al 31 de diciembre de 1487, cuando fue instituida la Secretaría Apostólica en la que figuraba el llamado Secretarius domesticus con carácter preeminente sobre los demás dicasterios.

Y es ahora el dicasterio que más participa en la coordinación de las actividades de la Santa Sede.

Es presidida por el Cardenal Secretario de Estado, actualmente el cardenal Tarcisio Bertone, y desempeña todas las funciones políticas y diplomáticas de la Ciudad del Vaticano y la Santa Sede.

Esta se divide en dos secciones, la Sección de Asuntos Generales (Ministerio del Interior de la Santa Sede) y la Sección de Relaciones con los Estados (Ministerio de Asuntos Exteriores de la Santa Sede), conocidas como la Primera Sección y Segunda Sección, respectivamente.

Desde 2006, y en sustitución del cardenal Angelo Sodano, el Secretario de Estado es el cardenal Tarcisio Bertone, un romano que es el número dos de la Iglesia Católica y desde 2007 es el cardenal Camarlengo.

De ser nombrado por el Papa, Rodríguez Maradiaga se convertiría no solo en el segundo hombre fuerte de la Iglesia Católica, sino en una esperanza para Latinoamérica.